- Proteger al débil, gay o no gay
- ABC, 2009-07-08 # Fernando Iwasaki
Pienso que una sociedad justa, o que aspire a serlo, debería proteger siempre a los más débiles, sin consideraciones de raza, sexo o religión. Es obvio que existen grupos expuestos a más riegos que otros, como las mujeres, los niños, los ancianos y también los inmigrantes y los homosexuales, pero de ahí a cerrar los ojos a otros casos de agresión y discriminación, media un abismo. ¿Qué ocurre con los adolescentes que son discriminados y agredidos por su debilidad física, su imagen estética o sus buenas notas? ¿No son dignos de protección?
Por otro lado, se me antoja un disparate conminar a los alumnos a descubrir públicamente su condición de homosexuales, primero porque estaríamos ante un brutal atropello estatal de la intimidad individual y —segundo— porque la adolescencia es una edad en la que no todo el mundo ha definido su sexualidad. De hecho, considero que se trata de un asunto delicadísimo donde las opiniones de los especialistas son más necesarias que las de los políticos, ya que la sexualidad de muchos individuos —homosexuales o heterosexuales— se ha definido o distorsionado como consecuencia de abusos perpetrados durante la adolescencia. ¿O es que los violadores y pederastas homosexuales tienen menos delito que los heterosexuales? ¿Hay que proteger también al violador homosexual?
Todo lo que no parta del principio de la defensa del ser humano y preferentemente de los más débiles me parece una aberración. Por lo tanto, la iniciativa de promover una campaña para proteger en los institutos a los alumnos gays no sólo me parece poco solidaria, sino poco inteligente. Incluso he leído que alguna eminencia políticamente correcta vería con buenos ojos la creación de institutos públicos para estudiantes gays. ¿O sea que no es progresista que haya colegios femeninos y colegios masculinos, pero sí sería progresista un colegio gay?
Me da exactamente igual que se financie con dinero público la caravana del «Orgullo Gay» y me parece legítimo que haya alcaldes y concejales que sueñen con ser la «Estrella de la Ilusión» de dicha cabalgata, pero no estoy de acuerdo con que los adolescentes sean conminados a reconocer públicamente su condición de homosexuales para escenificar una protección solidaria o una tolerancia de diseño, que luego televisiones públicas progresistas como Canal Sur se encargan de contradecir un día sí y otro también, encasillando a los gays en el denigrante estereotipo del mariquita gracioso y marujón.
Si queremos erradicar la violencia y los acosos de la enseñanza pública, enseñémosles a los adolescentes a respetar a todos los seres humanos y a defender siempre a los más débiles. No es políticamente correcto, pero sería lo más justo.
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