- La Liberación Gay en Oriente Medio
- Kaos en la Red, 2009-04-24 # Ghassan Makarem · Socialista y activista gay en Beirut, miembro de Helem, el movimiento LGTB y de la Asamblea de Izquierdas por el Cambio, el grupo hermano en ese país de En lucha
- Durante el reciente ataque israelí contra Gaza, la Confederación Española de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transexuales, COLEGAS, participó en una manifestación a favor de Israel, argumentando que este país era la única esperanza para la liberación gay en la región, frente al “islamismo”. Es sólo el ejemplo más reciente de las ideas preconcebidas que muchos y muchas tienen sobre el Islam y la homosexualidad.
- El autor de este artículo nos va aclarando, poco a poco, este tema. Su exposición nos conduce —analizando conjuntamente y sin prejuicios la represión de la libertad sexual en Oriente Medio y en las potencias occidentales— a la conclusión de que la lucha contra la homofobia en Oriente Medio está estrechamente unida a la lucha contra el imperialismo.
Uno de los pretextos de los británicos cuando colonizaron la India fue salvar a las mujeres de prácticas tan crueles como la de quemar a las viudas junto a sus maridos muertos. Excusas similares se han utilizado también cuando Estados Unidos e Inglaterra decidieron invadir Afganistán. Expertos y activistas proderechos humanos —como si fueran periodistas empotrados entre las tropas invasoras— ofrecieron la retórica necesaria para la propaganda bélica a favor de los derechos humanos.
El mismo patrón de salvación de los oprimidos está siendo aplicado a gays y lesbianas en Oriente Medio. Pero la pregunta no es si el Islam es tolerante con la homosexualidad o si las sociedades de Oriente Medio pueden aceptar a gays y lesbianas. Como la experiencia en Líbano ha mostrado, la lucha por la liberación sexual está estrechamente conectada con la lucha contra el imperialismo.
Los Estados occidentales, América Latina y algunos países asiáticos ya no persiguen las relaciones homosexuales, incluso algunos han dado pasos muy importantes hacia la igualdad. En general, el movimiento por los derechos de lesbianas, gays, bisexuales y transexuales (LGTB) es fuerte en los países occidentales y recibe grandes ayudas, por ejemplo, en su lucha contra el SIDA y contra la desigualdad. Son numerosos los clubes, los bares o las tiendas gays. La libertad sexual en estos países ha alcanzado un nivel en el que los “estilos de vida gays” se venden públicamente. Incluso, algunas facciones del cristianismo —la religión de la Europa “laica”— muestran una mayor tolerancia hacia los pecadores homosexuales, siempre que éstos se comporten, en sus relaciones personales y sociales, como heterosexuales tradicionales.
Por otro lado, en Oriente Medio y zonas próximas, la homosexualidad es reprimida duramente. Campañas morales contra la homosexualidad —a veces unidas a acusaciones de satanismo y drogadicción— son una de las herramientas principales del Estado, en algunos países del norte de África, para reprimir a la juventud. Además, en los países árabes y musulmanes hay muy pocas organizaciones pro defensa de los derechos sexuales; activistas y organizaciones abiertamente gays o lesbianas son prácticamente inexistentes. Con la excepción de algunos lugares en Beirut, no hay bares y saunas gays en Oriente Medio. Parece que el Islam, la “religión de los terroristas con turbante”, no sólo reprime a las mujeres, sino que también oprime brutalmente a los homosexuales.
La represión de la homosexualidad en Occidente Ésta es la imagen general que nos aportan los medios de comunicación mayoritarios en Occidente sobre la situación de LGTB en los países árabes y musulmanes, y en Oriente Próximo en particular.
Sin embargo, unos días antes de la última Navidad, la fiesta más importante para los cristianos, en “la capital gay del mundo”, San Francisco, una lesbiana fue brutalmente violada por cuatro agresores. Su orientación sexual fue claramente una motivación para el ataque. Esta agresión ocurrió en el contexto de la aprobación por referéndum de una ley que acababa con el derecho al matrimonio de parejas homosexuales.
De hecho, LGTB en los países occidentales no han alcanzado todos sus derechos. Muchos de los derechos nuevamente adquiridos —herencia, contrato de un seguro etc.— se condicionan a que las personas encajen en las normas sociales heterosexuales: de ahí que el tema del matrimonio homosexual o las uniones civiles haya adquirido tanta importancia.
De todas formas, la existencia de “comercios gays” no puede ser vista como una medida de libertad. Es la política de “separados pero iguales”, disfrazada de libertad de elección a la hora de comprar. ¿Por qué los negocios deben ser para gays, lesbianas, heterosexuales o incluso para “mixtos”? Las políticas de liberación gay de los años 60 y 70 han dejado paso a una política de identidad y sectarismo en el movimiento por la igualdad y en la sociedad en general.
La liberación LGTB es un fenómeno muy reciente. El concepto de los derechos universales de LGTB ha sido mencionado hace muy poco en la Asamblea General de la ONU. El poner una atención especial sobre aquellos países que aún criminalizan la homosexualidad es un paso muy reciente. Sólo en las últimas décadas LGTB han empezado a organizarse públicamente. En Oriente Medio, sólo el Líbano, Turquía e Israel permiten organizaciones de LGTB. Otros países como Irán o Arabia Saudita suelen condenar a pena de muerte actos homosexuales, aunque algunos casos destacados en los medios han sido exagerados por defensores de los derechos humanos desde Europa.
Por otro lado, la relativa tolerancia formal para con la homosexualidad en Israel, por ejemplo, esconde el hecho de que Israel es un Estado de apartheid donde abunda la intolerancia religiosa. Los desfiles del orgullo en Jerusalén, por ejemplo, suelen ser atacados por judíos fundamentalistas, que algunas veces han llegado a lanzar hasta heces. En Turquía, las organizaciones de LGTB suelen ser víctimas de la represión gubernamental. En el Líbano, el Estado (controlado a partes iguales por cristianos y musulmanes) aún niega el reconocimiento oficial a Helem, la organización LGTB, aunque ésta colabora con el gobierno en la lucha contra el SIDA.
Islam, nacionalismo y homosexualidad Pero aunque el Islam juega un papel importante en la actitud negativa hacia la homosexualidad de los musulmanes en Oriente Medio, como el catolicismo lo hace en América o Europa, las leyes que condenan la homosexualidad (leyes de sodomía) fueron impuestas en un primer momento por los invasores coloniales e imperialistas. En el Líbano, por ejemplo, se establecieron durante el mandato francés.
Esto sucedió igualmente en otros muchos países alrededor del mundo. Los regímenes poscoloniales heredaron las leyes y no hicieron nada para cambiarlas. El énfasis en el nacionalismo significaba que una nueva identidad nacional debía originarse basada, en parte, en nociones occidentales actualizadas.
Por ejemplo, en el Líbano, la identidad de la clase media emergente a finales del siglo XIX se basó en dos corrientes aparentemente opuestas. Por un lado, lo que quedaba del orden feudal/religioso y, por otro lado, una nueva identidad propia del nuevo Estado basada en la idea capitalista de la familia y sus roles de género. Durante ese mismo período fue desapareciendo, gradualmente, la poesía homoerótica que prevaleció durante el imperio islámico.
Obviamente, la nueva identidad chovinista no acepta la homosexualidad al contemplarla como una desviación y una debilidad moral, especialmente cuando se busca a chivos expiatorios por los fracasos en la lucha contra Israel y el imperialismo. El Islam político surgió de estos fracasos, representando una alternativa árabe nacionalista pero con la misma actitud hacia la homosexualidad. Algunas de las organizaciones más fundamentalistas son conocidas por su sexismo y su homofobia, no diferenciándose mucho del comportamiento del vaticano respecto a este tema. Igualmente, la izquierda en la región, influenciada por el estalinismo, aún considera a la homosexualidad como una desviación burguesa o directamente la ignora porque “la masa” es demasiado conservadora.
Pero, durante las dos últimas décadas, Oriente Medio ha sido rápidamente urbanizado; residencias fortificadas y complejos de alto lujo se enfrentan a bolsas extremas de pobreza. Según el Banco Mundial, hace veinte años sólo el 30% vivía en ciudades y en 2020 se estima que el 70% de la población se concentrará en zonas urbanas.
Este proceso de urbanización ha creado las condiciones para la generación de nuevas identidades de LGTB en la región, más allá de actos homosexuales aislados. Éstas surgen al lado de “la extensión de oportunidades de trabajo para las mujeres, sueldos más altos, la mercantilización de la vida cotidiana, un Estado que asume algunas funciones tradicionales de la familia, y la extensión de la medicina moderna con su predilección por clasificar” (Peter Drucker 2008,
http://uppingtheanti.org/node/3187).
Cuando el presidente de Irán, Ahmadinajad, dijo en la Universidad de Columbia que en Irán no hay homosexuales se refería a esta identidad LGTB. Se equivoca, porque pasa por alto el hecho de que ésta es producto del modelo de capitalismo altamente urbanizado, el mismo que Irán está persiguiendo.
Estos hechos son vitales para comprender el nacimiento de nuevas identidades y la naturaleza de la opresión, ya sea en Estados supuestamente laicos como Turquía o Egipto, o en Estados confesionales como Irán o Arabia Saudita, o en Estados de apartheid y segregación como Israel o el Líbano, o por grandes corrientes políticas bajo la bandera del nacionalismo o el Islam.
Luchando contra la homofobia y el imperialismo Las pocas organizaciones de LGTB que han nacido en los últimos años en el Líbano y entre la comunidad palestina en Israel son conscientes de esto y de las condiciones sociales en las que se encuentran.
Un ejemplo es Helem, fundada en 2001 aunque oficialmente su fecha de inicio en el Líbano es 2004. Comenzó agrupando a activistas defensores de los derechos humanos, trabajadores sociales, anarquistas y socialistas. Rápidamente estableció colaboraciones con grupos de la izquierda radical como Direct Line, la revista Al-Yassari, Indymedia, la campaña para el boicot a empresas pro israelíes, etc. junto a unas pocas ONGs.
Durante los preparativos para la guerra en Irak, Helem formó parte de la coordinadora de la campaña antiguerra, “Ni Guerras, Ni Dictaduras”. Esta campaña unía la guerra con otras cuestiones como la lucha por la democracia, incluyendo la petición de derechos civiles plenos para todos y todas. La implicación de Helem en esta campaña, junto a grupos estudiantiles, ONGs y grupos de izquierda, no fue sólo una cuestión de solidaridad con el pueblo iraquí, también se basó en la convicción de que la liberación sexual no puede alcanzarse bajo el imperialismo y no puede ser separada de la lucha más amplia por una verdadera democracia.
En abril de 2004, Helem presentó al gobierno los documentos para constituirse en asociación y abrió un centro comunal en Zico House, un espacio cultural de Beirut, donde ofrecía servicios similares a los de otras organizaciones LGTB alrededor del mundo.
Pero los hechos que siguieron al asesinato de Hariri en 2005 le dieron un vuelco general al país. La retirada del ejército sirio y las promesas de reformas democráticas dieron la falsa impresión de que podían conseguirse algunas libertades. Pero como en otras “revoluciones” apoyadas por Estados Unidos, la Revolución de los Cedros aumentó la dependencia del sistema capitalista internacional, aumentando también la represión policial. Desde el principio quedó claro para los activistas LGTB que las fuerzas pro-occidentales que dominaban eran peores que sus predecesores, pues las protestas contra el gobierno eran claramente homofóbicas. Unos pocos días después del inicio de la “revolución” activistas gays por la democracia fueron expulsados del “campo de la libertad” montado por ONGs que recibían generosas donaciones de Estados Unidos y la Unión Europea para “promover los derechos humanos y la democracia”.
El ambiente generalizado de amenazas hacia trabajadores sirios, palestinos y chiítas —impulsado por los medios de comunicación prooccidentales— comportó el aumento de ataques a homosexuales en áreas controladas por los partidos prooccidentales. Hasta el día de hoy, la gran mayoría de amenazas anti-gay y de ataques a Helem en Internet se han producido desde páginas afines a los regímenes pro-occidentales, especialmente de Arabia Saudita y Egipto.
Durante la agresión israelí al Líbano, en 2006, Helem fue también una de las primeras organizaciones en reaccionar y formar parte de las masivas protestas contra los ataques. El centro LGTB se convirtió en uno de los centros más activos del movimiento antiguerra durante las cuatro semanas de bombardeos. Junto a aliados ecologistas, antiguerra, grupos estudiantiles y refugiados palestinos, Helem fue parte activa del Samidoun, la mayor campaña independiente en solidaridad con la resistencia y trabajando por la atención a los refugiados y las víctimas de los bombardeos. La posición antiimperialista del grupo de lesbianas palestinas, Aswat, es también clara.
El impacto de la guerra de 2006 no debería ser subestimado. El número de refugiados llegó a un millón. La campaña Samidoun finalizó en diciembre de 2006 habiendo cuidado directamente a 10.000 personas, e indirectamente al doble, durante los bombardeos israelíes. En las actividades desarrolladas tras la guerra llegó, al menos, a socorrer a 80 pueblos. Ningún tipo de intervención occidental —incluso que fuese amistosa— habría podido ayudar a gays y lesbianas y a sus aliados a hacer esto.
Aunque la represión de la homosexualidad es aún la norma en Oriente Medio es un error asumir que ésta se debe la Islam.
Gays y lesbianas en la zona hacen frente a un tipo de opresión que no es muy diferente a la que sufrían los europeos hace pocos años, sin mencionar la represión a los gays durante el Holocausto. La actitud de los poderes religiosos en Oriente Medio va desde la condena extrema de la homosexualidad a la tolerancia, tal y como ocurre ahora en Europa y Estados Unidos. La sociedad está igualmente dividida como en otras zonas del mundo.
Pero aún así hay dos diferencias importantes. La primera es que la mayoría de la población de Oriente Medio vive en la pobreza y bajo regímenes represores (la mayor parte de los cuales están apoyados por las potencias occidentales).
La segunda es que gays y lesbianas en sitios como Palestina, el Líbano, Irak o Afganistán, al menos, viven constantemente con sus vidas amenazadas por Estados Unidos y sus aliados, Israel y la Unión Europea.
Por todo esto, cuando uno de estos países occidentales condena un acto de violencia realmente repugnante de un Estado musulmán contra un hombre gay, por ejemplo, les deberíamos recordar que, según Kinsey —que calculó que el 10% de la población es gay— entre más de un millón de personas que han sido asesinadas en Irak por el “mundo libre”, podría haber unos 100.000 homosexuales.