- Un atunero-escuela sustituirá al 'Urdaneta' en la formación de jóvenes con problemas
- Una decena de chavales se formarán como cocineros en el nuevo barco. Un ingeniero trabaja estos días en el diseño del interior de este buque que ofrecerá el mar como terapia a partir de 2010
- Noticias de Gipuzkoa, 2009-07-09 # Jorge Napal . Donostia
Una decena de jóvenes con graves problemas de conducta se embarcarán a partir del mes de enero en el barco atunero Ortube , con sede en Bermeo. No se trata de un navío cualquiera. Los tripulantes de este buque seguirán un programa muy específico, que combina la formación en gastronomía con la náutica. El objetivo es que lleguen a convertirse en ayudantes de cocina en trasatlánticos, un nicho de mercado tan creciente como bien remunerado.
En esencia, el espíritu del programa es el mismo que venía desarrollando hasta ahora la goleta Urdaneta . Este velero, de 120 toneladas y casi 30 metros de eslora, una suerte de centro social flotante para chavales problemáticos, quedó encallado a finales de marzo en la playa de La Concha. En su interior viajaban tres guipuzcoanos, un marroquí y otros jóvenes de Iparralde entregados al conocimiento de nuevos oficios y la terapia marina.
Desde que embarrancó, el navío había quedado amarrado en el puerto de Pasaia, a la espera de una inspección que finalmente no ha dado el resultado apetecido. "No hay otra solución. Mandaremos el velero al desguace porque los desperfectos sufridos son importantes", confirma a este periódico el terapeuta José Barrio, coordinador de un proyecto que pasa a llamarse ahora Ortube , como el nuevo buque escuela.
El barco se acomoda a la perfección a las necesidades que presentan sus usuarios. Un ingeniero trabaja estos días con los planos que permitirán remozar por completo el interior del navío. Sus ocupantes serán chavales con problemas de comunicación y adaptación, tanto social como laboral.
En realidad, ninguna de las alternativas que han ensayado hasta ahora han dado el resultado esperado. Por eso encuentran en el navío un programa, de entrada novedoso, que en la mayor parte de casos acaba siendo exitoso.
La nueva embarcación, además, supera las dimensiones del velero del que toma el relevo, lo que va a permitir habilitar un comedor mucho mayor del que disponía, "al que vamos a dar mucha importancia porque es donde van a centrar su actividad los chavales", explica el también antropólogo Barrio, buen conocedor del perfil de los tripulantes tras décadas de estudio sobre el fenómeno de la inmigración.
Este buque de cabotaje realizará singladuras desde Bilbao a Burdeos, y a lo largo de estas travesías está previsto que atraque en varias localidades costeras. Para ello será preciso perfilar un acuerdo con los ayuntamientos implicados, de manera que se sumen al programa y favorezcan la salida de los productos que se vayan elaborando en el barco. "La idea es que lo que cocinen se consuma en el barco, pero a su vez se puedan ofrecer también los productos en el exterior", detalla el terapeuta.
Salvo este nuevo enfoque culinario, el programa sigue a pies juntillas la génesis del proyecto Urdaneta, una iniciativa inédita en el Estado que nació hace tres años con la idea de ofrecer terapia, formación profesional y reinserción social para sus usuarios. Los jóvenes siempre van acompañados de personal de navegación y de terapeutas y profesores, con el objeto de recibir la formación necesaria para su reinserción en la sociedad.
La génesis del proyecto El proyecto nació del acuerdo del ex remero Luis Mari Lasurtegui y el terapeuta José Barrio. El primero estaba empeñado en recuperar la tradición marinera del pueblo vasco, mientras que Barrio se convirtió en el responsable de conseguir que el tratamiento con jóvenes con problemas de inserción saliera a flote.
El resultado fue Urdanetakoak, la asociación que dio lugar al proyecto Urdaneta y que ahora pasa a llamarse Ortube , una propuesta para la que sus promotores reclaman espacio. En suma, equipararan el trabajo que se hace en el barco al que se desarrolla en cualquier otro centro para jóvenes con graves problemas de conducta. "Es como si fuera un caserío, pero en el mar, con el mismo número de ocupantes que se estipula por decreto", asegura.
De los seis jóvenes que embarcaron en el curso 2007-2008 en la goleta Urdaneta -tres guipuzcoanos, un vizcaino, otro de Iparralde y un marroquí- cinco concluyeron el programa con éxito, salvo un sexto tuvo que ser traslado al centro navarro de Zandueta, donde fue atendido de sus problemas de drogadicción. Este año, los embates del mar hicieron abortar el programa educativo que se desarrollaba en el velero Urdaneta , embarrancado en la playa de La Concha. Desde entonces, uno de los ocupantes continúa dando sus clases en el centro Cebanc, que cuenta con docentes implicados en este programa.
El realizador y productor Ángel Amigo presentó hace unos meses su último documental, Palabras que vienen del mar , que relataba precisamente la experiencia de reinserción social de este grupo de jóvenes con problemas, a bordo del velero.
En palabras del productor, estos chicos son "personas que se han quedado fuera de los circuitos sociales. No son drogadictos, aunque alguno haya podido tener algún problema puntual". Amigo reconoce que, con frecuencia, se muestran "hipersensibles", y con unos problemas de comunicación que les impide encontrar su sitio en el ámbito educacional y laboral.
- La autenticidad del mar
- "Los programas fracasan porque no se conoce la cultura del que viene", asegura el experto José Barrio, fiel defensor de la terapia sobre el agua
El modelo de atención a menores que presentan problemas de conducta disruptivas no deja de ser fuente de controversia. El último episodio se registraba el lunes, cuando un incendio en el centro de Deba, al parecer intencionado, provocó el ingreso hospitalario de uno de los monitores. Episodios de esta naturaleza colocan en el ojo del huracán el trabajo a realizar con el colectivo más rebelde, sujeto a un sinfín de interpretaciones.
El antropólogo José Barrio defiende un modelo de atención que pasa por consolidar un binomio: "disciplina férrea, pero ofreciéndoles cosas". Lo dice el experto, porque tiene la sensación de que los chavales más problemáticos no acaban de interiorizar qué se les ofrece, y se muestran, en ocasiones, reivindicativos, protestantes y contestatarios, con un interés por conseguir las cosas de modo inmediato. "No se puede trabajar con estos chavales en hoteles, como se les aloja en ocasiones, ni en centros cerrados herméticos, como ocurre en Hendaia", expone Barrio.
Son los dos extremos que vienen a demostrar que el modelo "no funciona". El terapeuta defiende a capa y espada el trabajo en un medio natural, como en su caso es el mar. "Es el más auténtico de todos los medios para trabajar las anomalías sociales. Hasta que tuvimos que suspender el programa por quedar el velero varado, les ofrecíamos masajes, el sonido tibetano... es decir, un intercambio personalizado de la educadora con cada uno de ellos. La disciplina siempre ha estado ahí. Tenían que salir a las 8.00 horas a desayunar, hacer sus literas. Era un intercambio, yo te doy tú me das, un sistema de trabajo que necesita de meses con el que no hay que bajar la guardia".
Para este antropólogo la premisa para comenzar el trabajo pasa por conocer los pormenores de la cultura con la que se va a trabajar. "Los programas fracasan porque realmente no se conocen esas culturas, como la marroquí, y las respuestas que hay que darles. Ahí falla algo, y no se soluciona con poner un monitor magrebí", sostiene este terapeuta, que desde los años 70 trabaja en cuestiones relacionadas tanto con la inmigración como con las toxicomanías y la delincuencia juvenil.
Para que un chaval pueda aceptar unos masajes, por ejemplo, como los que se ofrecen en este proyecto, es preciso que el joven comparta de alguna manera el proyecto en el que participa. Por eso insiste en que la exigencia que hay que tener con ellos debe ir acompañada de cierta flexibilidad, aunque pueda parecer una paradoja. "Hay que dar, y ése es el problema, que no se está dando", recalca.
Un congreso sobre inmigración que se celebra estos días en Irisarri (Behe Nafarroa) ha puesto sobre la mesa una cuestión que guarda relación con el reportaje que encabeza estas líneas. En él participa el antropólogo José Barrio, que rehuye de un término del que con frecuencia hace uso el presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, al hablar de "alianza de civilizaciones" cuando se refiere a la integración de las culturas con las que cada vez convivimos más. "De alianza nada. Estamos ante un choque de culturas, y por eso es tan importante conocer las referencias de las personas que llegan a nosotros, para poder darles una respuesta, de la misma manera que es importante que ellos conozcan cuál es nuestra cultura". Ésta es la ecuación que defiende este antropólogo, que habla de la necesidad de aplicar este trabajo terapéutico con los chavales, al menos, durante un año. Mientras tanto, dice, "estaremos dando palos de ciego", aunque sea con buena voluntad. "Con la cultura no se juega", remata.