- El Papa reabre la herida judía
- La decisión de revocar la excomunión de los obispos lefebvristas distancia aún más a judíos y católicos. Williamson volvió a negar el Holocausto hace unos días. Las comunidades hebreas italianas califican la decisión de "tremenda"
- El País, 2009-01-26 # Mónica Andrade • Roma
Retirar la excomunión a un obispo que niega el Holocausto. Esta decisión de Benedicto XVI, anunciada el sábado, ha vuelto a abrir las heridas. El Papa ha decidido revocar la excomunión de los cuatro obispos consagrados en 1988 por el prelado cismático Marcel Lefebvre creando una nueva brecha entre católicos y judíos y ha levantado críticas incluso en algunos grupos católicos. La comunidad judía ha recibido con indignación la readmisión del obispo británico Richard Williamson que, en una entrevista reciente, había negado el holocausto al afirmar que "no existieron las cámaras de gas" y que no murieron seis millones sino unos 300.000 judíos, "ninguno gaseado".
Desde que el sábado el Vaticano hiciera oficial la revocación de las excomuniones a Williamson y otros tres obispos -el español Alfonso de Galarreta, el suizo Bernard Fellay y el francés Tissier de Mallerais- las críticas no han parado. El rabino Giuseppe Laras, presidente de la Asamblea de los rabinos italianos dice que era un acto "innecesario".
David Rosen, presidente del Comité Judío Internacional, muy activo en el diálogo entre ambas comunidades, ha definido esta revocación como "un paso que contamina a toda la Iglesia" si ésta no exige al obispo que retire todo lo que ha dicho sobre el Holocausto. En su opinión, el Vaticano "amenaza el futuro de la histórica reconciliación entre la Iglesia y el pueblo hebreo".
Sin embargo, durante el Ángelus de ayer, el Papa invocó la unidad de los cristianos y exaltó el lazo entre hebraísmo y cristianismo al recordar la conversión de San Pablo, quien, para adherirse a Cristo "no tuvo que abandonar su fe hebrea". Pero no es la primera vez que Benedicto XVI desata las protestas de la comunidad judía. La decisión en 2007 de introducir la antigua liturgia preconciliar en la que, durante la oración del Viernes Santo, se invoca a Dios para que "ilumine y convierta a los hebreos" provocó un fuerte malestar. Esta vuelta atrás fue, sin embargo, muy bien recibida por los lefebvrianos, partidarios de un mayor tradicionalismo.
En esa ocasión, el Papa envió una carta a todos los obispos para explicar las razones de esa decisión: no se iba a ahorrar ningún gesto para intentar evitar el cisma. En el transcurso de las conversaciones con los lefebvrianos, reanudadas tras el Jubileo del año 2000, éstos pidieron que las excomuniones fueran revocadas para iniciar el camino que les devolviera al seno de la Iglesia.
Los lefebvrianos se han mostrado siempre en contra de cualquier gesto de apertura de la Iglesia, desde la renovación litúrgica hasta el respeto hacia los hebreos. El portavoz vaticano, Federico Lombardi, se ha aprestado a aclarar que "la revocación no significa compartir las tesis" del obispo negacionista. De poco ha servido.
Renzo Gattegna, presidente de la Unión de las Comunidades hebreas italianas califica de "tremendo" el hecho de que un obispo que niega la Shoah sea "legitimado y rehabilitado por el Papa". Pero, además, se asombra de que alguien que "contradice documentos fundamentales del Concilio pueda ser readmitido a la plena comunión con Roma".
Los cardenales de todo el mundo, convocados por Benedicto XVI en marzo de 2006 para expresar su parecer sobre la reconciliación con los lefebvrianos , habían sido tajantes. Reclamaban de la Fraternidad "una leal adhesión" al Concilio. La recomendación parece haber sido ignorada porque, en la carta dirigida por los lefebvrianos en diciembre pasado solicitando la readmisión, sólo se habla de la aceptación "de las enseñanzas de la Iglesia católica romana y del Primado papal y sus prerrogativas". No hay en ella ninguna referencia al Concilio.
La revocación de la excomunión es, según Lombardi, un "paso importante para obtener la plena comunión" entre la Iglesia Católica y los ultratradicionalistas lefebvrianos. Falta ahora por resolver los aspectos relacionados con el ejercicio del ministerio por parte de los lefebvrianos. La ordenación de los obispos por Lefebvre es "válida aunque sea ilícita, así como es válida la ordenación de los sacerdotes de la Fraternidad". En una carta dirigida a sus fieles por Bernard Fellay, superior de la Fraternidad San Pio X, reitera las reservas de los tradicionalistas al Concilio Vaticano II.
Otras voces, como la del teólogo Vito Mancuso, profesor de la Universidad San Rafael de Milán, piden que "tras la significativa apertura hacia la extrema derecha" de la Iglesia, el Papa se abra también "hacia la izquierda". Solicita "la readmisión de los teólogos que han elegido posiciones contrarias a las tradicionalistas".
- El obispo más joven de España
- El País, 2009-01-26 # Juan G. Bedoya
El catolicismo español suma esta semana un nuevo obispo, con la decisión de Benedicto XVI de levantar la excomunión a los seguidores del arzobispo Lefebvre. Se trata de Alfonso Ruiz de Galarreta. Nacido en Torrelavega (Cantabria) el 14 de enero de 1957, fue consagrado obispo por Lefebvre a una edad insólita en España: los 29 años. En la actualidad, es el superior de la Casa Autónoma de España y Portugal de la Fraternidad San Pío X (FSSPX). Queda por ver cómo se integra en la Conferencia Episcopal Española, una vez restaurada su comunión con la Iglesia de Roma.
Galarreta emigró a Argentina con su familia, cuando era un niño, e ingresó en el seminario de La Plata en 1975. Pronto dio el salto al seminario lefebvriano de Écône, en Suiza. Para su ordenación sacerdotal regresó a Buenos Aires, en 1980, oficiada por el propio Lefebvre, que lo encargó de la extensión de su movimiento en toda América del Sur. Regresó a Écône para ser consagrado obispo el 30 de junio de 1988. La ceremonia causó estupor y revuelo en todo el orbe católico. Válida, aunque ilícita. le costó la excomunión al arzobispo Lefebvre, dictada un mes más tarde por Juan Pablo II. Galarreta siguió el mismo camino.
El del arzobispo Lefebvre (Tourcoing, Francia, 1905 - Martigny, Suiza, 1991) fue el tercer cisma del siglo XX en la Iglesia católica, tras los de las iglesias nacional checa (1920) y china (1950). Férreo opositor al reformismo del Concilio Vaticano II, en el que participó convencido de que la silla de Pedro y la autoridad de Roma estaban "ocupadas por anticristos", Lefebvre fundó la Fraternidad Sacerdotal San Pío X en 1968. Cuenta con unos 350.000 seguidores, de los que cinco son obispos; 400, sacerdotes; 200, religiosas, y 170, seminaristas. Están presentes en 30 países y cuentan con 700 lugares de culto.
El Vaticano llevaba negociando desde 2000 el final del cisma lefebvriano, para lo cual la Fraternidad Sacerdotal San Pío X recibiría, según sus aspiraciones, el privilegio de una prelatura personal semejante a la que disfruta sólo el Opus Dei. La elección papal del conservador cardenal Ratzinger, muy celebrada por los lefebvrianos, ha acelerado el acercamiento. Los cismáticos esperaban otras dos concesiones: que se retirase la excomunión a sus obispos y que se les permita celebrar la misa en latín. Benedicto XVI ha cedido, probablemente de muy buena gana. La recuperación de algunas liturgias preconciliares estaba en el programa de Ratzinger desde que accedió al pontificado en abril de 2005.
Esta es la primera iglesia separada que vuelve al redil de Roma. Ultraconservadora, la Fraternidad San Pío X consumó el cisma en 1988 después de un traumático proceso de conflictos con la jerarquía por la aplicación del Vaticano II. La Santa Sede llevaba en secreto las gestiones para la vuelta de los cismáticos hasta que la prensa italiana desveló el verano pasado que Benedicto XVI se había reunido en su residencia veraniega de Castelgandolfo con el superior general lefebvriano, el también excomulgado obispo Bernard Fellay. Fue el cardenal colombiano Darío Castrillón quien dirigió las primeras negociaciones.