- Se te nota en la mirada, que vives enamorada...
- Plataforma LAS VALENTINAS, 2009-02-14
Sí, queremos cuestionar el amor, aunque suene raro y parezca extraño. El amor, elevado a los altares como el sentimiento más excelso que puede existir entre los seres humanos. El amor, como lo más noble, lo más bonito, eso que, dicen, da sentido a nuestras vidas. El amor como sentimiento universal, y por tanto, incuestionable. Tan incuestionable que nadie escapa de sus garras. Y por eso también lo cuestionamos para evitar sus arañazos.
Lo cuestionamos porque creemos que ya esta bien de hablar de amor sin tener en cuenta las relaciones de poder, de clase, de raza, de edad, de sexualidades, de género….Y tantas otras que se dan en el amor.
Y se empeñan tanto en vendernos por activa y por pasiva, los beneficios del amor: en grandes almacenes, en pequeñas joyerías, en tanta telenovela, programas del corazón, literatura, revistas rosas... que nos es difícil abstraernos y pensar con claridad sobre este tema del amor, qué conlleva y a dónde nos lleva...
Esta idea-trampa tan extendida de la pareja y del amor en todas sus vertientes y variedades, nos impide que acabemos siendo personas completas, enteras, independientes. Porque el amor, casi siempre, termina sumiéndonos en relaciones basadas en la dependencia y la renuncia personal.
También en nombre del amor, se extiende la lacra de la violencia sexista y machista que mata. Entendemos el amor como una extensión de la propiedad privada, comprendemos que el ejercicio de la violencia sexista no es producto de cuatro mentes perversas, sino que está basado en pautas culturales bien aprendidas, como ese “si no eres mía no eres de nadie” susceptible de culminar en el tantas veces escuchado “la maté porque era mía”.
Nos sentimos impelidas a poner en entredicho muchas de las cuestiones que gravitan en torno al amor. Debemos cuestionar la heterosexualidad obligatoria, la monogamia como único modo de relacionarse amorosamente, o hacer frente a la imposición del
matrimonio, contrato que no necesariamente tiene que ver con el amor, pero sí con la propiedad privada, la acumulación de mercancías y la opresión del cuerpo.
La pareja y, su extensión contractual, el matrimonio como base de la estructura de la familia tradicional es uno de los engranajes más fuertes del sistema capitalista, pues termina con las relaciones comunitarias de solidaridad para sumirnos en la individualidad que conlleva la pareja, y su consecuencia más directa: el núcleo familiar
Cuestionamos el amor como nos cuestionamos otras realidades. ¿No estaremos apostando por un sistema económico de la propiedad privada y la economía de mercado cuando vemos el amor como el fin último de nuestra existencia? ¿No deberíamos dar paso a otro tipo de relaciones que nos hagan más felices, más autónomas y menos dependientes de algo socialmente creado?
Nuestros cuerpos, nuestras vidas no pueden adscribirse a un guión preestablecido. Y eso es lo que es el amor. Ya es hora de romper con conceptos que más que darnos oxígeno y libertad nos ahogan y asfixian.