2009/01/14

> Kritika: Luis Negrón > SU NOMBRE FUE HARVEY MILK

  • Su nombre fue Harvey Milk
  • Claridad, 2009-01-14 # Luis Negrón
Gus Van Sant, director del filme Milk, fue uno de los pioneros del llamado Queer Cinema que irrumpió en las pantallas temprano en la década de los noventa. Con títulos como Mala Noche y My Own Private Idaho comenzó un movimiento estético y argumentativo que encuentra, a nuestro entender, su coronación con Milk, película en cartelera en dos salas de la Isla, nominada para los Golden Globes, Independent Spirit Awards y SAG entre otros, y ganadora del Critics Choice Awards como mejor filme y mejor ensemble de actuaciones.

El filme trata del surgimiento de Harvey Milk, un pequeño comerciante californiano, como líder del movimiento gay en los Estados Unidos, especialmente en la ciudad de San Francisco, pero no limitado a ésta. Milk se convierte en el primer hombre abiertamente gay que logra ser elegido a un puesto político. No sólo lo logra a pesar de su orientación sexual, sino en parte, gracias a un discurso en el cual su sexualidad está del todo presente.

Milk, la película, tiene la suerte de agarrarse a la historia de su ascenso como político, del surgimiento de un movimiento radical y sin complejos, que hoy día todavía tiene fuerza, aunque tal vez no la rabia de sus comienzos. El carisma y beneplácito de Milk, el personaje histórico, puede ser palpado directamente en el documental The Times of Harvey Milk, ganador de un Oscar en el 1984, el cual recomendamos sin reservas. Pero el arte es también otra forma de conocer al líder y al humano. Sean Penn es el artista que nos regala una interpretación tan genial, que toma un segundo plano absoluto para que disfrutemos la existencia del personaje que interpreta. El optimismo y compromiso del líder tienen una segunda oportunidad de hacerse presente y volverse a escuchar. El amante tierno, pícaro y cómodo con sí mismo también reluce gracias a la interpretación de Penn.

El guión de Dustin Lance Black es capaz de encuadrar una historia importante, de muchos protagonistas y compleja, en un argumento fácil de seguir, que no deja cabos sueltos. Casi todos los personajes son introducidos por una narración que hace Milk en una grabadora, elemento bien aprovechado para poner en contexto los sucesos de la historia. La tarea del guionista no fue fácil. La historia de Milk y el movimiento que lideró había sido exhaustivamente documentado para un libro del autor Randy Shilts, titulado The Mayor of Castro Street. Black no podía usar como referencia el libro, pues los derechos sobre éste habían sido previamente adquiridos por otra compañía productora. Se vio en la obligación de evitar la construcción narrativa escrita por Shilts, e ir a las fuentes primarias. En una escena que utiliza tomas inquietas para expresar los sentimientos reprimidos, el personaje de Dan White, interpretado con seguridad por Josh Brolin, demuestra una gama de posibilidades para explicar las motivaciones del doble asesinato que cegó la vida de Harvey Milk en 1978. Pese al compromiso político claro que demuestra el filme, se encuentra espacio para ver la humanidad que guarda la duda en un antihéroe de tal calaña.

Pero el héroe de este filme es sin lugar a dudas su director. Acierta Van Sant no tan sólo en una puesta en escena sin truculencias ni montajes abstractos, sino en tomar la sabia decisión de presentar de forma directa sin dejar de ser poética, el movimiento político en su nacimiento, apoyado en subtemas que no desaprovechan la oportunidad de retratar la intimidad entre hombres desde una estética claramente gay. Van Sant retrata el amor entre Harvey Milk y su amante por años, Scout, interpretado por un revelador James Franco, con la temperatura en alto. Las escenas de afecto entre ellos se sienten naturales; no hay incomodidad. La fotografía de Harris Savides se luce cuando encuadra a los amantes, y Van Sant regala a su público un beso de casi cerca de un minuto de duración, afuera, en la calle, rodeados de un mundo que vemos pasar sin tropiezos e inalterado por la muestra de amor.

El resto del reparto está al nivel de los mencionados elementos del filme. Alison Pill se luce como la única lesbiana que forma parte de la historia. Pero la sorpresa la da Emile Hirsch, que encarna la pasión y el compromiso que puede tener tal vez un personaje destinado a lo banal. Por otro lado, el actor mexicano Diego Luna, desaprovecha con su inseguridad un papel difícil de caracterizar por su complejidad. Se sintió incómodo, y esto se nota al ver cómo acude a la caricatura para interpretar a su personaje. Penn, de nuevo viene al rescate, y en sus parlamentos y actuación salva al personaje del joven latino desajustado y nos muestra de él algo que no logra Luna.

En una de las escenas del filme, un joven de Minnesota llama a Harvey para decirle de sus intentos suicidas. En otra, vemos al mismo joven, ya lejos de la violencia del hogar, dándole la buena noticia a Milk de que sus palabras lo motivaron a salir de su situación. “Hay que darles esperanza”, repetía hasta el cansancio Harvey Milk en sus mítines refiriéndose a los que vivían aún más fuerte la marginación de vivir sin derechos. Milk, la película, renueva la esperanza, no importa el panorama que nos espera.

El autor es escritor y activista y uno de los compiladores de Los otros cuerpos: Antología de la literatura gay, lésbica y queer desde Puerto Rico y su diáspora.

No hay comentarios:

Publicar un comentario