2009/01/14

> Berria: Indarkeria > R. MURCIA: EL ACUSADO DE MATAR A UNA TRANSEXUAL DICE QUE PERDIO LA CABEZA TRAS UNA DISCUSION

  • El acusado de matar a un transexual dice que perdió la cabeza tras una discusión
  • Sixto A. reconoce haber asestado varias puñaladas a la víctima pero asegura que no sabía «que estaba fallecida»
  • La Verdad, 2009-01-14 # Alicia Negre • Murcia
El futuro de Sixto Alfredo Iglesias, el hombre que en el verano de 2007 en Algezares acabó con la vida de Alex V., un transexual al que sorprendió en la cama con su ex pareja, está ahora en manos de once personas. Ellas conforman el jurado que, a lo largo de esta semana, debe determinar, no si éste cometió el crimen, un aspecto que el mismo confirmó en la jornada de ayer, sino las circunstancias en las que lo llevó a cabo. Y no es ninguna minucia. Este matiz puede variar la condena desde los cinco años que la defensa solicita, hasta la veintena que exige la acusación particular.

Una nave abandonada de Algezares, muy cercana al centro de salud, era el inhóspito lugar que acogía la relación entre Alex V. y una ex amiga del acusado y que, la tarde del 30 de junio de 2007, se convirtió en el escenario del crimen. «Cuando yo entré ellas estaban desnudas en el colchón, pero no sé lo que estaban haciendo». Sixto A.I. trató ayer de defender ante el jurado un relato de los hechos que lo aleje del asesinato pasional por el que el fiscal pide 17 años de cárcel.

«En cuanto me vieron, se levantaron y Alex me golpeó con una barra de hierro», explicó el acusado; «me caí al suelo y ya perdí la cabeza, no recuerdo nada más». En el transcurso de ese vacío mental que Sixto, asegura, no logra recordar, la víctima recibió doce puñaladas en el cuello, el abdomen, el tórax y las extremidades con un cuchillo de 16 centímetros. Pese a su traslado al cercano ambulatorio, Alex abandonó esa nave ya cadaver a causa de la pérdida masiva de sangre y la bronco-aspiración de ésta. Sixto huyó del lugar a bordo de su habitual bicicleta y, tras pedalear más de media hora, se detuvo en el río, a la altura del recinto de la Fica, y allí enjuagó sus zapatillas de sangre. En las aguas del Segura se deshizo también de sus calcetines. «Al llegar a casa puse una lavadora con mi camiseta, que también estaba manchada de sangre», reconoció.

El hecho de si el acusado acudió a la nave con el arma, como la acusación asegura, o en cambio, la recogió en el propio local-teoría de la defensa- puede ser clave en este proceso. Es uno de los matices que permitirán determinar si Sixto actuó o no con alevosía.

Pero éste no es el único reto con el que el jurado tendrá que lidiar. Sixto, a sus 60 años, acudió ayer al estrado en un lamentable estado de salud. Su letrado desgranó ante el Tribunal toda una retahíla de dolencias, tanto físicas como psicológicas, que podrían influir en la resolución judicial. Un aspecto que el Ministerio y la acusación particular ponen en entredicho. «Es una persona totalmente capaz tanto física como mentalmente», alertó el fiscal, «pero su defensa tratará de mover la compasión del jurado».

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