2009/02/17

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  • Soitu, 2009-02-17 # Javier Pérez de Albéniz
Llevo varios días acostándome y levantándome con Nacho Abad. ¿No saben ustedes quién es Nacho Abad? Pues la nueva estrella de Telecinco, la cadena que más rentabilidad obtiene de todo aquello relacionado con la tragedia, el dolor y la muerte. Nacho Abad presenta programas nocturnos consagrados al asesinato, la violación y demás artes macabras ('Rojo y Negro'). Programas que no dudan en invitar a una menor a que visite su plató: el pasado domingo Abad entrevistó a la novia del supuesto asesino de Marta del Castillo, de 14 años. Por las mañanas, y tras quitarse el olor a cadáver con una reparadora ducha, Abad se convierte en el brazo homicida de Ana Rosa Quintana. ¡Qué gran futuro tiene Nacho Abad en esta televisión necrófaga y putrefacta!

La muerte violenta de Marta supone sólo un episodio más en la carnicería que, de forma constante, alimenta a nuestros medios de comunicación. El anterior capítulo lo protagonizaron Mari Luz y su mediático padre. ¿Quién será la próxima? ¡Maten deprisa, asesinos de España! Dentro de sólo unos días Marta será historia y nuestras hambrientas televisiones necesitarán una nueva tragedia con que alimentarse.

El consumo de muerte que nos propone Telecinco (y otras teles, y algunos diarios digitales aparentemente respetables) es altísimo. Y muy selectivo: 21 adolescentes africanos ahogados en Tenerife no resultan suficientemente televisivos. La audiencia exige muerte ibérica, no extranjera. Solicita violencia caníbal, para que los culpables tengan rostro. Quiere ver fotografías de sus caras vivas, para poder imaginar cómo será el proceso de descomposición. Disfruta con las entrevistas a familiares y amigos de los muertos. Suplica que los menores sean entrevistados y utilizados. Exige un minuto a minuto del crimen, bucear en el Tuenti de las víctimas, meter el dedo en la llaga de los padres del cadáver...

Cuando escribo estas líneas, una y media de la tarde, en un avance informativo, Pedro Piqueras muestra un vídeo grabado con un móvil del supuesto asesino de Marta. Está con unos amigos, jugando, bromeando, enseñando los calzoncillos... Pedro Piqueras fue un día periodista. Hoy sólo es un coleccionista de sucesos. Un recolector de miserias que, junto a Nacho Abad, forma la columna vertebral de la televisión más apestosa que se puede ver en España en estos momentos.

Urbaneja, mientras, calla.

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