2009/01/05

> Iritzia: Bruno Bimbi > CUBA, LA REVOLUCION Y LOS GAYS

  • Cuba, la revolución y los gays
  • De la persecución contra los homosexuales al casamiento gay, a cincuenta años de la Revolución Cubana.
  • AG Magazine, 209-01-05 # Bruno Bimbi / Originalmente publicado en Diario Crítica
Cuenta el escritor chileno Pedro Lemebel que, estando en Buenos Aires, fue a una entrevista con Silvio Rodríguez, antes de un recital, y se animó a pedirle que hablara sobre homosexualidad y revolución. Le dijo Lemebel que muchos gays chilenos habían hecho propia su famosa canción sobre el unicornio azul, porque les parecía hablar de un amor perdido e imposible como los suyos. "Lamento que tú y tus amigos piensen eso", lo cortó en seco el cubano, molesto por la pregunta, y aclaró que la canción hablaba de un padre nicaragüense que le cantaba a su hijo guerrillero, muerto en combate. Por si quedaban dudas, agregó que su opinión sobre la homosexualidad era una sola: "Dentro de la Revolución, todo; fuera de la Revolución, nada". Lemebel quería consultarle por otras canciones, pero Silvio no aceptó más preguntas.

En el juego del adentro y el afuera de la Revolución, los maricones -o "pájaros", en el lenguaje de La Habana- habían quedado del lado equivocado. "Nunca hemos creído que un homosexual pueda personificar las condiciones y requisitos de conducta que nos permitan considerarlo un verdadero revolucionario. Una desviación de esa naturaleza choca con el concepto que tenemos de lo que debe ser un militante comunista", declaraba Fidel en 1965. Ese año, el gobierno revolucionario crea las Unidades Militares de Apoyo a la Producción, a las que son enviados todos los indeseables (homosexuales, curas, vagos, disidentes) a trabajar el la cosecha de la caña de azúcar "con el fin de ayudarlos para que puedan encontrar un camino acertado que les permita incorporarse a la sociedad", explicaba Raúl. Leyes y resoluciones oficiales ordenan excluir a los homosexuales de los empleos vinculados con la educación y la cultura, pero en 1975 son anuladas por el Tribunal Supremo. Las UMAP también se cierran, por las protestas de artistas e intelectuales, pero la tensión entre la aceptación y la represión de la homosexualidad recorrerá durante décadas el devenir de la isla.

"Se estaba haciendo una revolución y se empezaba casi de cero a fundar la Nación. Había que empezar por alfabetizar, ya que imagínate tú qué nivel cultural había. Hubo un primer período dominado por pensamientos estalinistas, por un socialismo muy dogmático, y estaban los que pensaban que había que recoger a los de pelo largo, a los homosexuales, a los religiosos, para 'reformarlos', porque el trabajo 'los endurecía y los hacía hombres'. Tenían ese pensamiento tan simple, tan vulgar, y hubo humillaciones. Eso estuvo muy mal y es muy bueno que estemos discutiendo en Cuba sobre estas cosas, porque hay que aprender de la historia para que no se repitan los disparates que en aquel tiempo se hicieron", respondió a este cronista Mariela Castro, hija del actual presidente cubano y directora del Centro Nacional de Educación Sexual, en una entrevista realizada para la revista Veintitrés.

Pablo Milanés, otro artista cubano emblemático, también fue muy crítico de la discriminación contra los gays y dijo que una señal de que aún están segregados es que "no hay maricones en el Partido" - ningún dirigente del PC cubano se animó a salir del armario. Para demostrar que sus cuestionamientos iban en serio, Milanés compuso una canción sobre el amor entre dos hombres en homenaje a su hermano, que es gay, y se dio el lujo de cantarla en la fiesta anual del mismísimo Teatro Karl Marx.

Fresa y chocolate
"No puedo esperar diez o quince años a que ustedes recapaciten, por mucha confianza que tenga en que la Revolución terminará enmendando sus torpezas. Tengo treinta años. Quiero hacer cosas, vivir, tener planes. Si fuera un buen católico y creyera en otra vida no me importaba, pero el materialismo de ustedes se contagia, son demasiados años. La vida es ésta, no hay otra. Aquí no me quieren, para qué darle más vueltas a la noria, y a mí me gusta ser como soy, soltar unas cuantas plumas de vez en cuando. Chico, ¿a quién ofendo con eso, si son mis plumas?", le dice Diego a David en el cuento "El lobo, el bosque y el hombre nuevo", obra genial del escritor cubano Senel Paz, llevada al cine por Tomás Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío. Diego es homosexual y se está yendo de Cuba, sabiendo que irse significa ya no volver y ser considerado un traidor; David es heterosexual, milita en la Unión de Jóvenes Comunistas y le debe a la Revolución la posibilidad de haber llegado a la universidad desde un pueblo del interior donde antes nadie habría podido. Por esas cosas de la vida, se han hecho amigos inseparables, luego de compartir un helado en el Coppelia -el de Diego, de fresa; el de David, de chocolate-. La película, muy crítica de la política oficial, ganó premios dentro y fuera de Cuba y produjo un debate social sobre la homofobia y el machismo que comenzó a empujar los cambios.

¿La revolución terminó enmendando sus torpezas, como esperaba Diego? "Al mismo tiempo que pasaban cosas muy lindas y muy revolucionarias, también pasaban estas cosas espantosas. La Federación de Mujeres Cubanas estuvo en contra de todo eso, y ellas fueron las que presionaron y consiguieron que en el Código Penal -heredado de España- se eliminara la homosexualidad como delito. Ahora se están haciendo modificaciones en el Código de Familia", responde Mariela Castro y explica que, entre las reformas que está discutiendo el Parlamento y que cuentan con el respaldo del gobierno, ya fue aprobada una ley de identidad de género que garantiza los derechos de las personas trans (incluyendo las operaciones de cambio de sexo en los hospitales, que allá son todos públicos y gratuitos) y está en debate otra ley que legalizará los casamientos entre personas del mismo sexo. La funcionaria aclara que no pueden usar el nombre "matrimonio" porque la Constitución cubana lo define, en su artículo 36º, como "la unión entre un hombre y una mujer", y hacer una reforma constitucional sería muy complicado. Sin embargo, asegura que "en la práctica vamos a garantizar que sea lo mismo que el matrimonio y las parejas de gays y lesbianas tendrán los mismos derechos, incluyendo la adopción".

"Yo creo que el matrimonio entre lesbianas u homosexuales puede ser perfectamente aprobado y que en Cuba eso no causaría un terremoto ni nada similar" declaró recientemente el ministro de Cultura de la isla, Abel Prieto, miembro del Politburó del Partido Comunista. Décadas atrás, su padre había escrito sobre los homosexuales que "hay que evitar que sean factores de contagio y procurar que no sean conductores de juventudes y tengan el menor contacto posible con la niñez". Ese cambio radical en el pensamiento, de una generación a la siguiente, no es una marca registrada de los comunistas cubanos, pero adquiere en la isla un valor especial porque la persecución contra los homosexuales había manchado el prestigio de la Revolución y fue exhibida allá afuera como evidencia de la falta de libertades en el país. "Estas cosas pasaron en el mundo, sólo que no trascendieron como las de Cuba, porque se quería desacreditar a la Revolución", dice la sobrina de Fidel y explica que así como la historia de las UMAP es indefendible, también es innegable que el recorrido de la represión al festejo de la diversidad no fue muy diferente en el resto de los países y en la misma época.

De la persecución a la legalización de los casamientos entre personas del mismo sexo, Cuba sigue revolucionándose a sí misma, desafiando a quienes creen que nada cambió en cincuenta años, y ahora pone a las naciones que condenaron sus pecados homofóbicos del pasado en el brete de quedar otra vez atrás en el reconocimiento de los derechos de los homosexuales. Quizás, luego de algunos años, Silvio pueda volver a responderle a Lemebel y descubra en alguna de sus canciones universos que no había reconocido al escribirlas, como en esa que dice: "A los tristes amores mal nacidos / y condenados por su rebelión / daré algún día mi canción de amigo / y fundiré mi vino con su vino / sin perder el sueño por la excomunión". Citándolo de nuevo, ojalá.

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