2009/11/18

> Berria: Indarkeria > INTENTA VIOLAR A UNA JOVEN EN EL PORTAL DE SU CASA EN EL CENTRO DE DONOSTIA

  • Intenta violar a una joven en el portal de su casa en el centro de San Sebastián
  • La víctima plantó cara al agresor, al que describe como un «chico con aspecto de niño bien», y logró que saliese huyendo. «Me metió en el portal a empujones y me arrojó al suelo». «Lo cuento porque cada vez hay más agresiones y nadie hace nada». «Era un chaval de 20 a 22 años con unos 'dockers' beiges y aire de surfero»
  • El Diario Vasco, 2009-11-18 # B. Olaizola . San Sebastián
Una joven de 27 años fue objeto de un intento de violación el pasado fin de semana cuando regresaba por la noche a su casa en el centro de San Sebastián. La mujer fue abordada en el mismo portal de su domicilio por su agresor, al que describe como un «niño bien». Tras un violento forcejeo que se saldó con la rotura del vestido y contusiones en todo el cuerpo, la joven consiguió por medio de sus gritos poner en alerta a sus vecinos y a algunas personas que pasaban por la calle. El potencial violador abandonó entonces a su presa y se dio a la fuga a pie hacia el Urumea.

La joven donostiarra contactó ayer con este periódico para narrar su experiencia y alertar de un fenómeno cada día más común. «Oyes hablar de cosas pero lo último que piensas es que te pueda llegar a pasar a ti. Si me he decidido a contarlo es porque la propia Guardia Municipal me dijo cuando fui a poner la denuncia que cada vez hay más agresiones de este tipo y nadie hace nada por evitarlo».

Su peripecia empezó cuando regresaba a su domicilio, situado en un edificio del Ensanche donostiarra, hacia las tres de la madrugada del domingo. «Volvía sola a casa después de haber estado con unos amigos y me puse en alerta porque vi que en la misma calle había un hombre mayor que parecía estar borracho hablando solo. Pasé junto a él y le perdí de vista pero, por si acaso, cuando ya estaba cerca de mi casa eché una mirada atrás y no vi a nadie».

Un chico rubio
La joven sacó del bolso las llaves del portal y abrió la cerradura. Justo en ese momento notó la presencia de una persona a su lado. «Al principio me quedé desconcertada porque tenía todavía en la cabeza la imagen del borracho y de repente me encontré con un personaje totalmente distinto. Era un chico joven con el pelo rubio y con pinta de niño bien».

El desconcierto apenas duró unos instantes. Los pocos que transcurrieron hasta que el extraño dejó claro cuál era su propósito. «Yo ya había abierto la puerta y me agarró por la cintura, me metió a empujones dentro del portal y me arrojó al suelo». La joven perdió el sentido del tiempo. «Me rasgó el vestido y me intentó violar. Yo me resistí y empezamos a forcejear y a pelearnos en el suelo. Él había conseguido cerrar la puerta del portal y yo sólo pensaba en escaparme y salir a la calle en busca de ayuda».

La víctima no conseguía zafarse de su agresor aunque los gritos que había empezado a proferir llamaron la atención de los ocupantes del inmueble. Se oyeron voces de vecinos que se asomaban a la escalera y alguien activó el interruptor de la luz. Al ver que las cosas se torcían, el potencial violador soltó a su presa y salió del portal para emprender la fuga a pie. Su víctima, jadeante y con el vestido roto, tuvo el arranque de ánimo suficiente para asomarse a la calle. Quería ver hacia dónde se dirigía. «Se fue corriendo hacia el Urumea», puntualiza.

A esas alturas, en el portal se habían concentrado vecinos que habían bajado de sus casas y transeúntes que se habían acercado al lugar alertados por los gritos. La joven recuerda la imagen de su bolso tirado en el suelo y abierto de par en par. «No quería robarme, quería violarme. Si me hubiese agredido por dinero se hubiese llevado el bolso pero ni siquiera lo llegó a tocar».

Denuncia
Sin apenas tiempo de asimilar lo ocurrido, la mujer se dirigió con paso decidido a la cercana comisaría de la Guardia Municipal. En su cabeza sólo había sitio para una idea: alguien tenía que parar los pies a aquel individuo. Tras formular la denuncia, los agentes le mostraron retratos de algunos sospechosos pero ninguno coincidía con el aspecto de su agresor. «Eran casi todos inmigrantes y el que me intentó violar no tenía nada que ver con ese perfil. Era un chaval de 20 a 22 años, rubio y bien vestido, con unos pantalones dockers de color beige y una camiseta marrón. Tenía aire de surfero y si lo ves en la calle, lo último que sospechas es que pueda ser un violador».

Pese a lo ocurrido, la joven es consciente de que ha sido «afortunada» porque pudo hacer huir a su agresor. «No me considero especialmente valiente pero pude reaccionar. Los guardias me han dicho que algunas víctimas se llevan tal impresión al ser abordadas que son incapaces de plantar resistencia. Igual fue que yo ya iba con la alarma encendida por lo del borracho y eso me hizo ponerme en guardia desde el principio».

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