- Javier Urra . Psicólogo: «Los chavales ya no saben lo que son los límites»
- El experto alerta ante la banalización de la sexualidad y el rebrote de machismo que se percibe en un sector importante de las nuevas generaciones
- El Correo, 2009-07-20 # Isabel Urrutia . Bilbao
Un caso espeluznante, pero no único. Ayer mismo, otros siete menores -varios de trece, catorce y quince años-, eran detenidos en Isla Cristina, Huelva, por abusar de otra niña la madrugada anterior.
El psicólogo Javier Urra, ex presidente de la Red Europea de Defensores del Menor, conoce al dedillo la evolución de la juventud española y no disimula su preocupación. «La inmensa mayoría educa muy bien a sus hijos, pero estos hechos no son aislados. En esta sociedad hay un factor contaminante, tóxico, grave, que transmite la idea de que todo vale. Los chavales ya no saben lo que son los límites... Fallan los diques de contención que ponen freno. En definitiva, está fallando la educación», advierte el autor de 'Educar con sentido común' (ed. Aguilar), una hoja de ruta que ayuda a los padres a meterse en la cabeza de sus hijos para dejarles clara la frontera entre lo admisible y lo prohibido.
-Llama la atención que abusen de una niña a las seis de la tarde, a plena luz del día y en mitad de un barrio.
-Pues, fíjese, a mí no me sorprende. Refleja la banalización de la sexualidad. Estos chavales no tienen un sentimiento de que lo que han hecho está mal. Si así fuera, lo habrían hecho a oscuras y en un ascensor, donde nadie pudiera verlos.
-¿Cómo se ha llegado a este extremo?
-Vivimos en un clima pernicioso. Sin valores. Prima el 'todo vale'. Sin ir más lejos, no hay más que ver la televisión... Ya sabe, programas con el típico tío que está con una, luego con otra y dice barbaridades de los hijos; cámaras en habitaciones con muchachos de 30 años que dan una imagen vaga, sucia... Se impone la zafiedad. Eso es sumamente lesivo. No se transmiten criterios claros, limpios, nada que favorezca la convivencia y el respeto al prójimo. Al final, todo eso va dejando un poso.
-Y los padres, ¿en qué fallan?
-Yo les recordaría algo fundamental, que cultivar la autoestima del crío es importante pero, por favor, hagamos hincapié en el valor y la estima de los demás. Ésa es una de las grandes asignaturas pendientes: la educación emocional profunda. ¡Deben saber ponerse en el lugar del otro!
-Por ejemplo, que sepan que cuando una mujer dice 'no' es que 'no'.
-Efectivamente. Eso pocos varones jóvenes lo tienen claro. Es un tema complejo y no le veo fácil solución. Hay un rebrote de machismo entre la juventud, y eso lo estamos viendo cada vez a edades más tempranas.
-¿Causas?
-Son muchos los factores que entran en juego... Yo me centraría en dos: por una parte, el empuje de las mujeres, que desubica a muchos adultos y les hace reaccionar con agresividad y desprecio. Todo eso lo perciben los chavales, que terminan poniéndose a la defensiva y actúan con prepotencia ante las chicas. En cuanto al segundo factor, no perdamos de vista la realidad española.
-¿A qué se refiere?
-No seamos timoratos. En nuestro país, cada catorce kilómetros tenemos un 'puticlub'. Hay chicos que tienen padres y tíos muy majetes, que están todo el día de putas. Ése no es el mejor ambiente para educar en el respeto a las mujeres. Además, se abusa del alcohol y se cae en el 'zapping' emocional: hoy con una, mañana con otra... Una superficialidad que, por cierto, también se da entre las chicas. Hay muchas relaciones sexuales no queridas, que surgen sin más ni más, como si no tuvieran importancia. Y no, no es así. Siempre afectan. Siempre dejan huella.
La Ley del Menor
-Los adolescentes se inician a edades cada vez más tempranas en el sexo.
-Mire, ocurre que se incentiva algo que no les es propio. ¡Todo a su debido tiempo! A los críos de trece años lo que les toca es jugar, ligar... No puede ser que veamos chicas de trece años con una forma de vestir que no es propia de una niña. Van como una mujer mayor y, además, qué tipo de mujer... Por no hablar de chantajes emocionales gravísimos que sufren las niñas, cosas del tipo 'si no me acuesto con mi novio, me dejará'. Todo esto es muy, muy grave. Un clima insano, tanto para ellos como para ellas.
-Se ha reabierto el debate sobre la Ley del Menor. La madre de la joven de Baena exige que los menores violadores no queden impunes.
-Claro. Y yo, en este tema, mantengo mi postura. No me parece mal que se modifique la norma. Ahora bien, estoy convencido de que la cuestión no reside tanto en el endurecimiento de las penas sino en el límite de edad. Habría que bajarlo a los doce años.
-¿En qué supuestos?
-En los casos de violación, homicidio y multirreincidencia. Entendiéndolo, evidentemente, como un fracaso total.
-Y con el peligro de que, al poco tiempo, se pida otro cambio.
-Ya, ya, que se baje a los diez años... No, si a este paso tendremos que llevar a los bebés a juicio. Terrible. O educamos como se debe o vamos muy mal. Le recuerdo que hemos multiplicado por ocho el número de centros de reforma en España. ¡Están llenos! Hay nada menos que 72.000 adultos en las cárceles. Somos el país que, proporcionalmente, tiene más presos en Europa. Y un 5% están privados de su libertad por ser abusadores sexuales.
-¿Estaría de acuerdo con un endurecimiento de las sanciones?
-Pues sí, conforme. Pero, ojo, no olvidemos el costo que eso conlleva... Por eso, más valdría apelar al viejo axioma de Pitágoras: 'Educad a los niños y no será necesario castigar a los hombres'. Yo insisto en lo que le decía al principio: al chaval tenemos que recordarle que hay límites, que no se pueden hacer determinadas cosas bajo ningún concepto. Debemos dejarle claro que tener relaciones con una chica en contra de su voluntad echa por los suelos su propia dignidad. Se convierte en un ser indigno. A raíz de estos últimos casos, no vendría mal que todos los padres miraran a los ojos a su hijo y le preguntaran: 'Oye, en las fiestas del pueblo, si algo así llegara a ocurrir, si te encontraras en medio de un grupo que acorrala a una chica, ¿tendrías capacidad de decir 'no' a ese grupo?'.
-Y usted, como psicólogo forense, ¿qué les diría a los agresores de la niña de Baena o de la de Huelva?
-Les haría la gran pregunta: '¿Qué te parecería si hubieran hecho esto a tu hermana?'. Se lo soltaría a cada uno, por separado y en mi despacho. A bocajarro.
-¿Qué piensa que le responderían?
-'Los mataría'. Conozco muchos casos similares y seguro que dicen algo así. Qué paradoja, ¿no? Clara señal de que algo no funciona. Está mal, sí, pero no cuando lo hacen ellos. Tienen la idea de que pueden hacer lo que les da la gana. Son chavales nihilistas y hedonistas, que sólo piensan en su placer. Primero yo, y luego yo. Ésa es la sociedad que estamos fomentando. A ver si nos damos cuenta de una vez y le ponemos remedio entre todos.
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