- Inmaculada Mujika, socióloga y directora del centro Aldarte: "El día en que una lesbiana, desde un puesto de relevancia, diga que lo es, van a cambiar las cosas"
- Cuarenta años después de los incidentes de Stonewal sigue sin haber ni una sola mujer en la televisión, en la política o en el mundo de la cultura dispuesta a "abanderar el lesbianismo". Hasta que eso no ocurra, Mujika insiste en que la visibilidad entre las mujeres seguirá siendo muy baja
- Noticias de Alava, 2009-07-02 # Elena Arteagoitia .Vitoria
¿Es importante dar voz a las lesbianas, no? Porque, en pleno siglo XXI, muchas de ellas se siguen escondiendo, lamentablemente.
Existe todavía un problema de déficit de visibilidad con respecto a los hombres gays. Todavía hay mucho planteamiento de miedo, de vergüenza y de imposibilidad de hacerse visibles en todos los ámbitos cotidianos. Cabe destacar que dentro del colectivo, las menos visibles son las adolescentes y las mujeres mayores, entre las que todavía prima la ocultación, el secreto y la clandestinidad.
¿Se ocultan las mujeres lesbianas o las oculta la sociedad?
Son obstáculos surgidos de prejuicios sociales hacia la homosexualidad, el lesbianismo y la transexualidad, es decir, de prejuicio hacia todo lo que significa diversidad. Si algo siempre destacamos es que las vergüenzas propias, el sentirse inferior moral por tener una determinada sexualidad, no proviene de uno mismo, sino de unos criterios sociales que te hacen sentir vergüenza. A partir de ahí se originan estos obstáculos. Luego es verdad que cómo gestionar el prejuicio social a nivel individual es diferente; hay mujeres que se atreven más y son visibles al cien por cien, y hay otras que a nivel personal no consiguen superar los obstáculos.
¿Y por qué ellos lo tienen más fácil que ellas?
Porque estamos en una sociedad bastante machista donde hay muchas diferencias entre hombres y mujeres a todos los niveles, y las hay también en cómo vivimos la sexualidad. La homosexualidad de los hombres está a nivel social más permitida, se les deja ser más explícitos y encima se les fomenta más.
En este sentido, supongo que los medios de comunicación tienen mucho que ver, resulta normal ver presentadores y tertulianos gays.
Sólo tenemos mujeres públicas lesbianas de carácter virtual, es decir, las que salen en las series. No hay, como ocurre en la homosexualidad masculina, gays reales, como políticos, actores... El día en que una mujer lesbiana, desde un puesto de relevancia social, diga que lo es, creo que van a cambiar bastante las cosas, porque tendremos un referente público importante.
El lesbianismo, en cambio, sí tiene presencia en círculos más íntimos.
Es algo que queda muy patente en todos los estudios que hemos realizado. Cuando se les pregunta a quiénes cuentan que son lesbianas, explican que a sus círculos afectivos más cercanos: a la familia y a las amistades. El problema real de la visibilidad está en el terreno más público. Está en el trabajo, donde sólo un 10% lo hacen público, o en la política, o en el mundo de la cultura..., donde no hay ni una sola lesbiana que se atreva a abanderar el lesbianismo.
Pero incluso en el entorno familiar, no todos conocen ese secreto.
Es cierto. Tan sólo el 32% se lo cuenta a su padre, ellos son los últimos en enterarse. Muchas veces es por el papel que juega en la familia, ya que se suele mostrar normalmente distante con los problemas que tienen sus hijos, y ellos prefieren contárselo a su madre.
¿Y en el trabajo, cómo repercute dar una noticia así?
Normalmente creemos que la mujer no es despedida por decir que es lesbiana. Depende del entorno laboral, porque no es lo mismo trabajar tras una ventanilla en el sistema funcionarial o en una empresa privada. Vemos, por ejemplo, que es más fácil ser visible en entidades como Osakidetza o Hacienda. En cambio, en Educación, las profesoras lesbianas tienen muchos problemas para hacerse visibles de cara al alumnado ya que temen ser objeto de burlas. En el entorno privado también se da mucho déficit. Ahí la gente se guarda más estas noticias. De todos modos, es difícil probar si alguien ha sido despedida por ser lesbiana, o si ha habido bullying laboral por esta causa, como sabemos que lo hay.
El pasado domingo, en la manifestación del Día del Orgullo Gay celebrada en Vitoria, se empleó "el ataque" y la provocación para reivindicar los derechos de los colectivos homosexuales. ¿Cree que es la estrategia más acertada?
Yo creo que no. En Bilbo, por ejemplo, organizamos una manifestación en la que la pluralidad de gentes fue bastante amplia, y logramos una participación numerosa. Ellos verán cual es el resultado de esta estrategia, pero creo que no es la manera de transmitir el mensaje al mundo. Nosotros en Aldarte no empleamos ese método desde luego. Nos esforzamos por que un mayor número de personas se hagan eco de lo que decimos.
Aunque sólo sea una vez al año, las protestas del Orgullo recuerdan a cuando, hace 30 años, las lesbianas salían a la calle a reivindicar sus derechos coincidiendo con el resurgir de los movimientos feministas. ¿Cree que la lucha ha perdido intensidad?
Es evidente que, a medida que un movimiento va consiguiendo logros sociales, como lo está consiguiendo el movimiento gay-lesbo-trans, como la identidad de género o el matrimonio homosexual, puede parecer que va perdiendo intensidad. Pero no hemos hecho más que empezar porque todavía hay muchos temas que queremos que se vayan afinando como el tema de la educación o el de la visibilidad de las lesbianas.
¿Cree que la igualdad vendrá con las nuevas generaciones?
Yo espero que sí. Esto empezó en el año 1969 con los acontecimientos de Stonewall, y desde entonces no hemos hecho más que avanzar. Soy consciente de que yo no voy a ver el día en que haya total igualdad y respeto, pero por qué no pensar que en un futuro las nuevas generaciones lo pueden conseguir.
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