- "Vejaciones" en la academia policial
- 12 'ertzainas', acusados de simular la violación de dos aspirantes al cuerpo
- El País, 2009-02-02 # Aitor Guenaga • Bilbao
Si se sube el volumen de la grabación, realizada a escondidas por la segunda persona que ha denunciado haber sido objeto en dos ocasiones del cucharón (Luis Miguel H. C.), se escuchan las risas del resto de agentes. Risas frente a los gritos desgarradores de la víctima. "¡No, no!", repite, mientras el supuesto agresor empuja su cuerpo desnudo de cintura para abajo contra la víctima simulando una penetración. "Me bajaron los pantalones y el compañero Eneko Enrique L. de V. se bajó los suyos y empezó a empujar friccionando contra mi zona anal como si me estuviera dando por el culo", explica en su denuncia una de las víctimas.
Tuvieron que pasar 17 meses para que los dos alumnos agredidos -que finalmente no sacaron la plaza- vencieran el "bloqueo mental", la "vergüenza", el "miedo" y "la indignación" que les supuso esa vejación para acudir a la vía penal. Durante muchos meses, sólo un profesor del colegio Salesianos de Barakaldo estaba en el secreto de la vejación. "Me dijo que le hicieron una putada, que le engancharon entre varios, le bajaron los pantalones y otros se los bajaron e hicieron ademán de darle por el culo", reveló ante el tribunal de lo Contencioso.
Las dos denuncias penales se formalizaron el 17 y el 25 de enero de 2008. Una agresión que fue calificada por el magistrado ponente de la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Superior de Justicia vasco José Antonio Alberdi de "broma" que, con independencia de "lo denigrante e impropio para la institución" , "no es expresiva por sí misma de una situación de acoso moral", aunque sí de una "humillación puntual". Haciéndose eco de esa sentencia, dictada en julio de 2008, la juez de Instrucción número 1 de Vitoria, Susana Junquera Bajo, que ha investigado las denuncias penales, ha sobreseído la causa abierta contra el presunto agresor y otros 11 ertzainas (todos en activo) acusados de participar en las tres agresiones, ocurridas en febrero de 2006 y el 20 y 23 de junio siguientes.
"Puede darse por válido que los denunciantes fueron sometidos a la broma denominada del cucharón (...) y que se tratara de una humillación puntual, pero en ningún caso puede entenderse que ese comportamiento se reiterara de manera persistente en el tiempo de forma que los denunciantes fueran desprovistos de su dignidad de un modo tan grave que constituya un delito contra la integridad moral", dice la juez en el auto de sobreseimiento notificado el 5 de enero. Y señala que aunque los hechos constituyeran una "falta de vejaciones injustas", esta habría prescrito porque transcurrieron más de seis meses entre la agresión y la denuncia. El auto está recurrido.
El caso Arkaute se ventila en dos tribunales. En lo Contencioso, donde los dos aspirantes a ertzaina recurrieron su exclusión de la policía aduciendo que una de las pruebas, en la que sacaron un cero (el sociograma) y por la que finalmente no alcanzaron la puntuación mínima, estaba "viciada de raíz" por la situación de "acoso moral" a la que fueron sometidos por una "camarilla dominante" liderada supuestamente por el principal agresor. El Tribunal Superior rechazó en julio una de las demandas (la de Luis Miguel), recurrida ante el Supremo. La de Iñaki está pendiente de sentencia.
En la vía penal, el fiscal Fernando Gómez Recio informó de que no había elementos para acusar porque "no existen pruebas gráficas de los hechos denunciados, pues la grabación aportada es de escasa visibilidad" y los testigos no han corroborado "las versiones de los denunciantes". Pero, como apunta la acusación en su recurso, "los delincuentes, al tiempo que coinciden en negar su imputación en los hechos, suelen oponerse a que se filmen sus fechorías". Y pese a todo, Luis Miguel se arriesgó para grabar la agresión de Iñaki. En la instrucción se han denegado pruebas: careos, que la Policía Científica identifique a los ertzainas que aparecen en la grabación y las declaraciones de la directora de la academia y del profesor de Salesianos. Todos los acusados, que niegan los hechos, definen el cucharón como una "montonera", en la que "participaban también los denunciantes", sin connotación sexual.
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