- ¿Quién lava los platos en casa?
- Educación para la Ciudadanía lleva los temas cotidianos a los alumnos de primaria. Los estudiantes dicen que las madres siguen llevando el peso del trabajo doméstico. Lo que menos hacen los padres es coser y la cama; lo que más, cocinar y comprar
- El País, 2009-10-28 # Sebastián Tobarra . Barcelona
La asignatura es nueva. El año pasado Educación para la Ciudadanía arrancó en secundaria. Hace sólo mes y medio que ha aterrizado en todas las escuelas entre los alumnos de quinto o sexto de primaria, a escoger.
¿Sobre qué instruye esta asignatura? Sobre las costumbres en otros países, el civismo, comentarios sobre noticias o los derechos de los niños. Pero hoy el tema es el reparto de las tareas domésticas. La maestra pide silencio e insiste en confirmar la tesis de partida: todos en la familia deben colaborar en las tareas de casa. ¿Es así?
"Vamos a leer el capítulo de hoy". Todos buscan el capítulo del libro de texto sobre el reparto de las funciones domésticas. Entre varios niños lo leen. Alex, uno de los protagonistas de la historia libresca, es el personaje perezoso de este capítulo, el antihéroe. No hace nada en casa: ni limpia, ni plancha, ni pone la lavadora, ni cose, ni compra, ni ayuda en la cocina.
-¿Es así en vuestras casas? -inquiere la maestra-. ¿Os parece bien lo que hace Alex?
-¡Noooo! -dicen a coro.
La maestra les pregunta cómo se hacen las tareas domésticas en sus casas. Les reparte un cuestionario y los alumnos van saliendo a la pizarra. Las conclusiones son: la mayor parte de las tareas recaen sobre las madres, que muchas veces también trabajan fuera de casa, y a veces sobre los hijos, quizás más sobre las hijas.
Lo que menos hacen los hombres es la cama. Sólo dos de los 24 alumnos de clase contestan que su padre la hace habitualmente, sólo tres cosen, otros tres ponen o recogen la mesa y cuatro limpian la casa.
Queda claro que lo que más hacen los padres de los alumnos de esa clase es cocinar (en 14 casos) y comprar (en siete casos).
-¿Podemos vivir sin hacer las cosas de casa? ¿Sin cocinar, por ejemplo? No, ¿verdad? -pregunta la maestra.
-¡Nooo! -responde un murmullo general.
-Sí, comiendo pizza -dice una alumna.
-No, te pondrías muy gordo -responde un alumno.
-Es supercaro comer pizza cada día -tercia otro.
-Pero ¿es bueno comer siempre pizza? Claro que no -interviene la profesora-. ¿Podemos vivir sin lavar la ropa? -añade.
-¡Es asqueroso! -exclama una niña.
-Pero alguien tiene que hacer que la ropa esté limpia. Todos tendríamos que hacerlo o ayudar -señala la maestra.
La clase deriva en lo que hacen los alumnos y sus hermanos. Nuria limpia su habitación una vez por semana, Xavier va a comprar y ayuda en otras cosas, Alexandra dice que ayuda, pero su hermano no sabe limpiar los platos. "¿Os lo creéis?", pregunta la maestra. Se oye una negativa general.
¿Estos chicos limpiarán los platos ahora y de mayores?, ¿pondrán la lavadora? Nadie lo sabe, pero puede que sí porque empiezan a aprenderlo a los 11 años. Entretanto, ¡pobres madres!
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