- Asesta 20 cuchilladas a su hija al descubrir que salía con un joven que no es musulmán
- El agresor, que imponía estrictas normas religiosas a su familia, atacó a la chica e hirió a otros dos hermanos en Portugalete
- El Diario Vasco, 2009-07-29 # J. Domínguez . Bilbao
El padre y sus cuatro hijos vivían desde hacía seis años en este piso de Portugalete. La familia no había causado problema alguno en el vecindario ni se oían discusiones en el hogar. Pasaban desapercibidos. Los vecinos describen al acusado como «muy religioso». Sus hijas salían siempre a la calle con el 'chador', el pañuelo que les cubre la cabeza. Al parecer, las mujeres de la casa tenían absolutamente prohibido estar con hombres que no fueran de la familia. Hasta hace unos días vivía con ellos otra hermana, pero hace muy poco que se había ido a Marruecos para casarse.
La brutal agresión se desencadenó alrededor de las once y media de la noche del lunes en el sótano del número 9 de la calle Ruperto Medina de Portugalete. Según apuntan fuentes cercanas a la investigación, el padre descubrió una foto que demostraba la relación de su hija con un joven que no es musulmán. El acusado, que según algunas fuentes estaba ebrio, montó en cólera y atacó con un cuchillo a su hija. La joven recibió 20 puñaladas.
La hermana pequeña, de 18 años, trató de interponerse entre su padre y la víctima y fue alcanzada por dos cuchilladas. El chico intentó también frenar al agresor, que le propinó un puñetazo en la cara. En el forcejeo, el joven resbaló con la sangre esparcida por el suelo y cayó por las escaleras. Sufrió numerosos traumatismos.
La víctima, malherida, logró huir al descansillo. Una vecina abrió la puerta alertada por los gritos y se encontró a la joven, ensangrentada y con numerosas heridas. «La chica se refugió en uno de los pisos», relataba ayer una testigo. La vecina que recogió a la muchacha llamó a la Ertzaintza. «Oí chillidos, golpes en la persiana y una bronca tremenda, por lo que avisé a la Policía Municipal», explicaba otra residente, Mari Carmen Dos Santos. Escuchó el momento en el que el padre y el hijo enzarzaron en una pelea. «Se estaban agarrando y gritando en su idioma», relató. A los pocos minutos llegaban al domicilio dos ambulancias de la Cruz Roja. Según detalló una mujer que vive en el piso de enfrente, «hubo un jaleo tremendo y varios sanitarios salieron gritando que una mujer se estaba desangrando dentro».
Unas chicas «muy majas»
La Ertzaintza detuvo al presunto agresor en el mismo edificio. «Gritaba que no quería irse». El hombre, que tenía su ropa ensangrentada, llevaba en el bolsillo del pantalón una navaja, supuestamente el arma utilizada en la agresión. Los policías encontraron heridos a los otros dos hijos del acusado.
La joven apuñalada fue evacuada en estado grave al hospital de Cruces, donde tuvo que ser intervenida quirúrgicamente. Ayer se mantenía estable dentro de la gravedad en el área de reanimación, según el parte médico facilitado por el centro médico. Además de las heridas por arma blanca, revela la presencia de un neumotórax.
Los vecinos asistían a las pesquisas policiales en medio de una gran conmoción. No podían creerse lo sucedido. Sobre todo con una familia que «no había dado nunca ningún problema». Es más, la mayoría aseguraba desconocer al detenido, a pesar de que llevaba unos seis años viviendo en el piso. «Siempre pasaba por la acera con la cabeza baja y, aunque saludaba, no solía pararse a hablar con nadie», subrayaba la regente de un bar cercano. Les extrañaba, al parecer, estuviera ebrio. «Es muy religioso. Los musulmanes no pueden probar el alcohol y resulta muy sorprendente que mostrase signos de embriaguez. Nunca se le había visto así».
Otro residente, Fernando Rodríguez, conoce a las dos hermanas. «Son muy majas y a veces se paraban a hablar conmigo». Este vecino se permitía hacer alguna broma a las chicas y les preguntaba si tenían novio. «Sí, en Melilla, me respondían riendo». Según explicó, las jóvenes salían a las cinco de la mañana a trabajar y no regresaban hasta cerca de las nueve de la noche. «Iban hasta Plentzia, porque me decían que hacían el transbordo del metro en San Ignacio». Del padre no conocía «oficio ni beneficio, ni tampoco quiero saber nada porque, si ayer llego a tener una pistola, le mato». «Mucho no debía hacer porque, a pesar de que ellas apenas descansaban, se quejaban siempre de que no conseguían reunir dinero para visitar a su familia en Marruecos», recriminaba.
A última hora de la tarde de ayer, agentes de la Policía Científica continuaban en la casa recogiendo pruebas. El detenido está acusado de un delito de homicidio en grado de tentativa y dos delitos de lesiones.
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