2009/04/22

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  • Por los derechos de los gays y lesbianas dominicanos
  • Tecnología Urbana, 2009-04-22 # Juan Jiménez Coll • Gay, arquitecto y consultor espiritual
Es una pena que en pleno siglo XXI cuando ya el mundo empieza a poner en práctica leyes que inician la reparación que no la curación de los daños infringidos por las religiones, la discriminación social, la política y la ciencia médica sobre los homosexuales y lesbianas, todavía tengamos que escuchar sacerdotes y profesionales de todas las áreas expresarse tanto en público como en privado, en términos altamente indignantes y más cuando estas elucubraciones y violentas afirmaciones se hacen sin el más mínimo reparo ni consideración a través de los distintos medios de comunicación de masas.

Escuchar la máxima figura de la iglesia católica referirse a la homosexualidad igualándola a la pedofilia y a la delincuencia; rebajar el amor homosexual, un amor de excepción, al daño consciente y malicioso hacia niños o niñas es verdaderamente un hecho ignorante. Sorprende además en una institución con altas estadísticas de este infanticidio, o ¿es quizás que la referencia homosexual más cercana y conocida para la iglesia sea la pedofilia? Los amores de excepción más extraños los vemos en la misma Biblia cuando un hombre de 90 años como José se desposa con una niña de 14 años como María, hablamos del referente de amor más puro y anormal conocido pues no es lo común a nuestra imperfecta humanidad casarnos para no tocarnos jamás.

Saber que tenemos profesionales de la conducta lo suficientemente preparados y actualizados para levantar su voz en defensa de esta parte de la población que necesita con urgencia vivir sanamente la expresión de su sexualidad y ver como NINGUNO se atreve a criticar o cuestionar jamás a quien patea y degrada y hace daño consciente y malicioso a la población homosexual. Es hermoso ver como esta sociedad se unifica y se solidariza con todo aquello que pueda revestirla del hermoso traje de la bondad cuando se trata de causas no controversiales o que exijan una opinión valiente y contradictoria. Podrían nuestros profesionales de la conducta tener la percepción de cómo se siente un niño homosexual, porque los hay, los veo y yo mismo lo fui y cada palabra denostante la traigo grabada en mi corazón y cada rechazo lo llevo en el alma. Que se siente al escuchar un prelado hablar negativamente sobre los gay en tu colegio ante tu grupo de amiguitos que te conocen y saben que lo eres, o en tu trabajo escuchar cómo se burlan y te señalan. Que de santo puede tener un sacerdote que te aconseja casarte y tener hijos para cubrir tu situación, engañando en lo más sagrado a una persona inocente. Que de normal o sana puede tener una sociedad que practica la hipocresía, la falsedad, la mentira y la doble moral. Que de justo puede tener un país que excluye en sus derechos más elementales a un sector altamente productivo, inteligente y capaz como los gay. Como se puede ser serio al afirmar que eres un delincuente y no te apresan, como se puede ser medico saber que la homosexualidad no es enfermedad, decirte que estás enfermo sin saber cómo curarte y ni siquiera aliviar tu dolor, como se puede ser católico igualarte a un pedófilo y hacer misa contigo. Como vivir copiando y exaltando todo lo que viene del extranjero menos la ley de libertad sexual que ya se está aplicando en las naciones más civilizadas (me pregunto qué haremos si tenemos que recibir la visita de una alcalde gay como el recién electo de Berlín.) Como se puede ser hermano y esconderte de los demás, no visitarte, no interesarse en tu intimidad porque aprendieron desde pequeños a avergonzarse de tener un hermano así, ¿es esta una buena norma de unión familiar? Como ser amigo cuando no te puedo decir lo que me gusta, como serlo fingiendo gustarme lo que no me gusta, como serlo sabiendo lo que eres pero fingiendo que no me doy cuenta.

En verdad estoy cansado de vivir en República Dominicana un país en el mismo trayecto de la homofobia donde un hombre heterosexual no puede llorar, ni vestirse de rosado, nunca verse al espejo, no puede ser tierno porque sería débil, no puede elegir ciertas profesiones porque es señalado, debe beber alcohol, fumar o tener algún vicio conocido, ser drogadicto antes que gay, debe hablar duro y mal, comerse las eses para no ser peligrosamente fino, caminar con torpeza llevándose a todos por delante sobre todo al conducir, robar y engañar en su trabajo para no ser pendejo, no gritar si le duele y jamás asustarse, y sobre todo tener muchas pero muchas mujeres en la época del SIDA. En fin un país donde puedo ser de todo menos homosexual, un país donde la libertad se escribe en los periódicos y solo es un reporte para la OEA o la ONU o un buen documental para que vengan turistas.

No se nos hace un favor reconociendo nuestros derechos en la Constitución, es la sociedad la que gana aceptando verdaderamente en el seno de nuestras familias a niños y niñas diferentes con la oportunidad de ser tratados con respeto desde el mismo instante en que manifiesten gustarle cosas señaladas como femeninas o masculinas dependiendo de la interpretación y de los deseos de los demás sin respeto alguno a la individualidad. Es la oportunidad de iniciar un cambio social hacia una República Dominicana sinceramente democrática, autentica y respetuosa con los derechos humanos de todas y todos sus ciudadanos.

Los conceptos religiosos suelen ser, revestidos de un aura de infalibilidad inexistente, altamente discriminantes y son gérmenes también de violencia. La espiritualidad nuestra debe ser revisada para constituir un verdadero reflejo de la pluridiversidad de credos existentes. Todos los pecadores disfrutan de derechos y deberes, ¿Por qué los homosexuales y lesbianas no podemos tener acceso a una vida con dignidad?

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