Antonio Abenza, ayer, delante del Gran Teatre Liceu, lugar donde fue detenido en 1966. / Foto: Josep Garcia
- Los gais temen ser los grandes olvidados de la memoria histórica
- Un libro recoge la represión que sufrió el colectivo durante la época franquista
- El Periódico de Catalunya, 2009-04-22 # Sara González • Barcelona
La obra, coordinada por Eres y Carlos Villagrasa, profesor de derecho civil de la Universitat de Barcelona, ha sido elaborada a partir de aportaciones académicas y profesionales e incluye las vivencias de las víctimas. Fue presentado en el altillo del Cafè de l'Òpera, antiguo punto de encuentro clandestino. "En España se ha dado poca importancia a la persecución de los homosexuales", afirmó Villagrasa. El colectivo lamenta que hasta el momento "solo existan un par de documentales, dos historias noveladas y algunos estudios académicos". "Todavía no hemos roto el silencio", dijo Eres.
Uno de los capítulos más destacados es el del historiador Víctor Manuel Bedolla, quien ha logrado acceder a los archivos policiales, judiciales y penitenciarios catalanes de la época y está estudiando los mecanismos represivos ejercidos contra los homosexuales. El libro también habla de la invisibilidad de las mujeres lesbianas durante ese periodo y analiza las conexiones del franquismo y el nazismo. En España se abrieron 50.000 expedientes y 5.000 fichas policiales a personas por su orientación sexual y, según Eres, hay documentos que acreditan que a algunos arrestados se les practicaron electrochoques y se les hicieron lobotomías como terapia psiquiátrica.
El testimonio
"Invertido sospechoso". Esta calificación en la ficha policial justificaba, en 1966, que Antonio Abenza (62 años) fuera arrestado y condenado a prisión. "Entonces solo tenía 18 años. Bajaba por la Rambla de Barcelona con un amigo y dos hombres que vestían gabardina se acercaron a nosotros. Sacaron una pistola y nos dijeron que, si nos mo-
víamos, nos pegaban un tiro. Entonces nos arrestaron y nos encerraron en la Modelo. Yo estuve un mes", recordó Abenza. La apariencia física, los gestos amanerados o el simple chivatazo de un vecino eran suficientes para que los grises actuaran.
Un año más tarde, Abenza fue de nuevo detenido. Esta vez en Palma de Mallorca. Al parecer, algún vecino explicó a los agentes que vivía con otro hombre. El barcelonés estuvo un mes más en la cárcel. "Llegué a pensar que realmente era un delincuente. Los daños psicológicos causados son muy grandes. Tras estar en prisión, siempre me he encontrado con barreras para encontrar trabajo", aseguró Abenza, quien está pendiente de cobrar la indemnización de 4.000 euros aprobada por el Estado por haber estado en prisión dos meses, una cantidad que Eres calificó de "ridícula".
"Franco murió en 1975, pero ha dejado reminiscencias en nuestra cultura. Actualmente las religiones se han unido en una cruzada contra la homosexualidad. La función de este libro es recordar esta persecución que aún no ha acabado", concluyó Villagrasa.
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