- "¡Nos tiramos y nos escapamos!"
- La niña que se tiró del furgón para evitar su vuelta a un centro de menores llevaba dos días sin comer. Sus familiares demandarán a la Fundación O'Belén
- El País, 2009-04-22 # Daniel Borasteros • Ciudad Real
La adolescente, cuyos padres asistieron esposados y en un furgón policial al entierro, había hecho un pacto con otras amigas internadas en el centro. "¡Nos tiramos y nos escapamos!", cuentan algunas de las niñas que, moviendo los grandes aros de sus orejas, no paran de cabecear mientras lloran. S. G. M. fue a su barrio para pasar con su abuela las vacaciones de Semana Santa. Llevaba desde mayo de 2008 internada en Casa Joven, uno de los centros peor parados por un informe del Defensor del Pueblo hecho público en febrero. Y no le gustaba. No le gustaba nada. Se quejaba de las broncas, los aislamientos, la medicación. Aunque nunca puso ninguna denuncia formal.
Tan poco le gustaba el lugar, que dos días antes de tener que regresar dejó de comer, según uno de sus parientes. "¡Cuando vuelva me voy a poner en huelga de hambre!", amenazaba. Fue su tío David quien la acompañó a la estación del tren para regresar. Se habían acabado las vacaciones. Otras dos niñas viajaron con ella. Ya en Madrid, el cuidador las recogió en Atocha y fueron en coche desde Madrid hasta Azuqueca.
S. G. M. estudió hasta segundo de la ESO en el instituto Juan Alcalde, el más cercano a su barrio, un damero de casitas bajas de realojo cerca de la estación del AVE. "Yo estuve con ella en clase y era lista, pero rebelde", dice un niño mirando al suelo. Una de sus profesoras leyó ayer el adiós final a la pequeña. Nadie la iba a olvidar. Su hermano J. M., de 16 años, no aguantó y salió fuera, llorando, gritando. J. M. se había criado junto a su hermana pequeña. Siempre juntos al cuidado de su abuela. Sus padres, sobre todo él, llevaban en prisión, en Valdemoro, mucho tiempo. Su madre "entraba y salía", según un vecino. Ambos por asuntos de drogas.
La abuela, que casi se desmayó ayer y a cuyo nombre estaba la corona principal del coche fúnebre, tiene poco más de 50 años y es viuda. Su padre, apodado El juez, era un hombre muy conocido en la barriada. Su marido, El Jaro, trabajaba en el campo o en la construcción, "dependiendo de la época", apostilla un hombre tocado con un sombrero de fieltro negro. El Jarito, el padre de S. G. M., que ayer se daba de cabezazos dentro de un coche policial y protestaba por tener que asistir a la misa esposado, ya "se dedicó a cosas malas".
A la chica se lo decían por la calle: "¡Tu padre está en prisión!". Y ella no se lo tomaba bien. Tanto, que tenía frecuentes peleas. De las travesuras -"de niña se entretenía cegando las fuentes con palitos y cosas así"- pasó a agredir a otras niñas. De hecho, algunas personas del barrio aseguran que tiene algunos juicios pendientes por ello. "Sólo es que era muy echada para adelante", la defienden sus amigas a la puerta de la iglesia. Su abuela se sintió incapaz de controlarla y cedió la tutela a la Junta. Y ésta, al final, la internó en Casa Joven, el centro de la Fundación O'Belén. Sus tíos ahora piensan que fue un error: "¿Quién tiene la responsabilidad?", inquieren.
La Dirección General del Menor de Castilla-La Mancha asegura que ha puesto en marcha un protocolo para controlar el régimen interno de estos centros. Varios compañeros del centro Casa Joven también asistieron a la misa.
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