- Tanto criticar a Zerolo y ahora hablan de Almería
- Teleprensa, 2009-01-29 # Javier Salvador
Se supone que en 2009 esa situación está superada y que ahora todo es guay, lo gay está de moda y ya nadie se asusta, pero no es cierto, porque si fuese así los colectivos que piden respeto, igualdad e integración para el colectivo de gays y lesbianas no exisitirían. Pero aquí no se trata de evaluar el derecho de un homosexual a casarse, adoptar hijos y todos los debates abiertos que tiene esta sociedad, puesto que son derechos legalmente reconocidos, escalones que han subido después de una batalla terrible durante no poco tiempo.
Estamos en la sociedad de los derechos, en la que se han conseguido cotas insospechadas hace sólo 50 años en la libertad de personas, y ello no implica limitar los de otros.
Que un chico de poco más de veinte años tenga la valentía de dirigir las juventudes de una formación política es algo extraordinario. Y no se pueden imaginar lo duro que puede llegar a ser, casi tanto como apasionante. Que además sea gay, milite en un partido de centro derecha y reconozca públicamente su condición homosexual en un medio de comunicación de tirada nacional puede ser extraordinario, darle incluso al partido una imagen moderna, atrevida y atraer a otros votantes que podrían ser reticentes hacia esas siglas.
Pero también puede herir las sensibilidades de quienes militen en la misma formación desde hace infinidad de años, de esos que literalmente se comieron los duros años de oposición en los que no había visos de gobierno, pero que elecciones tras elecciones cubrían los puestos en las mesas electorales sin importarles las miradas o que en su trabajo se les discriminase por ser de derechas cuando la mayoría aplastante de los españoles se habían apuntado al carro de la izquierda. Esos, las bases de siempre, los históricos, también tienen derecho a que no les guste la idea de una apertura en este sentido.
Resulta difícil ver a un Partido Popular que lucha mano a mano con la iglesia para que su protesta o disconformidad con el matrimonio gay se escuche en todo el Estado, por la defensa de la familia en su modelo más conservador y tradicionalista y que ahora esos mismos simpatizantes y afiliados tengan que comulgar con algo que por edad o convicción ni entienden ni quieren entender.
Hace unos años lo chachi era tener chicas en Nuevas Generaciones. Poco después hubo que demostrar que un tipo con melenas ni era un quinqui ni un ser raro. No gustaba, pero con el tiempo se aceptó. Igual el hecho de tener un presidente de Nuevas Generaciones en Almería que sea gay chirríe ahora, pero con el tiempo todas las aguas volverán a su cauce salvo, o como entienden algunos, puede que esas mismas aguas se estén desviando a unos cauces por los que no todos quieren navegar.
Carlos Sánchez, el joven almeriense que ha tenido la valentía o el desacierto de airear su condición gay al mismo tiempo que tomaba las riendas de las juventudes del PP, pues supongo que nadie le pediría específicamente llegar a esos extremos de lo personal aunque por otro lado no tiene por qué esconderse, tiene el marrón de demostrar a los suyos, a esos que no le quieren en un cargo público que represente a sus jóvenes, la difícil tarea de demostrar que no tiene rabo, cuernos ni usa tridente como bastón, que no es un enfermo como le definirían algunos sectores conservadores de la iglesia en la que él mismo afirma creer y que se identifica con el Partido Popular antes que con cualquier otro partido, pero también tendrá que soportar que no todos estén de acuerdo con su elección sin que por ello se les pueda llamar homófobos. Las libertades son para todos.
De cualquier manera el problema lo tiene en casa, en muchos de sus compañeros que de tanto criticar a Zerolo, el gay que Zapatero fichó para el Gobierno, creyeron que hasta eran graciosos.
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