2009/01/19

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  • Murgas y homofobia
  • Canarias 24, 2009-01-19 # Agapito de Cruz Franco
Aníbal tiene razón. Aníbal de Armas Expósito, Presidente del Frente Liberación de Gays y Lesbianas de Canarias ha denunciado a los ayuntamientos de Santa Cruz de Tenerife y Las Palmas ante el Tribunal Europeo de los Derechos Humanos de Estrasburgo. La causa, las letras homófobas de algunas canciones de determinadas murgas del Carnaval.

La denuncia, que defiende la libertad de expresión, se refiere a los insultos hacia los homosexuales o al tratamiento de la violencia de género. Actitud esta, que contrasta con los proyectos del propio ayuntamiento santacrucero para captar turismo homosexual. Expresaba el denunciante que otras asociaciones similares como GAMÁ en Las Palmas, lo había hecho años atrás, y, ALGARABIA en Tenerife, sino lo hacía era por miedo.

Los medios de comunicación del archipiélago como la prensa escrita, la digital, cadena SER o canal 8TV entre otros, se hicieron eco de la noticia y concluyeron que esa costumbre de algunas murgas de meterse con la opción sexual y los derechos de las personas se debe acabar. Otros medios, como la cadena de TV autonómica, en su función de panfleto del gobierno de Canarias, dio un tratamiento contrario. Argumentó, en su tarea de correveidile, que en Canarias no se daba nada de lo que la denuncia expresaba, cuestión, que reflejaba sin duda su temor ante la influencia que ello pudiera ocasionar en el turismo europeo.

Pero los derechos humanos no pueden ser tema de mofa en las letras carnavaleras. Es un delito. Y más cuando las leyes protegen los derechos de los homosexuales a contraer matrimonio, convivir, o a la propia adopción. Por esa regla de tres, las razas, los inmigrantes o los asesinados en genocidios como el de Palestina, también podrían ser objeto de burla.

La homofobia corre paralela a la institucionalización del Carnaval. Como oasis de libertad ante las rígidas normas de la sociedad establecidas y la religión imperante, suponía una ruptura, poniendo en solfa a obispos, militares y políticos. Sin embargo, en la actualidad, los poderes públicos han decidido usarlo para su beneficio. Su control, en lugar de estar en el pueblo, ha pasado a los despachos de los ayuntamientos y a ser dirigido desde la burocracia legal. El desparpajo popular ha acabado cercenado por las subvenciones, el interés turístico, las lentejuelas y los aplausos de los políticos que, desde la primera fila del público, dirigen miradas de complicidad a las murgas para que no dejen de criticarles, que eso, al contrario de lo que pueda parecer, da votos. Todo, aderezado con unas Galas y unos Jurados, compuestos tantas veces por personajes esperpénticos, traídos allende los mares con dinero público.

Aníbal es un luchador. Dulcemente infantil. Trágicamente racional. Con esa aura incombustible del que dice lo que piensa y lo que ve. Profundamente consecuente. Cuando actúa lo hace con una claridad mental que no posee el asociacionismo subvencionado y patrocinado. Es libre. Va por libre. Un explorador solitario. Una cabra guanila que, alejada de la manada busca nuevas fuentes de agua. No en vano fue activista del ecologismo practicado por el TEA, así como de multitud de organizaciones socio-políticas. A caballo de los años 70 y 80 organizó él solo una manifestación contra el periódico EL DIA por sus ataques a Las Palmas y el fomento del pleito insular. Una manifestación "cartaginesa" como la denominara un periodista de la época, con un Aníbal y su pancarta solo ante el edificio del rotativo, y decenas de policías apostados por las calles. Cuando Canarias dijo no a la OTAN, durante la manifestación en Tenerife, el entonces miembro del partido ecopacifista Los Verdes, al pasar por delante de Capitanía se percató de la presencia del Capitán General. Ni corto ni perezoso se acercó a él, se bajó los pantalones y le enseñó el culo. Terminó en la cárcel donde le dieron por loco. Y es que en aquella época, había que estar loco para enseñar el culo a un Capitán General.

Esperemos que Europa enmiende la plana al Carnaval de estos ayuntamientos y a estas murgas que dejan en mal lugar el buen hacer de otras. Murgas que tienen que recuperar ese espacio enfrentado al poder al que hoy muchas se deben, y arrebatar el carnaval a las Instituciones. Mientras eso no suceda, una buena murga no debe competir para que le den el primer premio sino para que no le den ninguno. En definitiva, más respeto a los derechos humanos y menos machismo. Más carnaval y menos política institucional. Más Singuangos y menos soplagaitas.

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