- Los homosexuales latinos piden asilo en España
- Las asociaciones destacan que se ha producido un gran incremento de solicitudes desde 2003
- Público, 2009-01-02 # Daniel Ayllón • Madrid
En su oficina de Madrid han pasado de tener "uno o dos casos" en 2003 a cerca de 30 en 2008, la mayoría de ellos de latinoamericanos. Y la situación se repite en las sedes de otras asociaciones de Bilbao, Sevilla o Barcelona. La referencia de estas organizaciones es el principal termómetro para medir el aumento de demandas porque no existe un balance oficial. La Administración no hace públicos los motivos de solicitud de asilo, por lo que la persecución por condición sexual o por identidad de género queda diluída entre las 6.946 solicitudes que hubo en 2007.
Aumento de inadmisiones
El responsable del equipo jurídico de asilo de CEAR en la Comunidad Valenciana, Jaume Durà, destaca su preocupación por "el aumento de inadmisiones de solicitudes que se está produciendo antes, incluso, de plantear si la solicitud se va a tramitar o no".
Aunque sobre el papel España cuenta con una de las legislaciones más garantistas del mundo para la comunidad LGTB residente, los solicitantes de asilo "encuentran muchos problemas para obtener refugio", denuncia Durà.
De las 6.946 que resolvió Interior, tan sólo 204 personas (3,1%) obtuvieron el estatuto de refugiado. Otras 340 (4,9%) recibieron la protección complementaria a través del artículo 17.2 de la Ley de Asilo, que contempla una autorización de residencia y trabajo.
Las asociaciones piden seguir el modelo de Canadá o Brasil, cuyos filtros de asilo son menos restrictivos. "La solicitud es una foto fija del momento y muchas veces es difícil probar lo que ocurrió en el país de origen", dice Cores.
En España, el género y la orientación sexual están protegidos por la Ley de Igualdad de 2007 y recogidos como causa de asilo desde diciembre en el Proyecto de Ley Reguladora del Derecho de Asilo y de la Protección Subsidiaria. Pero el colectivo reclama que cite expresamente la orientación sexual y la identidad de género como causa de asilo.
El proceso tiene tres fases antes de saber si se aceptará la solicitud de asilo: la presentación de la petición, el estudio de su admisión a trámite (dos meses) y la tramitación (la ley habla de seis meses, pero en la práctica tarda entre un año y medio y dos años). Durante este proceso se concede un permiso de residencia para el solicitante mientras se presentan las pruebas y se realizan las entrevistas para estudiar el caso. De este modo, se intentan evitar el fraude de utilizar esta vía como alternativa a los clásicos sistemas de migración.
El repunte de solicitudes de los últimos años no se debe a una nueva estrategia para burlar el control fronterizo ni al aumento de la represión contra el colectivo, aseguran las organizaciones del sector.
La justificación la cimentan en el fortalecimiento del tejido asociativo del colectivo en Latinoamérica, sus lazos con las organizaciones españolas y la difusión de los avances legislativos que ha tenido España en los últimos años.
Leyes homófobas
Aunque ha aumentado el flujo de solicitudes de extranjeros de habla hispana, la situación en Latinoamérica no es la que más preocupa a los expertos. En 70 países, está prohibido mantener relaciones homosexuales por ley. Y en nueve de ellos puede castigarse con la pena de muerte.
Al margen de las normas legales, otro grupo de naciones considera que la orientación sexual distinta a la heterosexual es una enfermedad mental. Algo que choca con los criterios de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que eliminó la homosexualidad de su catálogo de enfermedades en 1991.
En África, además, se suman la invisibilidad del fenómeno en la zona subsahariana donde la homosexualidad es un tema tabú y la persecución en países islámicos.
El 95% de los refugiados que hay en el mundo residen en los estados fronterizos, pero en países como Nigeria o Sudán, donde se les pena con la muerte, los asilados por condición sexual deben recorrer miles de kilómetros para estar protegidos.
"Mis derechos dependían del dinero"
Carla, futbolista lesbiana, tuvo que dejar Paraguay por la presión social.
El 15 de enero de 2009 está marcado en rojo en la agenda de Carla, una lesbiana paraguaya de 24 años que llegó a España hace año y medio. Ese día sabrá si las autoridades españolas aceptan su solicitud de asilo por condición sexual . Su homosexualidad truncó su ilusión de ser futbolista profesional en la liga de Paraguay, donde apenas jugó unos partidos. Al final, incluso tuvo que abandonar su país.
"Los dos últimos años en Paraguay fueron los peores. Allí todo el mundo se conoce y me tiraban cosas por la calle", recuerda. Antes, sus años en el colegio habían sido "una auténtica odisea". Al llegar a clase, encontraba insultos pintados en la pizarra y cuando hizo pública su condición sexual a los 16 años, la expulsaron del equipo de fútbol de la escuela por ser una "persona inmoral". Los últimos cuatro meses los pasó sin ir al colegio y su carrera futbolística se vio truncada "porque no podía aguantar la presión". Consiguió una beca para estudiar en La Habana y se marchó a Cuba, donde vivió durante cinco años.
Las noticias de televisión e Internet le descubrieron las reformas legales que se estaban produciendo en España y aprovechó una visita de 15 días a Madrid para quedarse en el país. "Veía a escondidas los desfiles del día del Orgullo Gay y me moría de ganas por estar ahí", recuerda.
Al llegar a España, un abogado le explicó los pros y contras de solicitar el asilo, pero no lo dudó. "No podré volver a Paraguay, pero aquí tengo los mismos derechos que cualquier otra persona", concluye Carla.
"Algunos se negaban a servirme comida"
"España era el país más cercano y salí corriendo de Marruecos sin mirar atrás". Naffim, de 29 años, llegó en abril de 2008 tras haber sufrido humillaciones durante varios años por ser homosexual. "Me gritaban maricón y me llegaron a golpear con bates de béisbol", recuerda. De aquellas experiencias guarda tres cicatrices en la cabeza, pero sus peores recuerdos se remontan a las violaciones que sufrió por parte de un miembro de su familia adoptiva cuando tenía entre cinco y diez años.
"No tengo familia directa en Marruecos y, teniendo en cuenta mi homosexualidad y las persecuciones que viví, no me quedan muchas ganas de volver", asegura. "Nunca me he sentido a gusto en Marruecos. Ojalá hubiese nacido en otro país", sentencia.
En 2006, corrió la voz de su condición y al llegar el Ramadán "algunos camareros se negaban a servirme comida en los restaurantes. Por la calle había gente que me escupía por no ser lo que ellos entienden por un buen musulmán".
La llegada de Naffim a Madrid cambió su vida y un mes después conoció a su actual novio, español. "Es una tranquil
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