2009/01/02

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  • ¿Luchó la Iglesia contra los fascismos del Siglo XX como afirma Benigno Blanco?
  • El Foro de la Familia comparó aborto con nazismo, pero olvida ciertas alianzas del pasado
  • El Plural, 2009-01-02 # Marcos Paradinas
El pasado domingo, Benigno Blanco, presidente del Foro Español por la Familia y ex secretario de Estado de Infraestructuras del PP, comparaba la defensa que hace la Iglesia católica de la familia con la lucha eclesiástica “contra el marxismo y el nazismo”. Fue en la cadena COPE, durante el calentamiento de motores previo a la Misa por la Familia que se celebró en Madrid, con el arzobispo Rouco Varela como maestro de ceremonias. Tal afirmación, aunque parece casual, era el broche final a un año en que la Iglesia católica se ha empeñado con especial ahínco en presentarse como lo opuesto a los regímenes totalitarios, a los que además ha identificado con el laicismo o como una consecuencia lógica de este.

A lo largo de este 2008, El Plural ha ofrecido un punto de vista un poco diferente al de los prelados, en el que se demuestra la connivencia, cuando no el apoyo explícito, de la Iglesia a regímenes como el nazismo. Sin embargo, esta actitud eclesiástica no se restringe únicamente al III Reich, sino que es un modelo que se repite en la mayoría de los fascismos que asolaron el mundo en el siglo XX.

Estrategia del 2008
La conducta de Benigno Blanco el pasado domingo se ajusta perfectamente a lo defendido por la Iglesia a lo largo del 2008: una estrategia basada en comparar el laicismo con el nazismo y presentar a la Iglesia como luchadora a ultranza de los totalitarismos. Comenzó el cardenal-arzobispo de Toledo en julio, y lo subrayó Rouco Varela meses después en el Vaticano. Ambos presentaron el nazismo como una consecuencia del laicismo. A este movimiento ha ayudado el propio Benedicto XVI, que quiere retomar el proceso de beatificación de Pio XII, pontífice acusado de excesiva pasividad ante el nazismo y el Holocausto.

La alianza fascista
El Plural ya demostró en octubre la estrecha colaboración y el apoyo explícito que la Iglesia católica prestó al régimen de Adolf Hitler. Y de sobras es sabida la relación entre nuestros prelados y la dictadura de Franco mientras duró. Pero las inclinaciones de la Iglesia a lo largo del siglo XX no se quedan ahí y el esquema se repite en casi todos los fascismos y autoritarismos.

Los pactos de Letrán
En Italia, la relación entre la Iglesia y Mussolini se transformó en los Pactos de Letrán, por los que la Iglesia católica se convertía en la religión oficial del país y se creaba el Estado del Vaticano dentro de la ciudad de Roma.

El apoyo a Salazar
En Portugal, el dictador Antonio Salazar contó con el apoyo de los obispos portugueses al presentarse como un implacable adversario de cualquier ley o programa social que “menoscabara o disolviera la familia y las enseñanzas de la Iglesia en defensa de la familia”. Su mano derecha fue el cardenal Cerejeira, un prelado devoto de la virgen de Fátima por haber librado a Portugal “del flagelo de la guerra y de la lepra del ateísmo comunista” que atacó a España en los años 30.

La Croacia títere
En 1941, del antiguo Reino de Yugoslavia se escindió el Estado Independiente de Croacia. Un Estado liderado por el movimiento nacionalista Ustaše, aunque en realidad era un estado títere del III Reich nazi y que contó con el apoyo de la Iglesia y el Vaticano. Aquí se llevó a cabo una política de genocidio sobre la población serbia, gitana y judía, y asimismo sobre los anti-fascistas croatas. Dependiendo de las fuentes, el exterminio se calcula entre las 250.000 y el millón de víctimas.

La República de Eslovaquia
El caso de Eslovaquia es el más paradigmático. Aquí fue el clero el que directamente tomó el poder con unos aires fascistas declarados, a través del sacerdote católico Josf Tiso. Bajo su mandato, el Estado se desmembró momentáneamente de Checoslovaquia para crear un gobierno influenciado por la Alemania nazi, a la que imitó en sus prohibiciones a los judíos para participar en la vida pública, primero; y enviándoles a sus campos de concentración, después.

La Memoria Histórica de los obispos españoles es bastante selectiva, y no sólo a nivel nacional, sino que sus alabanzas a la lucha de su institución en el extranjero no se corresponde con la versión oficial que muestran las imágenes de desfiles y brazos en alto. Tampoco se desprende coherencia de sus críticas al laicismo como detonante de los totalitarismos. Desde El Plural lo seguiremos recordando.

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