2009/08/14

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  • El sexo sentido
  • El Diario Vasco, 2009-08-14 # Antonio García . Psicólogo. Responsable de Berdindu, Servicio de Atención a Lesbianas, Gays, Transexuales e Intersexuales adscrito al Departamento de Empleo y Asuntos Sociales del Gobierno vasco.
¿A qué edad sabe una persona que es transexual? ¿Desde qué momento puede permitir el Estado que se realice una operación de cambio de sexo? Éstos son algunos de los interrogantes que han surgido ante la noticia de que un juez tendrá que decidir si autoriza o no a una chica adolescente transexual a realizarse una cirugía de reasignación sexual (CRS) en Barcelona.

Estas preguntas se pueden abordar desde diferentes ángulos, ninguno de ellos menos importante que los otros: el punto de vista legal, el enfoque de derechos (el derecho de la persona a una identidad propia), el punto de vista profesional y el punto de vista ético.

Si bien en el Estado español se ha avanzado mucho en los últimos años en la consecución y equiparación de derechos de las personas transexuales, aún queda mucho camino por recorrer; sobre todo en la accesibilidad de las personas a los derechos conseguidos, el logro de una plena inserción educativa laboral y social, la protección legal contra la transfobia y la discriminación y el acceso universal a un proceso de reasignación de sexo completo y gratuito en la sanidad pública. Existe un amplio consenso sobre la importancia de estos derechos para que las personas transexuales no queden excluidas del sistema o enfermen por no poder vivir de acuerdo a su identidad.

Más allá de la imagen anecdótica y marginal que en los medios de comunicación se ofrece de las personas transexuales, comienzan a emerger nuevos modelos, nuevas fórmulas de ser y relacionarse al amparo de los actuales marcos legales. Estos modelos novedosos y saludables se adelantan muchas veces a las leyes y a las disciplinas de la salud. Éste es el caso de la menor de Barcelona.

Los protocolos aceptados por la comunidad internacional en este campo sugieren un proceso de reasignación sexual que pase por las siguientes etapas: 1. Un diagnóstico preciso, realizado por un equipo interdisciplinar. 2. Experiencia de la vida real (la persona debe vivir dos años de acuerdo al sexo sentido como propio). 3. Hormonación, si la persona así lo desea y no hay contraindicaciones médicas. 4. Cirugía de reasignación sexual, si la persona la requiere y no hay contraindicaciones.

En el caso de niños, niñas y adolescentes, la experiencia muestra que lo ideal es que vivan lo antes posible de acuerdo a su sexo sentido, ya que la identidad sexual (soy hombre/soy mujer) se define entre los 3 y los 5 años, lo que hace que se pueda realizar un diagnóstico precoz a partir de los 7 años. La orientación sexual, en cambio (me atraen los hombres, las mujeres, o ambos) se define más tardíamente, a partir de la pubertad.

El equipo holandés, que es uno de los pocos especializados en transexualidad en la infancia y la adolescencia en el mundo (P. Cohen y F. Pfäfflin), tras atender a más de 2.000 pacientes, recomienda un proceso gradual en el que se comience con los cambios reversibles, se continúe con los parcialmente reversibles y se culmine con los irreversibles.

En el caso de un niño que se siente niña, por ejemplo, se comenzaría con la experiencia de la vida real, preparando a su entorno (familia, colegio, etcétera) para que él pueda pasar a ser ella, viviendo como chica. Este cambio se puede realizar a partir de los 7-8 años. Al llegar a la pubertad, se recomienda la administración de hormonas inhibidoras de las hormonas sexuales biológicas, para frenar cambios que luego habría que 'deshacer'. A partir de los 16 años, se administran hormonas del sexo sentido como propio, en este caso hormonas femeninas. A partir de los 18 años, finalmente, se puede pasar a la cirugía de reasignación, ya totalmente irreversible.

Los mismos autores recomiendan que la cirugía no se realice antes de los dos años de hormonación, y plantean también que si la adolescente presenta un malestar muy significativo con sus genitales externos, y su familia la acompaña, puede adelantarse la edad de la cirugía con el aval de un equipo interdisciplinar (cirujano, endocrinólogo, psicólogo, psiquiatra).

Éste parece ser el caso de la adolescente catalana. Si el equipo profesional está de acuerdo, negar el cambio significaría actuar de acuerdo a prejuicios, generando un retraso que puede llevar a la chica a vivir atrapada en un cuerpo que no siente como propio, con todos los riesgos que esto implica. Como vimos al enumerar los pasos del protocolo, para llegar a poder optar por la CRS, la persona ha pasado por un proceso de años que aseguran que su diagnóstico es el adecuado.

Estos desafíos, que todavía resultan novedosos, deben servirnos de motor para cuestionar nuestros prejuicios, pensar, reflexionar y avanzar hacia una sociedad cada vez más inclusiva en la que podamos abordar estos temas con la naturalidad que merecen, ya que si bien nos hemos esforzado por ocultarlos, siempre han existido y siempre existirán, porque forman parte de la diversidad humana y de nuestra esencia.

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