- Duro revés a las terapias correctivas homosexuales
- Los casos exitosos reprimen las pulsiones sexuales. Un informe de una Asociación norteamericana que nuclea a 150 mil psicólogos las definió como erróneas, ilusorias e incluso nocivas.
- Crítica de la Argentina, 2009-08-17
En la resolución, APA afirmó que “los profesionales de salud mental deberían evitar decir a sus pacientes que pueden cambiar su orientación sexual mediante terapias y otros tratamientos”. La recomendación se basa en los resultados de 83 estudios que se realizaron entre 1960 y 2007 sobre los diferentes enfoques psicoterapéuticos, fundamentalmente, las terapias “reparadoras” que prometen lograr que un individuo atraído por alguien de su mismo sexo deje de estarlo y pase a interesarse por el sexo opuesto. Todo gracias a los efectos supuestamente transformadores de una dinámica “normalizante”, que recurre a prácticas como electroshocks, inducción de náuseas, reorientación del deseo mediante hipnosis o la aversión a través del sentimiento de vergüenza. Los psicólogos de APA precisaron que los efectos negativos de estas terapias pueden ser dramáticos: desde ideas suicidas a depresiones, problemas de impotencia y disfunciones.
La especialista Judith Glassgold, que preside el equipo de investigadores que realizó el informe, afirmó: “Los psicólogos no pueden predecir el impacto de los tratamientos. Tienen que evitar presentar de forma errónea la eficacia de los esfuerzos de cambio de la sexualidad cuando tratan personas con angustia sobre su orientación sexual”. Y explicó que “pese a quienes afirman que se puede cambiar la orientación sexual, no hay pruebas suficientes para preconizar el uso de intervenciones psicológicas para modificar la sexualidad”.
En el informe se analizó que los casos presentados como exitosos, en realidad no lograron un giro de sus pulsiones sexuales sino que las reprimieron. “Estudios sugieren que algunos individuos aprendieron en estas terapias cómo ignorar su atracción homosexual. Pero no nos dicen cuánto les duró y cuáles fueron los efectos sobre el bienestar mental a largo plazo”, señalaron desde APA. Y concluyeron con un consejo: apuntar a la “aceptación de la propia sexualidad e identidad”. Se llama terapia “afirmativa”.
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