- Lofti . Secretario de la mezquita de Errenteria: «El efecto llamada ha atraído a Gipuzkoa a muchos menores»
- Sueña con hallar una solución que haga del barrio Iztieta de Errenteria un modelo para superar los conflictos, sin caer en el enfrentamiento entre vecinos e inmigrantes. «Es un triunfo que el conflicto en Iztieta no se nos haya ido de las manos». «En Tarrasa y El Ejido una situación parecida desembocó en sangre y víctimas». «Hay que explicar a los menores que no pueden tener de golpe todo lo que quieren»
- El Diario Vasco, 2009-07-16 # Borja Olaizola
- ¿Cómo está la situación en el barrio?
- Ahora hay cierta tranquilidad. Hemos conseguido por los pelos que las cosas se calmen y que la gente reflexione. Los vecinos se han dado una tregua de tres meses para ver si se cumplen los compromisos que adquirieron las instituciones. Desde el punto de vista personal estoy muy contento porque la situación no se nos ha ido de las manos. Ha sido un pequeño triunfo tanto para nosotros como para los vecinos.
- Y eso que hubo momentos críticos.
- En localidades como Tarrasa o El Ejido una situación parecida acabó con destrozos muy grandes, peleas, sangre y víctimas de las dos partes. Aquí afortunadamente eso no ha llegado a pasar. Es una buena señal que indica que tanto entre los habitantes del barrio como en el colectivo magrebí hay gente con buena fe. Los dos lados han soportado la crisis y eso es una buena señal que nos va a servir para empezar a trabajar.
- ¿Le parece una buena idea el plan de mediación que se va a aplicar en el barrio?
- Nosotros vamos a echar una mano en todo lo que podamos a la asociación de vecinos. Somos conscientes de que el barrio tiene problemas que van más allá de los menores magrebíes: no hay sitios para que los niños jueguen, hay problemas con las basuras, hay zonas como la del antiguo matadero que están deterioradas... Ha habido gente que ha querido darle al conflicto un enfoque centrado en la inmigración cuando Iztieta siempre ha sido un barrio de inmigrantes. Hace muchísimo tiempo vinieron extremeños, gallegos y otros muchos, y se integraron sin dificultad. Pero problemas los ha habido siempre: hubo los años de la droga, está la delincuencia... Son ciclos que van y vienen porque el barrio no es ajeno a todo lo que pasa en la sociedad.
- Desde el principio de la crisis intentó abrir una vía de diálogo con los vecinos.
- El primer día del conflicto, cuando se concentraron delante de los negocios insultando a la gente, yo no estaba. Al día siguiente conseguí concertar un encuentro con ellos. Al principio noté cierta sensación de rechazo pero desapareció en cuanto nos estrechamos las manos y empezamos a hablar. Me respetaron, me escucharon y yo les escuché a ellos. Hubo un compromiso para trabajar juntos y desde entonces dejé de percibir insultos o manifestaciones de racismo.
- ¿Qué le parece el papel que han jugado las instituciones?
- El Ayuntamiento ha dicho que va reforzar la seguridad, lo que me parece bien. Espero que no sea cosa de dos días y que ese dispositivo se mantenga. La Diputación hasta ahora no ha dicho nada de los menores y eso que además de los que se le escapan hay otros que venían a dormir bajo los puentes aquí detrás. ¿Qué hacen? No hay una reclamación de esos menores.
- Hace dos semanas en Iztieta, el pasado sábado en Azpeitia... No pasa un fin de semana sin que los menores marroquíes cometan alguna fechoría ¿Qué está ocurriendo?
- Ha habido un efecto llamada que ha atraído a Gipuzkoa a muchos menores. Por otro lado, la Diputación ha decidido llevar a todos los conflictivos a Deba, a un centro que ellos mismos llaman Guantánamo. Les dan de comer y les dejan dormir pero no tienen alternativas. ¿Qué es lo que quiere un menor conflictivo? Dormir y comer sin que nadie le controle. Si a un adolescente conflictivo le dejas hacer lo que le da la gana estás abriendo la puerta a la delincuencia y al vandalismo. La solución de Deba no parece la más apropiada.
- ¿Ese efecto llamada se produce porque los menores encuentran aquí mejores condiciones?
- Sí. Se ha corrido la voz de que en el País Vasco hay mejores condiciones y buenas ayudas sociales. Ha habido tal avalancha que ya ni la Diputación puede con ellos.
- ¿Saben los padres de estos menores lo que están haciendo?
- Algunos no tendrán padres y otros muchos padres no quieren ni saber dónde están sus hijos. Hay cientos de chavales viviendo en el puerto de Tánger que no hacen otra cosa que inhalar disolvente a la espera una oportunidad para saltar a un camión y cruzar el Estrecho.
- De ahí esa conflictividad...
- Es que hay una imagen que sigue teniendo mucha fuerza en Marruecos: la del que le ha salido bien la jugada, el que ha podido estudiar y ha encontrado un buen trabajo. Pero claro, los niños sólo ven lo que ha conseguido esa persona, no se dan cuenta de todo el esfuerzo que ha tenido que realizar para llegar a donde ha llegado. Ellos lo quieren todo ya. Llegar a España, lograr los papeles, un trabajo, un coche... Todo de golpe. Hay que explicarles que las cosas que no son así y ese es un trabajo que le corresponde a la Diputación.
- Están generando una alarma social que se puede convertir en un caldo de cultivo peligroso.
- Yo creo que lo que lo menores han hecho en sitios como Azpeitia no es ni siquiera un robo, es una llamada de atención. Están diciendo: estamos aquí y no habéis hecho nada con nosotros, así que seguimos rompiendo cosas.
- ¿Y qué cabe hacer?
- Hace falta castigar al menor delincuente, eso está claro, pero también hay que estudiar muy bien cada caso. No tengo experiencia pero lo que parece claro es que lo que se está haciendo no está funcionando. Pusieron educadores marroquíes a ver si ellos conseguían controlarlos pero tampoco ha dado resultado. Habrá que buscar otras vías.
- ¿Qué le pediría a la sociedad guipuzcoana?
- Para empezar, calma y sentido común. También fe porque espero que el barrio de Iztieta se convierta en un símbolo de que las cosas se pueden hacer de otra forma. En cuanto a los menores, espero que haya algún cambio de la Diputación. Igual también hay que revisar las leyes.
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