2009/10/19

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  • La mirada erótica del arte
  • El Correo, 2009-10-19 # Eduardo Laporte
El pasado mes de junio, una conocida firma de ropa norteamericana desplegó una enorme valla publicitaria en la que se podía ver a tres jóvenes, con los vaqueros anunciados, en actitud sexual con una sola mujer. Una imagen nítidamente erótica que escandalizó a muchos de los paseantes del neoyorquino SoHo, que mostraron su rechazo a esa sensualidad en gran formato. Un fenómeno, el de apelar al deseo, que podría parecer nuevo, pero que se remonta a las primeras manifestaciones artísticas y que tiene ya en la Biblia una presencia considerable. «Lo perverso está en la cabeza, no en las obras», sostiene Guillermo Solana, director artístico del Thyssen y comisario de la muestra, que aclara, no obstante, que las obras seleccionadas «son para todos los públicos».

'Las lágrimas de Eros' podrá verse en Madrid del 20 de octubre al 31 de enero y toma su título de la última obra de Georges Bataille (1897-1962), 'Les larmes d'Éros'. Bataille fue un singular pensador que iba para sacerdote pero que acabó haciendo de los prostíbulos sus verdaderos templos, y que dejó huella en autores como Foucault o Derrida. En este caso, Solana se ha apoyado en él para dar cuerpo teórico a este recorrido por el erotismo en el arte. Un viaje al corazón del deseo que, como señala el comisario de la exposición a 'Territorios', no está pensado para erotómanos. El objeto de la exposición es acercar a los amantes de la Historia del Arte el trabajo de creadores consagrados como Rubens, Dalí, Picasso, Rodin, Bill Viola, Paul Gauguin, Richard Avedon o Max Ernst en torno a lo erótico.

La exposición recorre el arco que va del romanticismo al simbolismo, y del surrealismo a las manifestaciones contemporáneas, en las que se pueden contemplar obras como la filmación estática del futbolista David Beckham mientras duerme, de Sam Taylor-Wood. Entre esos polos, una amplia representación del arte barroco y renacentista, en un total de 121 obras que han sido seleccionadas no por su impacto, sino por el enfoque que los artistas dieron a esa realidad tan compleja como es la que emana de lo sexual.

En los templos
El visitante atento que accede a un templo cristiano podrá comprobar que muchos de los frescos incluyen escenas con relativa carga erótica. Cuerpos desnudos, alusiones al paraíso perdido, al pecado, a la tentación. Una pulsión, la sexual, que encuentra su cobijo en el arte y espacio en el seno de la Iglesia. La exposición se nutre de más de una docena de mitos, de los que la mitad proceden de la cultura grecorromana y la otra mitad de las Sagradas Escrituras. «La Biblia está cargada de historias potencialmente explosivas, que los artistas han interpretado y plasmado con bastante frecuencia», señala el comisario Solana. Y cita como ejemplos a 'Lot embriagado por sus hijas', que Furini Francisco pintó en 1635 y en donde se ve a dos muchachas desnudas, sus hijas, ante la mirada absorta del padre. O las que tienen a Salomé y el bautista como protagonistas, cargadas de una tensión sexual sutil, nada escandalosa, pero de una gran intensidad latente.

Capítulo aparte merece la serie dedicada a los sansebastianes, representantes, tras el 'San Sebastián' de Tiziano, de la sensualidad homosexual. La obra del pintor italiano -ausente en la exposición-, de 1570, se convirtió con el tiempo en icono de lo gay por su gesto ambiguo, por su belleza clásica y por unas flechas en las que algunos vieron un símbolo fálico. En los años veinte, el dramaturgo Tennesse Williams le dedicó un poema, San Sebastian de Sodoma, y la etiqueta homosexual acompañará a este santo del siglo III que se 'exhibe' en el Thyssen hasta en diez lienzos distintos. Unos motivos homoeróticos de los que, según Solana, empieza a haber referencias en el Renacimiento, pero que no se hacen patentes hasta el siglo XIX.

El enfoque homosexual se une a otros enfoques como el fetichismo, el voyeurismo, el exhibionismo o la sexualidad llevada al terreno de lo soñado, como en los cuadros de Dalí o Paul Delvaux. Distintos abordajes a los 'tormentos de la pasión' que cada artista reflejó según su sensibilidad.

Símbología
La representación de esas pasiones, más o menos ocultas, afloran con mayor precisión a través de objetos y de símbolos. Los tacones de aguja, los diversos instrumentos del 'sadomaso', los látigos, el cuero, se emplean hoy para representar el erotismo, como en otras épocas se emplearon motivos como la serpiente, la manzana... o el agua. El líquido elemento aparece en varias obras como una llamada al 'pecado'. Ya Freud, recuerda Solana, apuntaba que los elementos secundarios pueden ser más sugerentes que los propios órganos sexuales y el agua juega un notable papel en este sentido. El montaje audiovisual de Bill Viola es buena prueba de ello.

Son varias las mujeres que se muestran en todo su esplendor en esos ambientes acuáticos, entre las que destaca, por su voluptuosidad y sus rotundos senos, 'La mujer en las olas' de Gustave Courbet. Este pintor francés, fundamental exponente del realismo decimonónico, es popularmente conocido por un controvertido cuadrito, 'El origen del mundo', que muestra un sexo femenino casi en primer plano y que estuvo largo tiempo oculto por lo impactante de sus formas. El Museo Thyssen negoció sin éxito el préstamo con el Musée d'Orsay; es una de las joyas de la corona y no se desprenden de él tan fácilmente, pero a cambio se hizo con la exuberante modelo de las olas.

Pero más allá de los símbolos, 'Las lágrimas de Eros' también se detiene en el desnudo puro y duro, aunque siempre respetando unas directrices moderadas. No figuran, digamos, las prostitutas arrabaleras de García-Alix que mostró el Reina Sofía la temporada pasada, sino desnudos clásicos que apelan más a lo sensual que a lo explícitamente sexual. A veces, es precisamente el exceso de ropa, de tela, el que puede provocar un morbo mayor, una inquietud desconocida: es el caso del famoso cuadro 'Les Amants', de Magritte, incluido en la muestra y en el que aparece una pareja con las cabezas completamente cubiertas. De fondo, también el mar.

Condones de reclamo
Si ya de por sí todo lo que tenga que ver con el sexo supone un buen gancho para atraer visitas, esta exposición ha contado con un reclamo de márketing extra, idea personal de la baronesa Thyssen, Carmen Cervera. Se trata de una serie de preservativos con motivos artísticos -cuadros de la exposición programada- que se pondrán a la venta en la tienda del museo y cuyos beneficios irán a parar a diversas fundaciones de obra social. Una iniciativa saludable que promueve el arte y el sexo seguro y que, por lo pronto, ha dotado de una enorme publicidad gratuita a esta exposición temporal que abrirá sus puertas el próximo martes. Quizá así se supere la cifra de los 220.000 visitantes que acudieron a la muestra dedicada a Henri Matisse el pasado verano. El comisario y director artístico del museo prefiere curarse en salud. «Ha tenido mucho éxito en los medios, pero a veces el público no sigue a los medios», previene. Será una buena oportunidad para conocer si el erotismo, derrumbadas las prohibiciones, sigue teniendo su fuerte carga atractiva.

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