- Adornar su homofobia
- El Divario, 2009-08-16 # Miss Shangay Lily
Es difícil, complicado y arduo explicar que fui yo el que decidió proactivamente, o más bien reactivamente, no salir más. Me había cansado de adornar su homofobia.
Una de las reglas que debes aceptar para salir en televisión es bajar tu listón hasta su conveniente compendio de misoginia, homofobia y xenofobia para reforzar su mensaje. En la mayoría de programas (y ciertamente en los que a mi me van a ofrecer) la rutina es hacer televisión para analfabetos de pueblo que siguen riéndose/interesándose por los mismos estereotipos o prejuicios que hace 50 años. De este modo, yo puedo triunfar de nuevo siempre y cuando me preste a legitimar la campaña de homofobia que perennemente se ejecuta el los platós de televisión. Eso e slo que han hecho la mayoría de los homosexuales que han pasado por la televisión. Desde Boriz Izaguirre hasta Jesús Vázquez pasando por Jorge Cadaval o Maxim Huertas, el precio que tenemos que pagar todos es unirnos a la agenda oculta que todas estas corporaciones/cadenas tienen y olvidar la nuestra. No es algo especialmente ultrajante o extraño, en cualquier empresa te exigen que olvides tus opiniones personales a cambio de un sueldo.
Al igual que el feminismo desenmascaró la estrategia machista de condenar a la mujer a la dualidad virgen/puta, los movimientos y organizaciones de liberación gay deberían haber denunciado hace mucho tiempo cómo en el imaginario público, en concreto en los medios de comunicación, se nos ha reducido a la dualidad bufón/ejemplar. De este modo sólo se nos permite ocupar uno de los polos. En mi caso es el de bufón (ya que nunca se aceptaría que un “personaje” o una persona “disfrazada”, como perciben ellos lo que se salga de las normas genericas, pueda ser tomada en serio). En el caso de un Jesús Vázquez se ve obligado a ocupar el espacio de ciudadano ejemplar, rozando la perfección, con un físico impecable, un comportamiento ejemplar y una vida casi robótica (jamás un problema desde aquél desafortunado suceso en el Caso Arny). Maxim Huertas y cuatro más ocuparian este mismo espacio de perfección ejemplar para ser considerados persona aceptable. La mayoría nos vemos condenados al papel de bufón en el cual todo lo que decimos es por amor al circo (desde Boris Izaguirre hasta Carmen de Mairena, la mayoría estamos encerrados en esta categoría).
Y luego estan los renegados. Gente como Jesús Mariñas, Hilario Pino, Enrique del Pozo, Angel Garó, Carlos García Calvo o Josemi Rodríguez-Sieiro, por mencionar a unos pocos al azar, personas de las que todos saben que son homosexuales (hasta pueden haber llegado a reconocerlo en público) pero que siguen jugando a confundir o a negarse a hablar de ello directamente. Este tipo de “modelo” refuerza la percepción de que la homosexualidad es algo privado de lo que uno debe avergonzarse en público. La famosa máxima de siempre de “no me importa lo que hagas en tu dormitorio, pero no me lo restrieges por la cara que me da asco” (donde “restregar por la cara” consiste en la simple mención de la palabra homosexual sin acompañarla de un gesto de desprecio o vergüenza).
Pero sea como sea, la mera mención de la homosexualidad masculina (la femenina sigue otros patrones más permisivos de puro despectivos) crea automáticamente un efecto humorístico y despectivo (”eso no es serio”, se proclama sin pudor) que nos envía el continuo mensaje de que somos ridículos. Y eso en el mejor de los casos. Cuando el verdugo patriarcal (nunca hay que olvidar que tras la homofóbia sólo se esconde una variante de la misoginia: un hombre que quiere ser mujer, comoe llos erróneamente nos catalogan, se merece lo peor… como las mujeres “seres inferiores”) se siente magnánimo y nos desprecia como simples insectos que le hacen cosquillas. La mayoría de las veces nos tratan como una ataque frontal al mismo corazón de su esencia y todo ataque es poco. la violencia está permitida ante estas amenazas a la continuidad de la jerarquía patriarcal. Pero en los últimos tiempo, debido a una cierta censura de la violencia abiertya y explícita, cada vez más se está recurriendo a la ridiculización, al humor, a subrayar lo cómico de unas vidas ridículas que no merecen respeto.
Últimamente lo estamos viendo con el caso (hilarante para ellos) de la homosexualidad negada de Isaac, pareja de Falete. El gañan sevillano que no sabe ni hablar les está dando mucho juego para ridiculizar la homosexualidad, la hilarante idea de que dos hombres se puedan amar y, sobre todo, la pluma.
En este último campo es donde la televisión tiene el vedo levantado y permite que se insulte a homosexuales libremente siempre que no se averguencen de su condición y no parezcan heterosexuales. Por esta razón personas como mi querido Jesús Vázquez es respetado hasta el paroxismo (bueno, por eso y porque le está dando tanto dinero a telecinco, con su juego de progres de pega), mientras que personajes mucho más genuinos y representativos, por el mero hecho de hablar, comportarse y sentir como sentimos la mayoría de nosotros son tildados de plumíferas a los que insultar, ridiculizar y reirse por lo bajini.
Ese está siendo el caso de Falete e Isaac, una pareja a la que no puedo defender porque no conozco la veracidad e implicación de ambos en su lapidación catódica, pero desde luego no hay que ser ciego para ver que ahi se está atacando la genuina comunidad gay con sus incongruencias, sus difíciles acerdos emocionales (al no estar regido por la norma heterosexista hay más autenticidad y pro lo tanto más caos, menos “corrección”), su divergencias de lo que la sociedad burguesa heterosexista considera “aceptable”.
No me gusta ver las risitas de seres mediocres que se han arrastrado y follado con quién haga falta para llegar hasta su puesto frente las cámaras (esas presentadoras que se permiten adoptar un aire de superioridad moral cunado su vida privada desprende un hedor a podrido que haría palidecer en comparación el mayor escándalo de la comunidad LGTB). No em gusta nada ver esas risitas de desprecio cuando se habla de homosexualidad. No em gusta nada que se haya implantado la norma tácita de que en esos casos se debe tartar a esos seres humanos como meros bufones que viven su vida para distraernos. No me gusta nada que hasta el mayor patán (traficantes de drogas condenados como Kiko Matamoros) se crea con derecho a reirse con paternalismo y desprecio cuando se habla del mundo gay. En DEC, cuyo director era megamarica, se empezó a explotar esa supuesta vida tórrida y el morbo de un mundo gay que ellos caricaturizaban a propósito dando voz a osos homófobos o personajes dudosos o exponían costumbre sy fenómenos de nuestra comunidad sacándolos de contexto o no explicando, a propósito, su génesis. Se explotó el “potencial risistas” que diseccionar erróneamente nuestra vida afectiva garantizaba.
Pero lo que menos me gusta. Lo que realmente me repugna y disgusta es cuando (como he dicho con el caso del director marica de DEC) son maricas los que hacen este escarnio. los que, a cambio de ocupar su lugar en la mesa, ejercen de Judas, de traidores, de mercenarios, de lacayos de la homofobia.
Ver el video de Jorge Cadaval cantando “pluma pluma gay” con Soraya, ese himno renovado a la plumofobia cantado por un gay, me produjo ese sentimeinto de tristeza. ¿Cuando vamos a dejar de seguirles el juego? ¿Cuando vamos a dejar de adornar su homofobia?
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