- Solicitud de rectificación de Anna Grau
- A la información de El Plural: Para ABC, "se puede ser gay pero no ejercer"
- El Plural, 2009-08-20 # Anna Grau
A la atención de José María Garrido y de la dirección de elplural.com:
Me dirijo a ustedes para pedirles una rectificación del siguiente artículo, publicado hoy bajo la firma de José María Garrido:
http://www.elplural.com/macrovida/detail.php?id=37163
En él se hace mención de un artículo aparecido hoy en el diario ABC y firmado por mí en calidad de corresponsal en Nueva York:
Vaya por delante que considero siempre interesante la multiplicidad de puntos de vista y que unos periodistas informen -incluso desde la discrepancia- sobre la labor de otros. Esa es una de las riquezas de la democracia y de la pluralidad de la que ustedes dicen hacer bandera. Las nuevas tecnologías permiten además hacer eso casi en tiempo real o por lo menos con mucha más agilidad.
No me importaría que ustedes publicaran un artículo criticando un punto de vista mío. Discrepar de otros es siempre estimulante. A veces es incluso un honor. Pero en este caso la interpretación que de mi artículo ofrecen dista tanto de lo que el artículo realmente dice, que no caben más que dos posibilidades:
a) La persona que firma el artículo de ustedes no lo entendió, sea por habérselo leído demasiado apresuradamente, demasiado prejuiciosamente, o desde la más flagrante ignorancia.
b) La persona que firma el artículo de ustedes lo firma con ánimo de distorsión y desinformación.
En el artículo de ustedes se me atribuye una actitud hostil a la homosexualidad y la voluntad de "dar voz" a los que la catalogan de enfermedad, cuando el punto de partida es justo el contrario: el informe de la American Psychological Association (APA) del que me hago eco llama a acabar de una vez con la falacia de terapias supuestamente encaminadas a revertir la homosexualidad a la heterosexualidad. No sólo dictaminan que esas terapias no tienen ningún sentido sino que advierten de que insistir en ellas puede llevar a la persona así tratada a la depresión o al suicidio.
La APA no hace ninguna recomendación para acabar con la homosexualidad -algo que considera imposible- pero sí hace recomendaciones para ayudar a las personas que viven su homosexualidad como algo traumático, por falta de aceptación en su entorno social o porque choca con su sistema de creencias. Entonces plantean dos alternativas: o trabajar en la aceptación de la propia orientación sexual, o trabajar para sublimarla, ya que en ningún caso va a ser posible eliminarla.
El primer enfoque no es noticia porque hace años que se lleva practicando. Lo novedoso del informe es que considera por primera vez -desde un punto de vista científico y laico- la eventualidad de que la liberación sexual de un individuo le resulte insuperablemente traumática en otro sentido. Por ejemplo porque choca con sus creencias religiosas, un problema muy extendido en sociedades donde la religión juega un papel tan determinante como en Estados Unidos. Es a las personas que tienen este problema que se dirigen las recomendaciones de las que yo me hago eco en mi artículo. Recomendaciones que incluyen desde el celibato hasta buscar confesiones más abiertas a la homosexualidad. Que las hay y el artículo también les da voz, como es el caso de la Iglesia Episcopaliana que acaba de abrir la puerta a la ordenación de sacerdotes abiertamente homosexuales.
En su artículo ustedes se abstienen de mencionar todo esto y en cambio consideran particularmente fuera de lugar que yo "dé voz" al consejero evangélico Warren Throckmorton, experto en tratar la "explosiva" combinación de religión y homosexualidad. Dejando de lado que el señor Throckmorton ya ha aparecido antes en las páginas de un periódico tan prestigioso como The Wall Street Journal -lo cual podría llevarles a ustedes a revisar sus estándares de marginalidad-, resulta que ustedes también distorsionan gravemente lo que dice. Le ocultan a su lector que él siempre empieza su "terapia" advirtiendo a las personas homosexuales de que sus impulsos NO SON UNA ENFERMEDAD, NI SIQUIERA UN SIGNO DE FALTA DE FE. Es algo que se puede elegir vivir o no vivir, pero que nunca se elige dejar de desear.
Mi artículo concluía con una paradoja abierta: que algunas personas parece que prefieren traicionar su sexualidad antes que sus convicciones religiosas, una actitud que durante años se consideró impuesta, y que ahora algunos eligen libremente, o eso dicen. Ahí está la noticia y la novedad del artículo, que en ningún momento es una condena de la homosexualidad ni mucho menos una reducción de la misma al absurdo clínico. Es todo lo contrario de lo que ustedes dicen.
Reitero que yo entendería y hasta agradecería que ustedes escribieran un artículo en sentido contrario al mío. En este caso lo tendrían difícil porque, aunque ustedes se empeñen en aparentar lo contrario, mi artículo no sustenta ninguna opinión. Informa del hecho de que hay nuevas y distintas opiniones sobre un asunto. Podrían ustedes haberse sumado a este debate y ahora seríamos todos mejores y más sabios. Han preferido en lugar de ello distorsionar mi información. Por educación y por higiene mental no voy a entrar en la profusión de adjetivos esperpénticos que trufan su texto y que creo que son la más triste evidencia de su verdadera intención: no permitir que la realidad -en este caso, mi artículo- les estropee a ustedes una toma de partido previa.
No voy a entrar en esto porque no me concierne y porque cada cual es responsable de su probidad informativa. Por lo que a mí respecta ruego una rectificación o simplemente reproducir mi artículo al pie de la letra y sin distorsiones. Estoy segura de que los lectores notarían y agradecerían la diferencia.
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