- Merce Cunningham, bailarín y coreógrafo
- Creó uno de los lenguajes capitales de la danza moderna. Su unión con Cage es comparable a la de Chaikovski con Petipa
- El País, 2009-07-28 # Roger Salas
En 1955, Cunningham escribió en su libro The impermanent art que la devoción por bailar "no es otra cosa que un instantáneo y agradable acto de vida", y esto se convirtió en la máxima de su vida y de su arte, lo que le llevó progresivamente a explorar diversos campos de aplicación de su danza en comunicación colaboradora con la pintura, la música, el vídeo y los espacios de exposición.
En 1937, después de pasar un año en la George Washington University, Merce se enrola en el Cornish School (que luego pasaría a ser el Cornish College of Arts), en Seattle, donde tomó clases con Bonnie Bird (que procedía de la compañía de Martha Graham) y que acabó de definir su vocación dancística. Poco después, Bird se ennovió con un joven californiano compositor y pianista acompañante: John Cage. Cuando Bird no estaba, Cage llevaba adelante sus clases de composición coreográfica. Así se conocieron Merce y John, una unión para siempre. Cage introduce así en Merce la idea de una composición heterodoxa, donde a veces los dos elementos iban cada uno por su lado. En 1938, Merce estudia con Lester Horton, que lo pone a bailar Conquest con Bella Lewitzsky. Cuando Martha Graham vio a Merce bailar, lo conminó a viajar a Nueva York y a integrarse en su compañía, donde estuvo desde 1939 hasta 1945, creando roles en El penitente, Every soul is a circus, Letter to the Word, y Appalachian Spring, entre otros. Ya hacía gala de su notable elevación y su calidad detallista en el baile, lo que Graham explotó sapientemente. En 1942, Merce y dos miembros de la compañía, Jean Erdman y Nina Fonarov, hacen un primer concierto debú de sus trabajos en el College Teather. En uno de ellos, Credo in Us ya se usaba música de Cage. El programa se repitió el 20 y el 21 de octubre del mismo año en el estudio-teatro de Humprey-Weidman, con Tótem ancestro, música también de Cage. Esta unión entre compositor y coreógrafo, como bien señala David Vaugham, es comparable a la de Chaikovski con Petipa o a la de Stravinski con Balanchine. El 5 de abril de 1944, Cunningham y Cage presentan su primer concierto de solos, entre ellos Root of an unfocus. Siguieron juntos más de cincuenta años, un trabajo vital y enorme que abarcaba el experimento radical, el uso del silencio, la serialidad, la introspección especulativa y la multiplicidad de puntos referenciales en el espacio y en el tiempo. En 1944 crea Four walls, que incluye textos y diseños de Arch Lauterer. Su primera pieza con un compositor moderno francés fue Idyllic song (Eric Satie). En 1947 reciben el encargo de Lincoln Kristein de crear un trabajo para el Ballet Society (germen del American Ballet Theatre) en aquel verano en que Balanchine estaba en París. Así nace The seasons, diseñada en sustitución por Isamo Noguchi, pues Morris Grave no aceptó el encargo. Cunningham mismo danzó junto a Tanaquil LeClercq y Gisella Caccialanza, estrenando en el Ziegfeld Theater el 18 de mayo. Un año después, la obra se remontó en el naciente New York City Ballet. Y es 1948 el primer año en que Cage y Cunningham emprenden una gira interior por Norteamérica, visitando el Black Mountain College en Carolina del Norte, coincidiendo con artistas como Josef Albers (que venía de Bauhaus), Willem de Kooning y otros artistas del momento. Allí Arthur Penn dirigió un filme: The ruse of Medusa, donde estaba Merce. Ya entonces y a través de las lecturas sobre budismo zen de Suzuki, el tándem se dirigió a los estudios orientales, lo que tiñe su catálogo para siempre. Trabajó junto a Andy Warhol, Robert Rauschenberg, Jasper John y Frank Stella. Las obras de Cunningham pasan de los 200 títulos reseñados y abarcan hasta creaciones para la Ópera de París, con un vasto recorrido que logra influenciar desde su compañía y su escuela a varias generaciones de bailarines y coreógrafos. Su última creación, Nearly ninety, se estrenó en abril en Nueva York y después se vio en España dentro del festival Madrid en Danza, se trataba de un verdadero testamento estético, con muchas referencias al pasado y con un decorado monumental de la arquitecta Benedetta Tagliabue. El Reina Sofía, al mismo tiempo, programó varias sesiones de sus Events, piezas cortas para ser representadas en espacios no convencionales
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