2009/11/04

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  • Los embriones de Camps (y Güemes)
  • El Plural, 2009-11-04 # Beatriz Gimeno . Escritora y ex presidenta de la Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales
Perdonen que insista pero el derecho al aborto me parece el derecho más importante de las mujeres en tanto que es la piedra sobre la que pivotan todos los demás derechos. Es, nada menos, que el derecho a ser dueñas de nosotras mismas, de nuestros cuerpos, de nuestra capacidad reproductiva, de nuestra sexualidad. No es exagerado decir que el derecho al propio cuerpo es la base de nuestra ciudadanía, la capacidad de decidir sobre nosotras mismas, sin que el estado, la iglesia, los hombres, puedan interferir en lo que queremos hacer con nuestras vidas.

He vuelto de Sudamérica convencida de que las mujeres son allí ciudadanas de segunda clase puesto que su derecho a la vida está en función de un supuesto derecho a la vida de una célula, de un embrión. Allí, un embrión puede matar a una mujer legalmente, así de simple. Cuando una mujer está embarazada, su derecho a la vida queda en suspenso y en función del embrión que lleva dentro. En el momento en que queda embarazada, deja de ser un ser humano, una ciudadana, para convertirse en una incubadora dependiente del embrión, que tiene derecho a matarla. Y van de mal en peor. En Costa Rica se acaba de aprobar una constitución que declara que el embarazo ha de llevarse a término aunque a la mujer le cueste la vida. Y leyes así ya existen en Chile o Nicaragua. Allí se leen frecuentemente casos de mujeres embarazadas con cáncer o enfermedades graves a las que ningún médico se atreve a tratar hasta que dan a luz y entonces ya es demasiado tarde para ellas.

El derecho a la vida del embrión, derecho que jamás, en ninguna cultura humana, en ningún momento histórico, ha sido absoluto ni comprable al de la mujer gestante, (la iglesia no consideró pecado grave el aborto hasta el siglo XIX) se ha convertido ahora en la manera más eficaz que ha encontrado la extrema derecha de oponerse a la “perversa ideología del género”, tal como la iglesia ha denominado a la ideología que sostiene que hombres y mujeres somos iguales. Y así, quien no se ocupa de la vida de los niños y niñas en países en los que mueren de hambre por cientos de miles, de enfermedades, en los que no tienen educación, ni sanidad ni nada, se permiten tronar por la vida de los no nacidos que es, en realidad, la manera que han encontrado de oponerse a los derechos de las mujeres, que de eso se trata. Esta es una lucha global y fundamental para las mujeres.

Ahora el Gobierno de Camps decide que el embrión fecundado cuenta como un niño a la hora de puntuar para acceder a una vivienda de protección. La próxima ocurrencia podría ser hacer depender algunos derechos básicos y escasos de que una pueda presentar un embrión fecundado. Esta medida sería propia de un país que no reconoce derechos a las mujeres, pero es impracticable y ridícula en un país que reconoce estos derechos y en el que, según las encuestas, la inmensa mayoría de las mujeres están a favor del derecho al aborto. Llamemos a las cosas por su nombre. En un país en el que abortar dentro de un plazo es tu derecho, te recomiendo que si te has quedado embarazada sin querer y tenías en mente abortar y ejercer el derecho legal a no ser madre, no te lo pienses dos veces, antes de abortar, consigue los puntos para optar a una vivienda. ¿Te parece terrible siquiera pensarlo? Es tan terrible como una ley que juega de manera perversa con el derecho básico a tener una vivienda y, al mismo tiempo, a tener los hijos e hijas que se quieran.

Con lo fácil, sencillo y justo que sería apoyar a las familias con hijos e hijas…Pero no, por supuesto que eso no, porque no se trata de apoyar a los niños nacidos o a las familias numerosas con hijos e hijas, ni a las madres solas que han decidido tener a sus hijos o a las familias con hijos sin más si lo que se quiere es fomentar la natalidad. No se trata de eso y por eso no se hace. Entre otras cosas porque apoyar a los embriones es baratísimo, dónde va a parar. Los embriones no van al colegio, ni necesitan pediatra, ni casa, ni nada. Los niños y las niñas sí y garantizarles eso implicaría servicios sociales de calidad y eso no está en la mente de Cotino, ni de Camps.

Por cierto ayer intenté mandar una definición al blog de Güemes y no me la aceptó. ¿Saben lo que es un Güemes? Pues es un espécimen de derechas que da la impresión de tener la cabeza grande, aunque esa impresión se debe en exclusiva a su melena pasada de moda y gracias a la cual se cree guapo. No se sabe si debido a esa presunción inmerecida, también se cree muy listo y no deja de pergeñar ideas; especialmente le preocupa cómo acabar con derechos fundamentales de las personas entre otros, y fundamental, con el derecho a recibir asistencia sanitaria de calidad. Un Güemes es un ser que resulta peligroso y nocivo para la ética y la estética, así como para una saludable calidad de vida.

1 comentario:

  1. "Allí, un embrión puede matar a una mujer legalmente, así de simple. Cuando una mujer está embarazada, su derecho a la vida queda en suspenso y en función del embrión que lleva dentro. En el momento en que queda embarazada, deja de ser un ser humano, una ciudadana, para convertirse en una incubadora dependiente del embrión, que tiene derecho a matarla. "

    Hay que ser retorcida y carecer no sólo de instinto maternal, sino de instinto humano para afirmar tamaña acusación. Lo que hay que leer...

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