- En busca del duende de Lorca
- Rafael Amargo estrena el espectáculo flamenco 'La difícil sencillez', basado en una conferencia del poeta
- El País, 2009-08-19 # Elsa Fernández-Santos . Madrid
"Desde hace tiempo quería hacer un Lorca, pero Lorca está muy trillado y es difícil. Por eso hasta que no conocí la conferencia sobre el duende no me decidí", explica Amargo. La colaboración con Távora ha sido fundamental para esta vuelta "a la esencia". "Ella me dijo que tenía que hablar de lo que conozco, y eso he hecho".
La conferencia de Lorca data de 1933 y la pronunció en Buenos Aires y La Habana. Plagada de referencias literarias, musicales y plásticas, pretende explicar un término que hoy de puro manido dice tanto como tan poco. "No confundamos el duende con el duendecillo", avisa Amargo en jarras. "Que no hablamos ni de un gnomo ni de un pitufo. El duende es algo tan complejo que ni los filósofos han podido explicar. Es la máxima expresión de lo que hacemos, sube desde la planta del pie hasta el corazón y te cambia el estado de ánimo en un segundo. Te lo puede cambiar para bien, para mal o para regular. Pero te lo cambia".
El texto de Lorca busca la explicación y para ello no se priva de nada: ni los místicos, ni de Bach, de las pinturas de Goya, ni de Nietzsche, ni de la Niña de los Peines ni de Jorge Manrique. Escribe el poeta: "Sonidos negros dijo el hombre popular de España y coincidió con Goethe, que hace la definición del duende al hablar de Paganini, diciendo: 'Poder misterioso que todos sienten y que ningún filósofo explica'. Así, pues, el duende es un poder y no un obrar, es un luchar y no un pensar. No es cuestión de facultad, sino de verdadero estilo vivo; es decir, de sangre; es decir, de viejísima cultura, de creación en acto".
Para Amargo y Távora el reto era dar forma a la teoría lorquiana. "Un espectáculo es forma, juego y vida y el texto de Lorca, era muy pajillero, muy metafórico. Había que buscar una forma".
La difícil sencillez viaja así del flamenco "arcaico, de los viejos" a los maestros como Chocolate, Chano Lobato o Morente. Un audiovisual guía al espectador por el camino de las coreografías. "De un cuadro de Julio Romero de Torres al Sacromonte de Granada, las gitanas bailando la zambra, y surge el ajé, el ángel, la musa del duende", afirma el coreógrafo. La muerte, continúa, vertebra cada paso: "Ante la muerte el duende surge con más fuerza que nunca".
Amargo y su compañía (36 artistas entre músicos, cantaores y bailarines) permanecerán un mes en los Teatros del Canal con su compañía. Luego empezará una larga gira nacional con el espectáculo. Entre representaciones y ensayos, ha terminado dos películas -Zigortzaileak (Los castigadores), un filme vasco sobre el bullying, y Cinque, una italiana en la que interpreta a un traficante de opio- y prepara para enero Un muchacho del flamenco, una producción americana sobre el flamenco.
"Yo no soy el mejor bailarín, ni el que mejor dirijo, ni el que mejor interpreto, pero estoy aquí y no soy un gnomo", afirma. "He encontrado mi sitio, con constancia con talento, porque con una de las dos cosas solas no vale. En el flamenco no hay un libro, luchas contra tu propio cuerpo y contra tu estado de ánimo. No es una coreografía sino una búsqueda constante". "Yo soy muy polar", sigue moviendo las manos, "muy extremista, o estoy muy muy bien o muy muy mal. Por eso me gustan los rebeldes, son con los que mejor me entiendo. Polares, muy polares y nada de mediocres. Yo era muy rockero, muy mediático, pero Pilar me ha ayudado mucho, me dijo que me fijara en la tierra que piso, en mis padres... Yo iba a Sevilla y no olía ni naranjos ni a nada, y ella me decía eso de que parecía un bailarín del norte, un extranjero. Ahora ya huelo, algo huelo...".
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