- ¿Un colectivo comprometido?
- Ambiente G, 2009-03-08 # El Castigador
Intentando eludir el tema, le he dicho que finalmente, con 1.500 personas en la concentración, se podía considerar un éxito. ¿1.500 personas? ¿Eso quién lo dice?, me ha preguntado.
Y parece ser que no, que de 1.500 nada, que si había 500 era rabiando. Pero yo, como no estuve para verlo y desconozco la habilidad númerica de mi invitado, no puedo decir con seguridad si había 1.500 ó 500, aunque viendo la decepción de su cara, apostaría más por la cifra menor. Pero lo cierto es que me da igual. Aún siendo 1.500 me parece demasiado poco, sobre todo si comparamos con la manifestación del Orgullo Gay.
Así somos. ¿Comprometidos? ¿Solidarios? ¿Luchadores? Una vez más es injusto juzgar a un colectivo entero. Pero la realidad es que como colectivo entero se nos juzga a diario. Me enciende cada vez que escucho que lo único que sabemos hacer los gays es salir el Día del Orgullo medio desnudos moviendo las caderas y con ganas de meterla. Y más me enciende verme obligado hoy a tener que dar un poco la razón.
Muy reciente tenemos el caso de Marta del Castillo. Una gran tragedia, sin duda. Hemos podido ver cómo miles de personas se tiraban a la calle para apoyar a esa familia. ¿Por qué este caso debe de ser diferente?
Me gustó leer anoche que había 1.500 personas. Me gusta que la gente crea que fuimos tantos en Madrid. Pero al margen de lo que la gente crea, lo más probable es que fueran bastantes menos, porque a muchos les dio igual y prefirieron quedarse durmiendo, tomando cervezas, viendo la televisión o echando un polvo. O a lo mejor, como yo, simplemente se quedaron en casa porque preferían evitar la posibilidad de encontrarse con alguien a quien no querían ver.
La historia de Isaac Pérez Treviño y Julio Anderson Luciano puede ser nuestra historia. Un joven que liga una noche y se lleva a un desconocido a casa. Y ya. No hay más. Eso sí, si alguna vez nos vemos en la situación, recemos porque nos quemen después de matarnos, porque si no, lo más probable es que nuestro asesino no sea condenado.
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