- Nuestro lado oscuro
- Peatóm, 2009-02-28
Sostiene la ensayista que siempre ha habido perversos, aunque a lo largo de la Historia se han valorado de forma diferente, y ha puesto como ejemplo que, si bien en el siglo XVIII estaba prohibido mantener relaciones con niños, el pedófilo era tolerado, mientras que en la actualidad “el más perverso es aquél que toca al niño, que ya no es considerado como un objeto más”. Desde la Edad Media hasta nuestros días, Roudinesco convoca a seres tan despreciables como Gilles de Rais, mariscal de Francia, compañero de armas de Juana de Arco y… asesino en serie avant-la-lettre que descuartizó a más de 300 niños en orgías cuidadosamente teatralizadas o tan trangresores como el marqués de Sade, que poca presentación necesita, sin olvidar, ya en el siglo XX, la calculada organización de los campos de exterminio nazis. «Nada es comparable a aquello».
Normas patológicas
Pese a esos estallidos, el siglo XXI está jugando con el espejismo de que es posible erradicar la perversión, algo que a la historiadora le parece altamente peligroso. «Hay una serie de tendencias que se dirigen a ese objetivo y que corren el riesgo de provocar efectos perversos», advierte. Sería el caso, según la autora, de los movimientos para la liberación animal que están recibiendo la simpatía de muchos ciudadanos, incluso de las leyes y sin embargo son movimientos «que prohiben comer cualquier tipo de bestia y promulgan el ¡matrimonio! entre animales y humanos». Más generalizado, pero también potencialmente peligroso, es el higienismo médico que intenta regular la cantidad de alcohol que podemos ingerir e impedir el consumo de tabaco. «Si esta tendencia se exacerba la perversión se situará en la norma y no en el individuo»
En el último capítulo, se adentra en el siglo XX y especialmente en el nazismo, “la metamorfosis más abyecta que existe de la perversión”. A su juicio, después de Auschwitz “cambia la mirada sobre nosotros mismos, porque (el nazismo) fue algo creado por el hombre, no por Dios ni por animales”. Es el único sistema político de la Historia que “llevó a cabo la exterminación de un pueblo en nombre de la Ciencia y contra la idea de Dios”, y que cree que no volverá a repetirse. La investigadora, que ha dejado muy claro que empezó a interesarse por esta cuestión sólo después de que se lo pidieran para la inauguración de un simposio en Belo Horizonte (Brasil) en 2004, ha definido al perverso como aquella persona que “goza del daño que hace a los demás y que trata al otro como a un objeto, lo que nos lleva a las perversiones sexuales”.
En esta primera historia de los perversos, también mantiene la escritora —autora de libros que han marcado época como “La batalla de los cien años: historia del psicoanálisis en Francia”— que hay diferentes grados de perversión, y subraya que ya Freud “nos enseñó que todos lo somos en algún grado, mientras que (la perversión) no existe en el reino animal”. Roudinesco cree igualmente que una persona puede ser “fantástica” en un ámbito de su vida y en otro actuar de forma perversa, y que “el mal absoluto no existe”.
Cada época de la Historia ha ido señalando su “parte oscura” y durante mucho tiempo, hasta el siglo XVIII, “el perverso era el que rehusaba el orden procreativo, el que no quería que la sociedad se reprodujera”. En el caso de los homosexuales, durante siglos, fueron tachados de perversos por este hecho, aunque “en la Antigüedad era lícito serlo, siempre y cuando estuvieran casados y con hijos”. Respecto de los atentados del 11-S, ha sostenido que “todo fue muy calculado por una mente diabólica” y ha agregado que “no fue sólo terrorismo de base. Fue algo más”. Sobre el personaje de Bin Laden, ha reflexionado en el sentido de que su vida tiene dos partes muy diferenciadas: una es la que vive como un niño y un joven hijo de familia rica de Arabia y la otra, ya de adulto, es la que le sirve para odiar a la primera y “convertirse al Islam y en una máquina que mata”. Bin Laden protagoniza el penúltimo modelo de perversión, según Roudinesco. Lo materializó sobre el cielo de Nueva York la mañana del 11 de septiembre del 2001. «Todo fue cuidadosamente calculado, los pilotos se perfumaron, llevaban inscripciones sexuales sobre las vírgenes que les esperarían en el Edén, sabían que se filmaría el goce de su muerte y que las imágenes encerrarían una aterradora belleza».
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