2009/10/09

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  • La Otxoa: "Para querer a alguien no hay que firmar un papel"
  • Deia, 2009-10-09
Hay quien no sabe que detrás del nombre de La Otxoa está José Antonio Nielfa, todo un personaje. Renunció a probar suerte en el Athletic de su época. Era consciente de que su sensibilidad, muy diferente a la del resto, le iba a traer problemas. Con nostalgia de Bilbao, de su calle Hernani y del ambiente de San Francisco se fue a Barcelona. Tiempos duros para quienes en los años sesenta eran homosexuales. Detenciones, fichas policiales, incomprensión… Hoy, saca lo que lleva dentro y lo cuenta mientras nos permite asistir a una sesión de maquillaje. La transformación es increíble; una hora después de empezar se ha convertido en un espectacular Don Diego López de Haro para el espectáculo Bilbao, Bilbao.

¿Cualquier tiempo pasado fue mejor?
Hay etapas, hay que vivirlas todas, pero yo soy bastante nostálgico. Tengo recuerdos del pasado muy nítidos; me he encontrado con gente de una calidad humana tan maravillosa como Imanol Uribe, Pedro Olea, Ramón Barea, Tola…

Si echamos la vista atrás nos encontramos con un Bilbao muy conservador, ¿difícil para usted?
Imagínate. Cuando hice Libérate tuve críticas demoledoras. A través de esas críticas intentaban diseñar el homosexual que tenías que ser y cómo tenías que comportarte. Además, gente de la izquierda, incluso en publicaciones del movimiento gay que nacía en aquella época. Diseñaban gays disfrazados de intelectuales, una cosa terrible.

Los términos homosexual o gay no se pronunciaban a menudo en los años sesenta.
No se pronunciaban, no. A mí me detuvieron en Barcelona en el año 68 en un bar donde había más luz que este lugar donde estamos ahora. Estaba hablando con un amigo, llegó la Policía y nos detuvieron a todos. Cuando les comunicaron a mis padres que estaba detenido, ellos preguntaron a ver qué había hecho yo, y les contestaron: Está detenido por homosexual.

¿Cómo se quedaron?
Muy sorprendidos porque mi madre pensaba que homosexual era un plato combinado de la cafetería del Arriaga. No tenía ni idea, no sabía lo que significaba esa palabra. Por cierto, ahora nos están reconociendo aquella metedura de pata de la dictadura.

¿Les van a indemnizar?
Bueno, cuatro mil euros. Pero no son los cuatro mil euros, las fichas policiales aquellas van a desaparecer, y es lo importante. Hemos tenido que ir arrastrándolas desde 1968. Ibas por el aeropuerto con el pasaporte y sentías las risitas del de la aduana. Vamos a ser otra vez personas normales, que es lo que hemos sido siempre.

Dictadura y después escasa sensibilidad en los primeros tiempos de la democracia, ¿no?
Claro, había atropellos. Yo puse el primer bar en Barrencalle, y a los ocho meses cuando vieron mi ficha, no sé qué se imaginaban, me lo cerraron por decreto. Tuve que luchar para reabrirlo. Los primeros años de la democracia fueron un atropello, pero no sabes hasta qué nivel. Es bueno contarlo, por la gente, por los homosexuales que se lo han encontrado todo hecho…

También ahora hay recelos.

Pero hay libertad, se pueden casar, no están mal vistos; tienen que dar las gracias a la gente que dimos la cara, sufrimos muchísimo y, aún así, siempre estuvimos ahí. Que no se les olvide nunca esto. Recuerdo cuando mi abuela me hablaba de la guerra; me sonaba a chino, qué pronto se pierde la memoria y la memoria no hay que perderla nunca.

¿Qué opina de la fiesta del Orgullo Gay?
Me parece muy bien, debe servir para que se nos considere gente normal. Por que te acuestes con quien te dé la gana no tienes por qué tener una etiqueta. A ese nivel me gusta.

Ha dicho que ahora hay libertad para casarse, ¿nunca ha tenido la tentación de casarse?
No, yo estoy en contra del matrimonio incluso entre parejas heterosexuales. Me parece una tontería que dos personas que se quieran tengan que firmar un papel, no se van a querer más. Estoy en contra del papeleo matrimonial. Para querer a alguien no hay que firmar ningún papel.

¿Mejor solo que mal acompañado?
Yo estoy solo hace muchísimos años, estoy encantado de la vida. Se me haría muy difícil convivir con alguien.

¿Es usted una persona difícil?
No, soy muy fácil, pero necesito mis espacios. En el momento que me invaden me molesta muchísimo. La pareja que yo tuve duró diecisiete años porque éramos los dos iguales. Él tenía sus amistades, sus amigos, su vida y yo tenía la mía. Nunca invadí su espacio y ni él el mío, y luego estábamos juntos cuando teníamos que estar.

¿Sigue ligando mucho?
Muchísimo, pero muchísimo, no te lo puedes ni imaginar.

¿Dónde está el secreto, belleza, simpatía?
No, en la belleza no. La belleza es interior en mi caso, pero también está mi salero, no sé lo que será, pero la verdad es que he ligado muchísimo siempre.

¿Coqueto?
Me gusta más coquetear que ligar, es un juego que me gusta mucho. Se está perdiendo el juego de la seducción, ya no se viste para seducir. La gente seduce de otra manera, la elegancia no la veo, nada es lo mismo y es una pena.

¿Somos menos elegantes?
Creo que sí. Soy bastante nostálgico en ese sentido. Hay más maleducados e irrespetuosos. En todas épocas hay cosas malas y buenas. Añoro cosas del tiempo en que yo era niño. No respetar a las señoras no me gusta nada, hay que ser más caballeros; dejar pasar a una señora mayor en la parada del autobús, que se sienten las señoras…, ese tipo de cosas ya no se llevan.

¿Es coqueto a la hora de vestir?
Soy coqueto y muy personal. Me encanta vestirme yo, siempre tienen que ser cosas que a mí me gusten. Yo tenía un gran problema con mi madre. Siempre me recriminaba que era el único niño del barrio que iba a comprarse la ropa él. Los demás iban como en el colegio, con jersey de ochos y el pantalón azul. A mi madre no le gustaba nada que no fuera con ella a comprarme ropa.

¿Cómo reaccionaban sus padres ante usted?
Mis padres iban conmigo a muerte. Hubieran querido tener nietos, que me hubiera casado, esas cosas que quieren los padres, pero siempre me respetaron muchísimo. Si yo a mi ama, que por desgracia murió muy joven, le digo que me caso, a pesar de que me lo pedía, le doy el disgusto de su vida. Se había acostumbrado a mí y era como su pareja de hecho.

Es un nostálgico, ¿qué es lo que más añora?
Añoro la música en vivo, las revistas, el vestuario de aquella época, cómo vestían las señoras de antes, aunque hay algunas que siguen haciéndolo… Esa peluquería de los sábados, el café y los bollos que se tomaban… Añoro esas tradiciones que se están perdiendo.

¿Le molesta que utilicemos indistintamente el masculino o el femenino para hablar de usted?
El orden de los factores no altera el producto. Me parece que es igual una cosa que otra. El femenino lo agradezco muchísimo porque yo nunca me llamé La Otxoa, me lo pusieron en la calle. Al verme vestido de chica era más la que el. En todos los carteles de mis espectáculos era Otxoa.

¿Por qué Otxoa?
Desde crío yo trabajaba en un restaurante familiar que se llamaba así, como era tan popular en la calle San Francisco de Bilbao ese sitio y ese nombre pensé: Para qué me lo voy a cambiar.

¿Es usted muy folklórica?
No, eso ya sabes que es porque te encasillan. Yo te puedo cantar boleros que te puedes morir y te puedo cantar baladas que te hacen llorar. Tengo un punto triste dentro, pero ya sabes que lo que vende es lo que tienes que hacer. Pero lo folklórico me gusta muchísimo, yo nací en esa época. En todas las emisoras escuchábamos lo mismo.

¿Sara Montiel, Marujita Díaz o Lola Flores?
Son todas tan diferentes; me quedo con la belleza de Sara Montiel, y con la fuerza y la garra de Lola Flores, que era única, estaba tocada por los faraones, tenía magia. Pero me hace mucha gracia Marujita Díaz. Estaba también Carmen Sevilla, que era muy bonita. Y la voz de Rocío Jurado, irrepetible: no cantaba, era una abusona. Cada una en su estilo.

Una de sus pasiones es el Athletic.
Y encantado, este año está estupendo…

¿Cambió usted las botas del Athletic por la bata de cola?
Dicho así…, iba para jugador, pasaba horas y horas jugando al fútbol, era mi pasión. Pero hay que instalarse en la dictadura, un chaval diferente como yo, meterse en un vestuario con tanto energúmeno iba a ser duro. También tenía una cabeza diferente y otra sensibilidad, cuando me vinieron a buscar, yo mismo dije que no. Me dediqué al espectáculo y me fui a Barcelona.

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