- Ocaña retoma la Rambla
- Una procesión laica, con dos vírgenes que creó el artista en papel maché, recorrerá sus escenarios emblemáticos durante la Mercè
- El Periódico de Catalunya, 2009-09-19 # Olga Merino
«No sólo pretendemos reivindicar la figura de Ocaña en una especie de beatificación –él quería ser santa–, sino también reconquistar la Rambla para los barceloneses como el espacio de libertades que fue durante la transición», explica Pedrals, quien está ultimando una biografía del artista, de cuya muerte ayer se cumplieron 26 años. Un pendón, obra del pintor cordobés afincado en Barcelona Álvaro Dobladez, abanderará el cortejo Beata Ocaña, abierto a todo el que desee participar, mientras que el puesto Carolina de la Rambla contribuirá con los adornos florales.
A principios de los 70, José Pérez Ocaña (Cantillana, Sevilla, 1947 – Sevilla, 1983) se instaló en Barcelona huyendo de la asfixia del campo andaluz, cuya iconografía fue, a la postre, su principal nutriente artístico: beatas, cementerios, campos de aceituna, abanicos, rejas floridas… En la capital catalana desplegó su talento y reclamó libertad sexual en unos tiempos oscuros en que imperaba la ley sobre la peligrosidad social, conocida como de vagos y maleantes. El pintor, a quien el cineasta Ventura Pons dedicó su primera película (Ocaña, retrato intermitente, 1978), se paseaba por la Rambla y el Café de la Ópera vestido de mujer, cantaba por Juanita Reina y enseñaba sus partes nobles. Eran exhibiciones de arte callejero que él denominaba «teatrillos». «Puede decirse que Ocaña –explica Pedrals– fue un pionero en lo que se refiere a las performances artísticas. Y mucho antes de que la llamada movida se trasladara a Madrid, aquel hervidero de creatividad ya existía en Barcelona».
Vírgenes desportilladas
Pedrals (www.larosadelvietnam.com) es dueño tanto de las dos figuras que saldrán en procesión, como del sol de papel maché con que Ocaña iba disfrazado cuando sufrió el accidente pirotécnico que acabó por costarle la vida. Aunque las obras están bastante deterioradas –su restauración sobrepasaría los 12.000 euros–, puede que a Ocaña le hubiese complacido la estética decadente de sus vírgenes desportilladas.
Casi 30 años de olvido han eclipsado la figura de un artista a la espera de un reconocimiento que se le tributará el próximo marzo con la inauguración en el Palau de la Virreina de la primera exposición antológica sobre su legado: Ocaña, 1973-1983: acciones, actuaciones, activismo. Comisariada por Pedro G. Romero, la exhibición incluirá vídeos, películas, fotografías, dibujos, papel maché, carteles y pinturas, como la que ilustra esta página, de la serie Ángeles, perteneciente a la colección particular del dibujante Nazario.
Tras el estreno barcelonés, está previsto que la muestra viaje a Sevilla y se instale después en Madrid, en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, bajo la dirección de Manuel Borja-Villel. También Le Palais de Tokyo, en París, ha manifestado interés en el proyecto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario