- El abrazo a los 'señores de la guerra'
- El "líder de la nación" busca la presidencia a toda costa para crear ese país "unido y avanzado" que hasta hoy no se ve; para que los niños sean "la semilla del futuro" -aunque apenas comen o estudian- y para ello, Hamid Karzai pactaría con el diablo.
- Noticias de Gipuzkoa, 2009-08-18
El desarrollo económico e institucional se ha quedado en el ámbito del centro Kabul, donde el presidente Hamid Karzai aparenta controlar el Gobierno, cuando en realidad está en manos de la política de Washington y de las demandas de los señores de la guerra ahora sentados en el Parlamento. Sus hermanos, Mahmoud y Ahmed Wali, están acusados de haber amasado una fortuna desde que Karzai llegara al poder mientras la pobreza sigue golpeando con extrema dureza al resto del país. A Ahmed Wali se le acusa, aunque él por supuesto lo niega, de estar envuelto en el gran negocio del comercio del opio, mientras que Mahmoud ha construido un emporio empresarial, bajo la influencia de su hermano el presidente, que le ha hecho uno de los hombres más ricos del país.
Ante tales privilegios, la frustración popular se ha generalizado en los últimos años por la evidente ausencia de desarrollo, que alimenta a la población a base de desilusión y decepciones a falta de alimentos y empleo. Los afganos están enfadados con sus líderes y los talibanes han sabido sacar provecho de ello. Un portavoz del presidente asegura que las acusaciones de que Hamid Karzai maneja el país como un negocio familiar son una "absoluta basura" y pura propaganda extendida por sus enemigos. Sin embargo, para los diplomáticos internacionales que trabajan en Afganistán, es evidente que la guerra contra la corrupción la están perdiendo. "Los talibanes utilizan el enriquecimiento de los hermanos de Karzai como una evidencia de que el presidente es una marioneta de la OTAN", afirma el analista estadounidense Malou Innocent.
Vituperado por sus opositores, el denominado alcalde de Kabul por lo limitado de su control sobre el resto del país, y pese a todo, Karzai sigue siendo el candidato favorito. En buena medida porque es pastún, la etnia mayoritaria en el país, y una ley no escrita dice que los pastunes sólo votan a pastunes.
Su principal rival, el ex primer ministro Abdullah Abdullah, asegura contar con apoyos suficientes como para forzar una segunda vuelta electoral, y a decir de los últimos sondeos esta previsión es cada vez más probable. El último sondeo publicado el jueves por un instituto de EE.UU. daba al actual presidente un 45% de votos frente a un 26% a Abdullah. Sólo se llegaría a una supuesta segunda vuelta electoral en octubre si ninguno de los candidatos alcanza el 50 % de votos.
Hasta ahora, Karzai ha llegado a pactos con los líderes de distintas minorías étnicas, como los señores de la guerra Ismail Khan (tayiko) y Rashid Dostum (uzbeko), y ha incorporado a su candidatura al poderoso Mohammed Fahim, un polémico general que ya fue ministro de Defensa en su Gobierno y que ahora la vicepresidencia. Con Fahim, Karzai busca asegurarse el apoyo de los tayikos del norte, la segunda etnia más numerosa del país, pero además entre sus seguidores están los turcomanos y una parte de los tayikos.
Concesiones radicales
Para sellar estas alianzas, Karzai ha hecho algunas concesiones a los sectores ultraconservadores de los hazaras, como la aprobación de la polémica ley que restringe los derechos de las mujeres chiíes, según la cual y -tras aprobarse casi a hurtadillas- las mujeres chiíes están obligadas a complacer sexualmente a sus esposos bajo pena de ser castigadas sin alimentos; se les prohíbe trabajar fuera de casa o salir sin permiso del marido y favorecer al esposo en asuntos de custodia de hijos.
Según Human Rights Wach, un 60 por ciento de los parlamentarios tienen vínculos con los señores de la guerra y muchos de ellos están implicados en casos de crímenes de guerra. "Muchos de estos líderes jihadistas, utilizan su posición parlamentaria para intentar legislar leyes acordes con sus interpretaciones radicales del Islam y siempre en contra de las mujeres", denuncia la diputada afgana Shinkai Karokhel. Y ahora, su golpe de efecto más importante es precisamente una oferta de diálogo para los talibanes más moderados, con el objetivo de que estos abandonen las armas y se sumen a la construcción de la democracia afgana.
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