2009/07/15

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  • "No había inocentes en Gaza"
  • 26 soldados que participaron en la guerra explican a una ONG israelí las atrocidades perpetradas durante 22 días de contienda
  • El País, 2009-07-15 # Juan Miguel Muñoz . Jerusalén
"Abrimos fuego y no hacemos preguntas". "Nos dijeron que debíamos arrasar la mayor parte posible de nuestra zona". "Mi comandante me dijo, medio sonriendo, medio serio, que esas demoliciones podrían añadirse a su lista de crímenes de guerra". "Si alguna vez nos hablaron de inocentes, fue para decirnos que no había inocentes". Es el turno de los soldados israelíes. Dirigentes, académicos y analistas hebreos; políticos y civiles palestinos; organizaciones no gubernamentales internacionales y locales; Naciones Unidas. Todos han investigado y extraído conclusiones de la guerra que el Ejército israelí lanzó contra Gaza el invierno pasado. ¿Guerra? "¿Es realmente plausible denominar batallas al bombardeo con artillería y tanques, y al fuego lanzado desde helicópteros y aviones?", se pregunta el abogado Michael Sfard, defensor ante los tribunales israelíes de muchas víctimas palestinas del Ejército. "Es el ataque más duro que ha infligido el Estado de Israel a una zona urbana densamente poblada por civiles", añade Sfard. Algún ex diplomático israelí confiesa, exigiendo no ser citado, que las operaciones por tierra, después de la primera semana de bombardeos aéreos, fueron "un exceso". Pero ahora lo han contado a Breaking the Silence (Rompiendo el Silencio), una ONG israelí, 26 militares que participaron en la campaña. Algunos se plantaron ante las cámaras y prefirieron que su rostro fuera difuminado. Otro, como el experimentado sargento reservista Amir, a cara descubierta. Su descripción provoca escalofríos y explica por qué varias zonas de Gaza parecían devastadas por un terremoto. A todos ellos les resultará muy difícil tragarse la coletilla que los líderes de su país utilizan a destajo: "El Ejército de Israel", dicen, "es el más moral del mundo". La guerra de Gaza ha sido un punto y aparte. No hubo reglas y los crímenes de guerra, según la ONG, no fueron ni mucho menos hechos aislados.

Todo fue diseñado para acometer una "guerra sin bajas", en palabras de Sfard. Y como relata Yehuda Shaul, uno de los directivos de Breaking the Silence, "la mejor manera de defenderse es disparando fuego masivamente. Así el enemigo no saca la cabeza. Se bombardearon barrios y viviendas sabiendo que se iba a matar a civiles. Después de lanzar octavillas sobre un barrio, se decidió que se podía matar a quien fuera". 1.400 palestinos perdieron la vida en 22 días de contienda, una gran mayoría de ellos civiles. Las milicias palestinas mataron a tres inocentes israelíes con cohetes kassam. De los nueve soldados caídos, cuatro lo fueron por fuego amigo. Unas 50.000 casas, 200 escuelas, casi un millar de fábricas fueron dañadas o convertidas en ruinas, según Naciones Unidas. La lucha entre militares y milicianos fue la excepción en una campaña en la que soldados disparaban contra depósitos de agua por aburrimiento; en la que se lanzaron bombas de fósforo en zonas civiles, en las que muchos soldados se dieron al pillaje, y en la que se disparaban cañones para despertar a una compañía.

"Las reglas de combate no distinguieron entre combatientes y civiles; no tuvieron en consideración que los combates tuvieron lugar en una zona donde debía conocerse la presencia de niños, mujeres y ancianos; se emplearon armas con un radio de precisión inapropiado para áreas llenas de civiles; la amplia devastación; la destrucción sistemática; su increíble magnitud; la destrucción de casas, apartamentos, edificios públicos y propiedades, en muchos casos sin que respondiera a una aparente necesidad militar", precisa Sfard. "Disparar a cualquiera que se supone no debe estar en un lugar" fue una regla destinada a impedir bajas propias. A cualquier precio. No se daban órdenes precisas, pero todos los soldados coinciden en que había que hacer lo que fuera para no caer heridos. Un militar admite que se empleó con profusión la denominada "entrada mojada". Es decir, el allanamiento de una casa a tiro limpio. En ocasiones lanzando misiles o proyectiles antitanque. Después se comprobaría lo que había dentro.

La destrucción, deliberada según los testimonios, fue minuciosamente planificada. Antes de la guerra, durante el entrenamiento, "nos dimos cuenta de que esta vez no se trataba de una campaña, sino de una guerra en la que te quitas los guantes... Las consideraciones que estábamos acostumbrados a escuchar sobre las reglas de combate, y los esfuerzos por no dañar a inocentes no se escucharon esta vez. Al contrario... Un comandante nos dijo que no habría segundos pensamientos sobre cualquier amenaza, real o imaginaria, que pudiéramos sentir... La idea era abrir fuego y no intentar considerar las repercusiones. Ante cualquier obstáculo, ante cualquier problema, abrimos fuego y no hacemos preguntas. Si hay un vehículo en el camino, se aplasta; si hay un edificio se bombardea. Éste es el espíritu que se transmitió durante el entrenamiento", relata Amir.

El componente religioso también jugó su papel. "Se repartieron pasquines con el sello del Ejército y su Rabinato que contenían material político explícito: los palestinos eran descritos como los filisteos, nuevos en esta tierra. Como alienígenas en esta tierra que nosotros debemos retomar. Luego el rabino Chen nos habló de la santidad del pueblo de Israel y de que estábamos luchando en una guerra entre la luz y la oscuridad llena de connotaciones apocalípticas y escatológicas. El lenguaje era altamente mesiánico. La guerra entre la luz y la oscuridad era la preparación para la redención. Pero más perturbador que este asunto religioso era la demonización del otro, los hijos de la oscuridad, mientras nosotros éramos los hijos de la luz. Esto es muy problemático porque se podría esperar que se hiciera una distinción con los civiles", narra otro militar.

Un activista de la ONG israelí Breaking the Silence le pregunta a Amir, que ha servido en Gaza y Cisjordania varias veces como reservista: ¿Esto era nuevo para ti? "Sí. Sin ninguna sombra de duda... Nunca tuve permiso o recibí instrucciones para comportarme de este modo... De alguna manera, el Ejército siempre planteaba vías para tratar de evitar heridos. En esta ocasión, la sensación era la contraria. Como si herir a civiles no jugara un papel en las consideraciones... Si alguna vez nos hablaron de inocentes fue para decirnos que no habría inocentes. Todos allí eran el enemigo. Es una frase que escuchamos al comandante de la brigada... No había normas para el combate. La norma era disparar".

Relata un soldado que observó a un hombre con una antorcha y camisa blanca aproximarse. Pidió a su comandante permiso varias veces para realizar disparos de disuasión (a metros de distancia para que el palestino se detuviera) tras informarle de que el hombre no iba armado. El oficial no se lo concedió. Cuando ya estaba muy cerca, cuanta el uniformado: "De pronto una explosión de fuego que venía de arriba nos hizo saltar a todos. El hombre comenzó a chillar. No lo olvidaré mientras viva. Todo el mundo disparaba y el hombre gritaba. El comandante bajó las escaleras y dijo: 'Este es el comienzo de la noche'. Se preguntó al comandante porque no había autorizado el fuego de disuasión, y contestó: 'Es de noche y era un terrorista'. Cuando le dijimos que el hombre sólo llevaba una antorcha, respondió: 'No importa, era de noche'... Al día siguiente enviamos a un perro para detectar si tenía explosivos. No tenía nada. Sólo su antorcha.

Mientras el presidente Simón Peres y varios miembros del Gobierno repitieron hasta la saciedad que Hamás y los demás grupos armados palestinos utilizaron escudos humanos en sus operaciones y que sus acusaciones eran propaganda, resulta patente, a tenor de estos testimonios, que el Ejército israelí sí los utilizó. "Johnnies". Así llamaban los uniformados a los palestinos que eran forzados, encañonados y maniatados, a entrar en las casas sospechosas de albergar a milicianos. En alguna ocasión, alguno debió entrar más de una vez para tratar de convencer a los hombres armados milicianos de que se rindieran. ¿Y si no se rendían, se derribaba la casa sobre ellos? "Sí", contesta un sargento de la Brigada Golani. Otras veces obligaban a los palestinos a taladrar paredes con martillos mecánicos para eludir cualquier riesgo de que los soldados se toparan con una trampa explosiva.

"No era necesario tanto fuego. Tengo la sensación de que el Ejército buscaba una oportunidad para llevar a cabo una demostración de fuerza espectacular. Es la única explicación para el uso de morteros dentro de una zona urbana", explica un sargento de una brigada de infantería que fue enviado a Netzarim, al sur de la ciudad de Gaza. "Los objetivos de la guerra eran vagos. Pero nos dijeron que debíamos arrasar la mayor parte de la zona posible. Esto es un eufemismo de destrucción sistemática". El suboficial explica que las casas se derribaban por dos razones. Una operacional: la sospecha de que en una vivienda se guardaban armas, o si de ella partían túneles, o si había señales de que se había excavado. El segundo motivo lo denominaron "El día después", teniendo siempre en mente que la operación era de duración limitada. "La idea era dejar un área estéril detrás de nosotros cuando nos marcháramos. Y el mejor modo para lograrlo era arrasar la zona. Así tendríamos buena capacidad de fuego, visibilidad abierta. P
odíamos verlo todo. Eso significaba las demoliciones para el "Día Después". En la práctica, esto supuso derribar casas que no eran sospechosas. Puedo incluso decir que, en una conversación con mi comandante, mencionó, medio sonriente, medio triste, que esto podría añadirse a su lista de crímenes de guerra".

No se escatimaron métodos ni recursos. "Todos los medios de destrucción se utilizaron, al menos los que yo conozco. Las casas eran demolidas con excavadoras D-9 que trabajaban continuamente, pero la artillería, helicópteros, tanques y aviones también se emplearon. Y morteros de 81 milímetros, creo. Y, por supuesto, unidades especiales de ingenieros que hicieron explosiones controladas de casas. Las explosiones eran constantes. No siempre sabían porqué, pero volaban casas diariamente". En los alrededores de donde se instaló la compañía de este sargento no hubo combates. "No, no. En general no vimos a nadie vivo, excepto los soldados". También con experiencia en la franja de Gaza, el sargento coincide con los demás militares: "La destrucción fue en una escala diferente. Nunca había conocido semejante poder de fuego".

¿Que te preocupa de esta operación? Y responde otro soldado: "Primero, tanta destrucción, todo ese fuego contra inocentes. La conmoción de darme cuenta de con quien he estado en esto. ¡Como se comportaban mis compañeros! Es asombroso, inconcebible... Todo ese odio, disfrutar matando. (Decían): 'He matado a un terrorista, uuuau'. 'Le reventamos la cabeza". Otro compañero se muestra aliviado por haber sido destinado a otra unidad con soldados más veteranos. "No eran de gatillo fácil", comenta.

El Ejército lamentó que otra ONG haya difundido un informe con testimonios anónimos. Al menos uno, el del sargento Amir, no lo es.

  • "La idea era dejar una zona estéril detrás de nosotros cuando nos fuéramos"
  • Testimonio de un sargento primero de una brigada de infantería israelí a la ONG Breaking the silence
"Antes de cada operación hay reunión sobre los procedimientos en la que nuestro comandante de batallón nos da órdenes. Nos dijeron que nuestra misión era fragmentar la franja. Estábamos alrededor de Netzarim (una antigua colonia judía), la clásica zona para la fragmentación desde los viejos tiempos, cuando más o menos controlábamos Gaza".

Pregunta. ¿Cuáles eran los objetivos de la guerra?
R."No se discutieron. Hubo cierta vaguedad sobre los objetivos reales, cuando nos dijeron que durante nuestra estancia allí, cuya duración era desconocida, tendríamos que arrasar toda la parte de nuestra zona como sea posible. Arrasar es un eufemismo de destrucción sistemática. El asunto, según entendimos, era centrarnos gradualmente en esa destrucción. Por eso, mientras estuvimos allí, trabajamos en ello. Dos razones se mencionaron para esa destrucción. Luego hablaré sobre la demolición de casas, que es el principal problema. Una razón puede llamarse operativa. Se sospecha que una casa tiene explosivos, túneles, cables o señales de excavación. O tenemos información de inteligencia sobre una casa sospechosa... En la misma línea, (una casa) puede ser una fuente de fuego, ya sean armas ligeras o morteros, misiles o (cohetes) Grad. Cualquiera de esas casas era demolida.

Pero entonces nos hablaron de las casas que demoleríamos para el "Día Después". El "Día Después" significa que nos marcharíamos en breve plazo. Podía ser una semana o varios meses. No era una estancia larga, aunque no se definía. La idea era dejar una zona estéril detrás de nosotros cuando nos fuéramos. Y la mejor menos de hacerlo era arrasar el área. Así tendríamos buena capacidad de fuego, visibilidad abierta, podíamos verlo todo. Eso significa la demolición del "Día Después". En la práctica esto significa derribar casas que no eran sospechosas, cuya única trasgresión era estar levantada en una colina de Gaza. Incluso puedo decir que en una conversación con mi comandante de batallón mencionó esto y dijo, medio sonriendo, medio serio, que esto podría añadirse a su lista de crímenes de guerra. Era consciente de que había un problema. Todos los medios de destrucción fueron utilizados, al menos todos los que conozco. Las casas eran demolidas con (excavadoras) D-9 que trabajaban continuamente, pero artillería, helicópteros y tanques también fueron utilizados, y morteros de 81 milímetros, creo. Y, por supuesto, unidades especiales de ingenieros que hicieron explosiones controladas. Las explosiones eran constantes.

Había casas cercanas que explosionaron estas unidades. No sé si porque eran sospechosas o porque les apetecía. Nos dijeron que así era como volaban cada... Trabajaron duro. No siempre sabían por qué, pero volaban casas diariamente. Sé que estaban cerca porque nos ordenaron salir (de la casa en la que estábamos). Las paredes vibraban y había temor a que se derrumbara. La casa no era muy estable, así que salimos. La explosión fue cerca".

Pregunta. ¿Cuánto tiempo estuvisteis dentro de la casa?
R."Una semana. Sucedió varias veces".

P. ¿Y no había acción de combate en la casa mientras estuvisteis allí?
R. No, no, no. En absoluto. Yo no puedo decir que cada casa demolida que vi fue destrozada por la primera de las razones, es decir, por operaciones en tierra, por algún tipo de incriminación o por el efecto del "Día Después". Lo que sé es que un soldado toma una posición en una zona designada, digamos 130 grados de los que es responsable. Normalmente, el modo de establecer los límites de esa zona es partir desde una casa, digamos una con el tejado rojo, hasta otra con arcos. Esos límites cambiaban cada día. A veces más a menudo. Así, bajo de mi posición y mis límites son unos. Y la próxima vez que subo a mi posición, ya no hay casas. Los límites son irrelevantes. El lado derecho del área designada para mí ya no existe. El nuevo límite es diferente. Esto ocurrió no una vez, ni dos, ni tres. Era rutina".

P. ¿Cuándo la compañía se sentaba en la casa, había combates alrededor vuestro?
R. "No, no. En general, no vimos a nadie vivo allí. Excepto, los soldados, ni un alma viva.

P. ¿En el tiempo que estuviste allí, viste demoliciones alrededor tuyo?
R. "Seguro. Lo que he contado sucedió en nuestra área. Incluso recuerdo un establo que fue derribado. Hubo casas que fueron demolidas de varias maneras. Era un esquema de destrucción total. Esa es mi impresión, pero es una impresión. Sólo sé que de hecho hubo mucha destrucción.

P. Serviste en Gaza durante años. ¿Esta destrucción te resulta familiar?
R. "No, no, no, no. De ningún modo. Fue en una escala totalmente diferente. Nunca he conocido semejante poder de fuego. Y las excavadoras trabajando las 24 horas, constantemente ocupadas. Fue un poder de fuego totalmente diferente, mucho mayor".

  • "La premisa era abrir fuego sin considerar las repercusiones"
  • Un sargento primero en la reserva llamado a filas para la ofensiva en Gaza cuenta su experiencia
"Fui llamado a filas y recluido aquí en Jerusalén. Fuimos trasladados a Balish, durante una semana de entrenamiento y maniobras. Para más precisión, no sabíamos cuánto tiempo íbamos a estar de maniobras porque no nos dijeron nada de las operaciones.

Así que empezamos una semana de prácticas sobre el terreno. Durante ese tiempo estuvimos hablando aquí y allí con los oficiales que estarían a nuestro cargo durante la operación. Bastante pronto nos dimos cuenta con la conversación con esos oficiales de que la idea no era solo una campaña sino una guerra en la cual había que quitarse los guantes y nos tendríamos que acostumbrar a audiencias a través de comunicados, sobre las reglas de compromiso, los comunicados de no herir a inocentes y cosas como esas, pero no nos lo dijeron en ese tiempo. Al contrario. La actitud era "en la guerra como en la guerra", parafraseando al comandante de la brigada que nos habló un día en el campo. Una tarde estábamos sentados en torno al campo de tiro, vino a visitarnos y habló con nosotros sobre los eventos de Gaza. Entre otras cosas, nos dijo, cuando nos preguntó lo que deberíamos esperar, cómo se nos apoyaba para actuar. Incluso así lo dijo cuando alguien le preguntó sobre la moralidad y los inocentes. Su respuesta, tanto a él como a nosotros sobre este recuerdo fue que era tiempo de guerra y que no deberíamos perder un segundo en nuestros pensamientos, incluyendo cuando estuviésemos en mezquitas, o ante cualquier amenaza, real o imaginada, que sintiéramos. La premisa era abrir fuego sin intentar considerar las repercusiones. Ante cualquier obstáculo, cualquier problema, abríamos fuego y no hacíamos preguntas, incluso si fuera necesario un tiroteo en la oscuridad. Nos decía que el fuego cuando no vemos es fuego disuasorio, no es problema para nosotros y esas cosas. Si hay un coche en tu camino, aplástalo. Si hay un edificio, bombardéalo. Ese era el espíritu de las cosas que nos repitieron durante el entrenamiento.

Pregunta: ¿Has sido un reservista durante años?
R. Sí.

P: ¿En la franja de Gaza además?
R. Sí.

P: ¿Esto era nuevo para ti?
R. Sí. Sin ninguna duda. A través de mis servicios en la reserva, incluyendo un paso por Nahal Oz, cerca de Gaza, hace unos años, incluyendo Tarqumiah, incluyendo interminables guardias en los territorios, en todo eso, nunca he sentido, o nunca he tenido instrucciones, o permisos incluso, para comportarme de esta forma. Nosotros nunca hemos oído nada tan cerca de lo que oímos aquí. Fue muy sorprendente. El IDF siempre se presenta a sí mismo y sus reglas de compromiso y nuestros objetivos como algo que rechaza el daño. Pero este vez el sentimiento era el contrario. Se sentía como si el daño no fuera una regla en nuestras consideraciones.

P: ¿Ninguno de esos comunicados mencionaba el tema de los inocentes?
R. Esto no se menciona. Y si es mencionado, es para decir que no hay inocentes porque cualquiera allí es el enemigo. Es una frase que escuchamos del comandante de la brigada también. En cualquier parte, quien fuera, ellos son el enemigo.

P: ¿Tuviste instrucciones antes de enterarte de esas reglas de compromiso?
R. No lo recuerdo. No hubo reglas de compromiso. Las reglas de compromiso eran disparar. Esas eran las reglas de compromiso. ¿Ves cualquier sospechoso? Dispara".

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