- El efecto Milk
- El Tiempo, 2009-04-29 # Florence Thomas • Coordinadora del grupo Mujer y Sociedad
Están también, vivos afortunadamente, Manuel Velandia, precursor de la discusión cuando el tema era aún tabú en Colombia; Germán Rincón, reconocido defensor de la causa homosexual; las mujeres del Triángulo Negro, pioneras de la discusión lésbica; Marcela Sánchez, valiente directora de Colombia Diversa, y el joven Sebastián Romero, del Polo Rosa, portada hoy de la revista Cambio. Estos y decenas de líderes anónimos han sensibilizado a la opinión pública de la mano del auge del reconocimiento de las identidades diversas en el contexto internacional.
¿Qué se ha logrado en los últimos años? Pues mucho. Y no serán unos cuantos funcionarios a la cabeza de organismos de control financiados por el Opus Dei los que harán retroceder lo logrado.
No se retrocederá en los avances jurídicos: derechos patrimoniales, afiliación a salud, sustitución pensional permanente, seguridad social, etc. No se dará un paso atrás en la incorporación positiva del tema en los medios de comunicación, especialmente en la prensa escrita, como lo han evidenciado los numerosos editoriales a favor de la causa en los periódicos nacionales. La academia no dejará de estudiar e integrar en los estudios de género la cuestión gay y la temática queer. Ejemplos como las líneas de investigación de la Escuela de Estudios de Género de la Universidad Nacional, o del Instituto Pensar, de la Universidad Javeriana, están comenzando a ser reproducidos por otros claustros del país. Las alcaldías y gobernaciones progresistas no dejarán de incluir estos temas en sus agendas públicas.
Lo han hecho las alcaldías de Mockus y Garzón y lo sigue haciendo Moreno. Fajardo en Medellín también incursionó en el tema. Y Cristian Moreno, en la gobernación del Cesar. Los gays no dejarán de tener cada vez más peso en la economía del país. Crecientes consumidores de ropa, rumba y turismo, ya marcan algunos puntos del crecimiento económico. Los gays no retrocederán en su visibilización en los espacios públicos y pronto no será un escándalo que dos hombres se cojan de la mano en Tunja o dos mujeres enamoradas se besen en Sincelejo.
Hoy lo hacen en muchos barrios de Bogotá. Basta una pasada por el Teatrón para descubrir a cientos de miles de jóvenes que viven la ruptura generacional de una homosexualidad tranquila, alejada de esa tragedia familiar y social que imperaba hace solo una década.
Por cierto, en medio de este panorama optimista, aún faltan muchos obstáculos por vencer: la ausencia de unas políticas públicas centradas en la cuestión de una sexualidad protegida y responsable; el conservadurismo de algunas regiones, ciudades y municipios; los imaginarios religiosos de la Iglesia Católica; la poca sensibilidad de la política tradicional e, incluso, de algunos reconocidos caciques homosexuales, y, por último, el asesinato de líderes que, como Harvey Milk o León Zuleta, se empeñaron en abrir caminos. La cuestión homosexual no es, como lo recuerda el propio Milk, un asunto de derechos para unas minorías: es un imperativo de la democracia.
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