- El TSXG revisa la absolución del joven que mató a dos gays en la calle Oporto de Vigo
- El Alto Tribunal gallego celebra mañana la vista que analizará el polémico veredicto que exculpó de las 57 puñaladas a Jacobo Piñeiro, condenado a 20 años por el incendio
- Faro de Vigo, 2009-10-05 # M. Fontán . Vigo
“Es un veredicto escandaloso; un fallo del sistema”. Éstas eran algunas de las palabras pronunciadas por el fiscal-jefe vigués Juan Carlos Horro el pasado 20 de febrero, apenas unos minutos después de conocerse un veredicto que sólo consideraba culpable a Jacobo Piñeiro del incendio, delito por el que fue condenado a 20 años de prisión: el jurado lo absolvió de los asesinatos al considerar que no tenía intención de matar y que actuó en defensa propia y con “un miedo insuperable”. El dictamen sorprendió a todos y dejó desolada a la madre de Isaac, una de las víctimas. “Dejan en libertad a un asesino confeso; espero que les quede en su conciencia”, dijo entre lágrimas Marta Pérez Triviño dirigiéndose a los miembros del jurado. El rechazo al veredicto también se vio en la calle: un millar de personas se manifestaron en Vigo en una concentración convocada a través de la red social Facebook y también hubo otros actos de protesta en distintas partes de España y del mundo como Vitoria, Barcelona, Madrid e incluso Nueva York.
Alegatos
Ahora, casi siete meses después del veredicto que causó una gran alarma social se celebra la vista, para la que han sido citados el acusado y las partes. Cuatro magistrados del TSXG escucharán los alegatos planteados por la Fiscalía y la acusación particular. La defensa del autor confeso de los crímenes también ha recurrido, en su caso para pedir que se le imponga a su cliente la mínima pena por el delito de incendio del que sí fue declarado culpable.
Precisamente, la Sección Quinta de la Audiencia Provincial de Pontevedra, con sede en Vigo, impuso a Jacobo Rial la máxima condena posible por el delito de incendio del que fue considerado culpable por parte del jurado popular. Y lo hizo por el grave riesgo que corrieron los vecinos del edificio en el que se produjeron los hechos, ya que el inmueble pudo explotar: tras matar a los dos jóvenes gays, el condenado prendió fuego al piso y abrió la espita del gas con la intención, según él mismo llegó a confesar, de que la vivienda “volase”.
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