2009/10/01

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  • El 60% de las personas con VIH en el mundo desconoce su estado
  • Un informe de Onusida destaca que en 2008 un millón más de seropositivos tuvieron acceso al tratamiento, pero reconoce que esta cifra queda muy lejos de lograr el acceso universal
  • El Mundo, 2009-10-01 # Isabel F. Lantigua
Las matemáticas no engañan. Si en un año (entre 2007 y 2008) el número de individuos con VIH con acceso a la terapia antirretroviral aumentó en un millón, pero el número de nuevos infectados creció a un ritmo de casi 2,7 millones anuales, la cuenta sale negativa. Negativa para los afectados, para los países más desfavorecidos, para quienes trabajan por lograr frenar la epidemia de sida y, sobre todo, negativa para la salud mundial. El último informe de ONUSIDA, realizado junto con UNICEF y la Organización Mundial de la Salud (OMS), alaba los avances realizados a lo largo de 2008 pero reconoce que aún quedan muchos retos pendientes.

El primero de ellos es reducir la transmisión de un virus que en la actualidad afecta a 33 millones de personas. Algo que se antoja especialmente difícil si se tiene en cuenta que más del 60% de los infectados desconoce que lo está. Una situación que les lleva a no tomar medidas de precaución y, por tanto, a pasar el VIH a otros sin saberlo, según recoge el documento, que ha recopilado datos de 158 países.

El segundo reto es aumentar el acceso a la terapia. La cobertura universal fijada para 2010 como uno de los Objetivos para el Desarrollo del Milenio parece inalcanzable, pero la idea es acercarse lo máximo posible a esta meta. A finales del pasado año, cuatro millones de personas estaban recibiendo los fármacos, un incremento importante (en 2007 eran tres millones) pero que aún deja sin medicación a más de cinco millones de los casi 9,5 que se calcula que necesitan tratamiento con urgencia. El mayor avance lo han realizado los países del África subsahariana, los más afectados por la epidemia de sida. El 44% de los seropositivos de esos lugares toma las medicinas, un porcentaje superior al del resto del continente, al del sur y el este de Asia (37%) y al de Europa y Asia Central (23%).

«Este informe muestra un gran progreso en la respuesta global al VIH, pero aún necesitamos hacer mucho más» ha declarado la directora general de la OMS, Margaret Chan. «Los servicios de prevención fallan, porque no están llegando a los que más lo necesitan», añade.

Pruebas y sexo
Otro fleco pendiente es el de fortalecer los sistemas de salud y mejorar el acceso a las pruebas. Aunque, durante los últimos 12 meses los sitios que realizan los test de VIH han aumentado un 35% en los países de medios y bajos ingresos, la cifra es insuficiente. Además, según las estimaciones de la OMS harían falta alrededor de cuatro millones más de trabajadores sanitarios preparados y entrenados para atender las necesidades de los seropositivos en todo el mundo.

Aún así, ONUSIDA destaca el hecho de que en 39 países, incluyendo 19 de África subsahariana, se ha duplicado el número de pruebas realizadas en tan sólo un año. Y señala que son las mujeres, por encima de los hombres, las que más se preocupan por hacerse el test. Por otro lado, la atención a las embarazadas y los niños sigue siendo deficitaria. Sólo el 45% de las seropositivas en estado recibe fármacos para evitar la transmisión al bebé y, la mayoría, vive en los países ricos.

Globalmente, la vía más rápida y más común utilizada por el VIH para propagarse y traspasar fronteras es la sexual, seguida por la inyección de drogas intravenosas. «Centrarse en las poblaciones con un alto riesgo de infección, como las trabajadoras del sexo y los hombres que mantienen relaciones con otros hombres debe ser la prioridad de todos los programas de prevención», dice Michel Sidibé, director ejecutivo de ONUSIDA.

Respecto al uso del preservativo, los últimos datos indican que el 60% de los hombres que incurren en prácticas homosexuales utilizó un condón en su última relación anal, aunque la cifra varía según la región. Los más concienciados con los profilácticos son los hombres de América Latina. Por su parte, entre las prostitutas, el uso del condón alcanza un 86% de media.

Las tres organizaciones firmantes del documento insisten en la necesidad de combatir urgentemente el estigma y el tabú que rodea al sexo entre hombres en muchas partes del mundo y que condena a quienes las practican a guardar silencio, a ocultarse y a no realizarse las pruebas del sida por miedo a ser descubiertos. También piden mayores rebajas en el precio de los medicamentos antirretrovirales

«Es inexplicable que no se eviten las infecciones»
Luiz Loures lleva años tratando de hacer frente a la epidemia de sida. Primero desde su país, Brasil, uno de los primeros en América Latina en desarrollar un programa de distribución de fármacos antirretrovirales, y ahora desde la Agencia de la ONU, donde ha colaborado en el último informe sobre la enfermedad. «El hecho de que cuatro millones de personas tengan hoy acceso a la terapia, algo impensable hace cinco años, es una muy buena noticia. Sin embargo, aún hay cinco millones de pacientes sin medicinas y es en ellos en quienes tenemos que centrarnos», declara a SALUD desde Ginebra.

Las desigualdades entre norte y sur respecto a los cuidados y el acceso al tratamiento, la elevada cifra de nuevas infecciones que se registran cada año y el hecho de que continúen naciendo niños con el virus, cuando es fácilmente prevenible, son aspectos que Loures sigue sin comprender. «Es inexplicable que después de 25 años y con todo lo que hemos aprendido acerca del virus sigamos en este punto, sin poder frenar la expansión del VIH», afirma. Tratar de averiguar el por qué de esta situación es el objetivo prioritario de ONUSIDA. Pero Loures tiene su propia teoría. «Se trata de una falta de compromiso político a nivel internacional. No es una cuestión de pobreza, como se dice siempre, sino de poco interés por parte de las autoridades, de falta de mecanismos para poner en práctica los programas necesarios», admite.

Asimismo, reconoce que los ciudadanos también tienen parte de culpa, ya que «han perdido el miedo a la enfermedad y, muchas veces, por evitar el estigma que rodea al VIH, no se hacen la prueba y pueden propagar el virus sin saberlo» , señala este brasileño.

Uno de los aspectos que más le preocupa en la actualidad es saber cómo se está gestionando el dinero destinado al sida y que «la crisis económica eche por tierra lo conseguido en los últimos años, ya que hemos observado que en África empieza a haber problemas de abastecimiento de medicinas».

Tras la euforia inicial ante la nueva vacuna contra el sida, llega la cautela
Los primeros resultados positivos en 25 años de una vacuna contra el VIH, sin ser definitivos, han revolucionado a los científicos. Optimismo y alegría fueron las emociones iniciales en la mayoría de ellos. Sin embargo, a medida que se han sabido más datos y se ha analizado con la cabeza fría, llega la incertidumbre e, incluso, el escepticismo. Uno de los primeros en poner en entredicho los ensayos con la vacuna RV144, que han mostrado en Tailandia que reduce el riesgo de infección en un 31,2% de los casos, ha sido el especialista del Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Carlos III de Madrid, Vicente Soriano. Reconocido internacionalmente, Soriano ha manifestado que «los resultados no son tan esperanzadores como podría desprenderse de una primera lectura, pues las diferencias entre los dos grupos (51 infectados con la vacuna y 74 con el placebo) podrían deberse a otras razones, como la mayor exposición de los miembros de cada grupo a prácticas de riesgo, algo muy difícil de evaluar». Otra duda es saber si el producto será igual de eficaz en otras cepas del virus distintas a la que circula en Tailandia. Pero al margen de estos interrogantes, que los propios investigadores reconocen, lo cierto es que la mayor parte de la comunidad científica piensa que se ha dado un gran paso. «Hasta ahora hemos estado trabajando a ciegas. Pero al fin podemos ver algo de luz al final del túnel. Ahora contamos con una señal que nos guía en la investigación», ha indicado Françoise Barré-Sinoussi, del Instituto Pasteur y Premio Nobel de Medicina en 2008 por su colaboración en el descubrimiento del virus. Las ONG que trabajan sobre el terreno, lejos de los laboratorio, también opinan. Y, aunque aplauden algo que consideran importante, tratan de ser realistas y recuerdan que la prioridad, en estos momentos en los que no hay vacuna, es mantener y aumentar los esfuerzos en prevención y mejorar el acceso al tratamiento.

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