- «Las agresiones a homosexuales aumentan en el mismo grado que nuestra visibilidad»
- «Hay que tener en cuenta que cuanto mayor es el número de personas que salen del armario, los agresores tienen más campo para actuar»
- La Nueva España, 2009-07-26 # R. García
-¿Cuál ha sido la reacción de la sociedad ante la agresión de la transexual gijonesa?
-La población nos ha trasladado su solidaridad, sobre todo a través de los foros de internet. Los días posteriores a la publicación de la noticia hubo 3.800 visitas en nuestra web. La gente está siguiendo la noticia con interés. Nos han llegado muchos mensajes y apoyos desde todos los ámbitos. Los comunicados que llegan desde instituciones públicas como la Consejería de Bienestar Social o el Ministerio de Igualdad son muy importantes. El suceso ha puesto sobre la mesa una situación muy trágica que hay que atajar con educación, algo en lo que las instituciones públicas tienen mucho que decir.
-¿Es un caso puntual?
-Es raro que se denuncie, pero no que suceda. Muchas mujeres transexuales no denuncian los acosos y vejaciones a que se ven sometidas. La mayoría se dedica a la prostitución porque no tiene posibilidades laborales, lo que incrementa el número de ellas que no quiere denunciar las agresiones por vergüenza. En muchos casos estas mujeres tienen pocos apoyos. Llevamos bastante tiempo planteando la necesidad de crear puestos de trabajo para ellas porque son muy vulnerables. Se necesitan planes de inserción sociolaboral que palíen esta situación. A esto se añaden otros factores. Hay que tener en cuenta que cuanto mayor es el número de personas que salen del armario los agresores tienen cada vez más campo en el que actuar. En este país las agresiones han aumentado en el mismo grado que la visibilidad de los homosexuales. En el último año ha habido varios casos. En Jerez han sido agredidos dos transexuales. Hace más de un año pasó lo mismo en Madrid. Y sin ir más lejos, en Oviedo hay una mujer a la que está acosando un vecino y no quiere mudarse. A pesar de todo, Asturias es una comunidad bastante integradora y tolerante.
-¿Más que el resto de España?
-No tenemos muchas referencias ni datos comparativos, pero la integración de los colectivos homosexuales es buena en la región. Eso no quita para que existan casos puntuales. En Bimenes unas chicas fueron agredidas después de una romería y en Oviedo otras dos sufrieron agresiones después de besarse en público. De vez en cuando explotan estas cosas.
-¿Que importancia tuvo la legislación del matrimonio homosexual?
-La reforma legislativa que vivió España con la legalización del matrimonio tuvo mucha importancia, sobre todo porque rompió con la idea de que éramos un Estado católico y tradicional y consiguió que por fin el Gobierno se enfrentase al Vaticano. Los sectores más de derechas llamaron a una insumisión civil que no ha cumplido nadie. Nuestro caso es una referencia para los países que aún no han legalizado el matrimonio homosexual y para América Latina, donde nos ven como un ejemplo.
-¿Cuántos matrimonios ha habido en Asturias desde que se aprobó la ley?
-No recuerdo el número exacto, pero si que es cierto que en un principio hubo un «boom» muy importante. La primera etapa fue frenética en cuanto a número de matrimonios. Asturias, con sólo un millón de habitantes, era la cuarta en el ranking nacional. Tras la primera avalancha el número ha bajado y ahora estamos en un nivel normal. Un 10 por ciento de la población, aproximadamente, es homosexual, pero de ahí hay que mirar cuántos están dispuestos a casarse. Se dice que entre uno y un tres por ciento.
-¿Cuál es el perfil del que agrede a un homosexual?
-En la sociedad existen las denominadas «bolsas de homofobia» que están presentes clarísimamente en los adolescentes y aquellos que viven lo que podríamos llamar la primera juventud. Un perfil de agresor entre los 20 y los 35 años. Antes de estas edades estás aún forjando tu ideología y más tarde ya no pegas a la gente. A esto hay que añadir que el perfil es claramente masculino porque ninguna mujer ha agredido a nadie, al menos de momento. El problema llega en la adolescencia. Buena parte de las referencias con las que se construyen las masculinidades de hoy en día son erróneas. Las cosas que hacen sentirse hombre son reprobables en muchos campos de la sociedad. Una educadora aseguraba una vez en una conferencia en la que yo estaba presente que las mujeres están aspirando a un modelo de hombre que todavía no existe y ellos están reproduciendo un esquema de varón que está caduco. En ese desfase hay que situar los problemas de los jóvenes de hoy en día. Estas agresiones a homosexuales además tienen características comunes en cuanto al modo de llevarlas a cabo. Normalmente todo comienza con el grito de uno de los jóvenes, que lleva la voz cantante, al que siguen los demás. Ninguno se marca y defiende al homosexual porque eso significa perder la «presunción de heterosexualidad».
-¿Falta entonces mucho por conseguir?
-Cuando empezó el tema del matrimonio, los estudios decían que había un aprobación de goleada y más ajustada pero también mayoritaria en el campo de la adopción. Todo el mundo sabe lo que es políticamente correcto, pero el problema llega cuando hay un grupo liderado, como hemos dicho antes, por un voceras que se niega a aceptar que la sociedad ha cambiado. Quedan algunas cosas por avanzar. El día que deje de ser un lastre ser homosexual a la sociedad no le importará quién lo sea y todo el mundo se atreverá a mostrarlo con total normalidad.
-¿Cuándo y dónde ha sido más feliz?
-El día que se aprobó la ley del matrimonio homosexual fue muy feliz porque conseguimos dejar algo a los de atrás como a mí me dejaron la libertad de andar por la calle sin ingresar en la cárcel. En el activismo, cuando veía que las cosas cambiaban, viví momentos muy felices.
-¿Qué reforma de la sociedad considera más urgente?
-Educar en la diversidad y en la igualdad.
-¿Un lugar de Gijón para perderse?
-El Infanzón.
-¿Aficiones?
-Leer sobre todo tipo de temas y más que nada sobre política.
-¿Mar o montaña?
-Mar.
- Tino Brugos
- En la actualidad Tino Brugos ostenta el cargo de coordinador de la asociación Xente Gai Astur (Xega), pero este cántabro lleva desde 1975 luchando por la igualdad de trato siempre «desde el activismo y moviéndome por los derechos». Lucha por la igualdad desde su trabajo como profesor y en su vida privada ofreciendo numerosas conferencias.
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