2009/05/02

> Erreportajea: Politika > EL REINO DE BENEDICTO XVI SI ES DE ESTE MUNDO

  • El reino del Papa sí es de este mundo
  • La posible reprobación en el Congreso de las afirmaciones de Benedicto XVI sobre el condón irrita a la Iglesia. Pero sus palabras atañen a la salud, la investigación y la cooperación, no a la fe
  • El País, 2009-05-02 # Pablo Ximénez de Sandoval / Anabel Díez
El papa Benedicto XVI opina que el uso del preservativo no aporta nada a la lucha contra el sida en África. Al contrario, el preservativo aumenta el problema. Lo dijo el pasado 17 de marzo, nada menos que en Camerún, donde el 5% de la población tiene sida, según la ONU. Algunos países de África superan el 20%. Los diputados de Iniciativa per Catalunya y de Izquierda Unida opinan que las palabras del Papa son "un atentado incuestionable contra la salud pública". Por ahora, Naciones Unidas, la Organización Mundial de la Salud y el Parlamento de Bélgica están de acuerdo con ellos.

Ahora, IU-ICV quiere que todo el Congreso de los Diputados, en representación del pueblo español, diga si también le parecen escandalosas las palabras del Papa. Para ello ha presentado una proposición en la que se critican las palabras del Papa y se pide que el Gobierno se pronuncie en contra de las mismas y proteste formalmente ante el Vaticano.

La proposición fue admitida a trámite por la Mesa (el órgano que gobierna el Congreso) el pasado martes y se debatirá en la Comisión de Cooperación Internacional, ya que las declaraciones atañen a países africanos que España intenta ayudar, un detalle que deja muy claro los objetivos de la iniciativa. Los miembros de esta comisión suelen trabajar con un grado altísimo de consenso.

La Iglesia católica en España se ha sentido atacada. El portavoz de la Conferencia Episcopal, Juan Antonio Martínez Camino, calificó a los diputados de "grupúsculo poco respetuoso con la libertad religiosa". El cardenal Antonio María Rouco llamó personalmente al presidente del Congreso, José Bono, a expresarle su "malestar". Y el cardenal Antonio Cañizares ha dicho que es una "dolorosísima noticia" y "una ofensa a España misma", por católica.

En IU-ICV no dan crédito a lo que está pasando. "No pretendemos descalificar el magisterio de la Iglesia católica, ni poner en duda la infabilidad del Papa, si en ella creen sus fieles. No, hablamos de ciencia, salud y cooperación al desarrollo". En este contexto quieren centrar la polémica los autores de la misma: Joan Herrera de Iniciativa Per Cataluna-Els Verds (ICV) y Gaspar Llamazares, de Izquierda Unida (IU). Ésta no es una cuestión religiosa, "es salud y ciencia", remachan.

Si hay algo probado científicamente en la tragedia del sida es que un condón evita el contagio. Tras conocerse las palabras del Papa, Fernando Parreño, portavoz de Médicos Sin Fronteras, aseguró que la vía sexual es, "con mucho", la más frecuente en la prevalencia del sida en África. Todos los programas contra el sida que desarrolla MSF en África "tienen la forma de prevención que científicamente se ha demostrado, repartir preservativos", dijo Parreño. "En el mundo científico se sabe que la única medida eficaz para reducir la transmisión del sida es la correcta utilización del preservativo". Médicos Sin Fronteras asegura que no tiene ninguna intención de polemizar con el Papa.

España invierte miles de euros en programas muy concretos de lucha contra el sida en África, según confirman en la Agencia Española de Cooperación Internacional al Desarollo. Contribuye con 600 millones de dólares (periodo 2008-2010) al Fondo Mundial contra el Sida. En África financia proyectos de varias ONG contra el sida con más de 17 millones de euros. Literalmente, España se gasta millones en repartir preservativos en países africanos.

Por tanto, es el Congreso el lugar adecuado para criticar al Papa por sus declaraciones "crepusculares y marginales", en apreciación de Joan Herrera. En efecto, un aluvión de proposiciones no de ley se aprobaron la pasada legislatura para pedir al Gobierno luchar contra el sida en África. Este diputado reconoce que se ha sentido abrumado por la reacción "virulenta de la derecha y de la jerarquía eclesiástica" ante su iniciativa. Pide a esa jerarquía que escuche a las comunidades cristianas que comparten el sufrimiento con los enfermos de sida.

Le apoya el teólogo Juan José Tamayo, para quien "esto no es un problema de relaciones Iglesia-Estado". Tamayo tiene claro que "el Congreso es un órgano soberano". En cuanto a un posible conflicto diplomático ,"no son declaraciones de un jefe de Estado, sino de un ciudadano que defiende unas posiciones que son contrarias a la vida".

Pero durante la admisión a trámite de la iniciativa se produjo una anécdota significativa, que inmediatamente dio el tono al debate. De los cuatro miembros de la Mesa del Congreso del PP, dos votaron a favor de que se debata y dos en contra. Dos lo vieron como un mero trámite parlamentario, que ya veremos cómo acaba, y dos le dieron trascendencia por tratarse del Papa. De acuerdo que no es una cuestión religiosa, pero es el Papa.

La Iglesia "considera al sumo pontífice como infalible e intocable", explica Tamayo. Pero "la infalibilidad del Papa es un dogma que afecta a los católicos que quieran creer en ella". A los demás, no. Y a sus representantes legales, tampoco. El teólogo cree que "la Iglesia no puede considerarse el cuarto poder, como árbitro que juzga a los otros tres poderes y que no puede ser juzgado por nadie". Además, espera que el PSOE apoye la proposición. "Sería una grave contradicción que el PSOE frenara esta iniciativa".

Para empezar, el PSOE no tiene una decisión tomada sobre lo que hará. Es muy posible que los socialistas traten de convencer a los autores de la iniciativa de que cambien su texto por uno menos personal, de tal suerte que se condene sin paliativos las palabras del Papa sobre el preservativo, pero sin centrar la descalificación en el jefe de la Iglesia católica. Los socialistas estarían más cómodos si se pone el énfasis en la condena por lo dicho y se deja muy en segundo término quien lo dijo. Los autores se desgañitan con el argumento de que no van contra el Papa "sino contra unas declaraciones concretas de Ratzinger", señala Herrera.

¿Por qué tanta prudencia ante algo que es una evidencia científica de perogrullo, en la que se basan incluso la política de cooperación y lucha contra el sida? ¿Qué significa que el Congreso censure las palabras del Papa? Quizá deban presentarse más proposiciones como la de Herrera para poner en valor una realidad que a menudo se ignora. La opinión del Parlamento sobre un asunto, como representante del pueblo, es la opinión de los españoles. Si la mayoría del Congreso de los Diputados condena las opiniones del Papa, lo están haciendo la mayoría de los españoles. ¿Eso significa que se censure a la Iglesia? En rigor, lo único que se aprueba es lo que pone en el texto, y en este texto no se censura a la Iglesia. Lo demás son interpretaciones.

¿No se le puede criticar porque es el representante máximo de una religión?, se pregunta Llamazares de forma retórica. "En el Congreso están representados los ciudadanos, no las religiones". No piensa lo mismo el diputado del PSOE por Granada, cristiano de izquierdas, José Antonio Pérez Tapias, quien manifiesta "un rechazo total" a las palabras del Papa, pero no considera adecuado que "las palabras de un ciudadano se lleven al Parlamento".

Cuando el Papa sentó esa tesis en África, este socialista creyente denunció en su blog la actitud, a veces, de la "Iglesia despiadada que puede ser producto de la creencia en la inmortalidad, cuando la esperanza en la resurrección no evita dolor y muerte". Pero dicho todo eso, no cree que el Parlamento deba discutir las palabras del Papa. "Si queremos hablar de las cuestiones de fondo, hablemos en el Parlamento de la relación entre Iglesia y Estado".

Como autoridad de un país extranjero, Benedicto XVI tampoco será el primero cuya política se juzga en las Cortes españolas. En septiembre de 2007, el grupo de CiU presentó una proposición que expresaba una "profunda preocupación en lo que se refiere al respeto a los más elementales derechos políticos en Venezuela" por haber cerrado la opositora Radio Caracas Televisión. Ahora, con la iniciativa del Papa, fuentes de CiU declararon a Europa Press que aprobarla supone "crear un problema" con el Vaticano.

En noviembre de 2007, el PP presentó también una proposición en el Congreso para censurar al Gobierno de Hugo Chávez en Venezuela. En el texto se hablaba de "caudillos autocráticos" y se pedía al Gobierno que apoyara a los disidentes que se oponían a la reforma constitucional promovida por Chávez.

Sin embargo, el portavoz adjunto del PP, Alfonso Alonso, ha declarado a Europa Press que iniciativas como la del Papa "desprestigian a la clase política", y que los españoles "no se merecen un espectáculo como éste". También ha dicho que la aprobación de esta iniciativa "no serviría para nada". El Grupo Popular ha presentado 376 proposiciones no de ley en lo que va de legislatura, y eso que su portavoz adjunto opina que no sirven para nada.

En marzo de aquel año, la Comisión de Exteriores del Senado aprobó por unanimidad un texto del PSOE que aseguraba que Polonia "está incumpliendo los compromisos adquiridos como miembro del Consejo de Europa y de la Unión Europea de respetar los derechos humanos y democráticos". Semejante censura de un país a otro de la UE vino provocada por la decisión del Gobierno polaco de retirar las pensiones a unos pocos brigadistas ancianos que habían defendido la República en España.

Las Cortes también han reprobado en los últimos años al ex ministro de Defensa del PP Federico Trillo por su actuación tras el accidente del Yak-42 (en el Congreso) y a la ex ministra de Fomento Magdalena Álvarez (en el Senado) por el caos de los trenes de cercanías en Barcelona.

Ni que decir tiene que si Trillo sigue en su escaño, Álvarez ha durado hasta este mes, Chávez sigue en su trono y el Gobierno polaco no ha caído, el Papa va a seguir en la silla de San Pedro después de que el Congreso le censure. Incluso es posible que no rectifique sus palabras ni se disculpe.

  • Bélgica censuró a Ratzinger por una amplia mayoría
  • El País, 2009-05-02 # Andreu Missé # Bruselas
Bélgica ha sido el primer país en protestar por las manifestaciones realizadas por el Papa Benedicto XVI el pasado 17 de marzo sobre el uso del preservativo. Pocos días después, el 2 de abril, el Parlamento belga aprobó por una amplia mayoría de 95 diputados sobre un total de 120, una resolución condenando las palabras del Papa igual a la que ahora se ha presentado en el Congreso de los Diputados español.

La resolución fue respaldada por los cuatro grandes partidos, los liberales y cristianodemócratas de Flandes y Valonia. El texto decía que las palabras del Papa “atentan contra los compromisos de la comunidad científica internacional en su lucha contra la propagación del sida, especialmente a través de los medios en que la eficacia está científicamente reconocida”.

La resolución parlamentaria instaba al Gobierno belga a protestar por “la vía oficial y diplomática ante el Vaticano”. La respuesta del Vaticano no se hizo esperar y en menos de 24 horas mostró su “estupefacción y asombro” por la ligereza de los políticos belgas. Una semana después de las manifestaciones de Benedicto XVI, el primado de la Iglesia católica belga, Godfried Danneels, declaró que “el Papa no es un diplomático” y que “habría hecho mejor” ahorrándose estas declaraciones controvertidas, recogió Le Soir.

  • En misa y repicando
  • El País, 2009-05-02 # Juan G. Bedoya
Lo más extravagante de esta iniciativa parlamentaria es que se extraña de que el Papa se comporte como tal, condenando el preservativo o reclamando a sus fieles una “renovación espiritual de la sexualidad”. La proposición, por lo demás, es bien radical. No hay manera mejor para espantar de raíz los desastres del sida que la abstinencia sexual plena. Dicho groseramente, muerto el perro se acabó la rabia. La noticia hubiera sido que Benedicto XVI dijese en África cosas distintas. La posición del Vaticano y sus obispos en cuestiones de sexo no ha variado un ápice desde San Agustín, ni lo va a hacer en décadas. A tantos años ya del entierro del nacionalcatolicismo —entendido como lo que fue: un gobierno de coalición entre el dictador Franco y la jerarquía del catolicismo romano en España—, ya es hora de dejar de asombrarse de que los obispos católicos sean obispos católicos y prediquen doctrinas católicas, sin cortapisas. Si la libertad sirve para algo es para decir a la gente lo que no quiere oír, incluso maldades.

Cualquier diputado, cualquier ciudadano, está en su derecho de replicar al Papa con total libertad, incluso reclamando al Congreso o al Gobierno una intervención solemne para neutralizar teologías que conducen a la muerte a millones de personas en el sufrido continente africano. La autoridad del Papa no es pequeña, dicho sea en su honor, y sus palabras tienen una poderosa influencia en quienes las escuchan. No sobra que los organismos implicados en la lucha contra el sida, los parlamentos y los gobiernos hagan lo necesario para neutralizar o minimizar sus efectos.
Desde esa posición se entiende esta iniciativa parlamentaria, o la petición del Parlamento belga a su Gobierno de que exprese su protesta formal, vía diplomática, al Estado de la Santa Sede, cuyo pontífice máximo es ahora Benedicto XVI. El Papa viajó a África como líder de una confesión religiosa, la segunda más numerosa del universo, pero también como Jefe de Estado. Las relaciones de España con el Vaticano son de Estado a Estado, con acuerdos bilaterales ratificados por las Cortes, y cuantiosos compromisos económicos, educativos o socioculturales en una sola dirección. El Gobierno paga los salarios de la jerarquía y el clero regular de la Iglesia romana en España, y también a sus profesores de catolicismo, además de dispensar a esa confesión un generosísimo, creciente y exclusivo trato de favor. Desde esa perspectiva, parece razonable que haya parlamentarios con ganas de reprobar unas palabras del Papa contrarias a las políticas sanitarias de la ONU, la Organización Mundial de la Salud y del propio Gobierno español.

No se puede estar en misa y repicando. El cardenal Rouco y el portavoz episcopal, el jesuita Martínez Camino, parecen haber olvidado que la crítica a los abusos de poder y a las actuaciones desafortunadas de los papas ha sido una constante en la historia del cristianismo, por parte de teólogos y grandes líderes religiosos, desde san Bernardo a Eugenio III, y desde Catalina de Siena a Gregorio XI. El propio Benedicto XVI, siendo teólogo e incluso ya papa, ha alentado a anteponer la conciencia a la obediencia ciega, y la crítica a sus propias ideas, si no se está de acuerdo con ellas. “Cualquiera es libre de contradecirme”, escribió hace bien poco en su Jesús de Nazaret (La Esfera de los Libros, Madrid, 2007, p. 29). La verdad antes que la adulación. Ni siquiera al más lerdo de esos aduladores se le debe permitir sin réplica la presunción de que estas iniciativas parlamentarias son consecuencia de que “la palabra del Papa incomoda al negocio del preservativo y a los adoradores de un sistema económico que se desploma a nivel global”. Inenarrable.

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