2009/03/15

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  • 'Caso Marta': enredados
  • De la red Tuenti a la mentira televisada. La información en torno al crimen ha circulado entre los implicados a una gran velocidad
  • El Mundo, 2009-03-15 # Ignacio Díaz Pérez • Sevilla
Domingo 25 de enero por la noche. Casi lunes, por la hora, la 1.18 de la madrugada. En un foro de internet sobre motos, alguien da cuenta de la desaparición de una joven sevillana, «17 años, rubia, delgadita». Y aparecen dos fotos suyas.

Marta del Castillo desapareció de su casa la tarde del 24 de enero. Era sábado. El juez, tras tomar declaración a los implicados, determinó que la joven murió antes de las 20.30 horas. Siendo fin de semana, nadie debería haberla echado en falta demasiado pronto. Pero las alarmas saltaron de inmediato.

En el foro dedicado a las motos -nada que ver, en principio, con la joven-, quien alertaba de su desaparición a las pocas horas de producirse tenía un nick que incluía un gentilicio de Valladolid. En su perfil recién creado decía que se trataba de un chaval sevillano de 15 años que no tenía moto. En la red social Tuenti, a la que pertenecían los protagonistas de esta historia negra, las luces de emergencia se encendieron incluso antes.

Así funciona internet: nadie conoce a nadie, pero todos conocen a alguien que, a su vez conoce a otra persona que, al final, también sabe de la existencia del primer alguien. Tirando de los hilos de esta red de redes, los investigadores han podido seguir un rastro que les ha permitido dar con un buen número de personas que, en el peor de los casos, tiene alguna información sobre el suceso.

El crimen de Marta del Castillo ha incorporado al utillaje criminal algunos elementos que lo hacen especialmente novedoso. Llama la atención, por ejemplo, la velocidad con que ha circulado la información entre los implicados a través de las redes sociales de internet, y la manipulación que éstos han ejercido sobre esa información.

Lo que hace a este crimen diferente de otros no es el misterio que envuelve el paradero del cadáver, ni la presencia de menores entre sus protagonistas -entre ellos, la víctima-, o la supuesta historia de pasión y celos entre la joven y su presunto asesino, ni la truculencia de que el asesino confeso vivía cuando cometió el crimen con una niña de 14 años, su novia, en casa de la madre de ésta.

Lo que lo hace diferente es que, por ejemplo, a esta madre y a su hija menor, utilizada por los medios y exhibida por su familia, les faltó tiempo -igual que al supuesto cómplice del presunto asesino- para buscar sus quince minutos de fama frente a una cámara y un micrófono.

Los medios de comunicación lo han tenido extrañamente fácil a la hora de conseguir hasta el más mínimo detalle sobre la vida privada, aficiones, pasiones y pudores de los protagonistas de esta violenta trama a través de sus perfiles en la red social Tuenti, o para obtener algún testimonio impactante con que ilustrar el desierto informativo en que se ha convertido la búsqueda, infructuosa de momento, de la joven.

¿Estrategia diseñada?
Hasta su detención, los detenidos han tenido tiempo suficiente para fabricarse coartadas e incluso para diseñar una estrategia, como se teme el padre de Marta, que ya ha manifestado sus dudas sobre si el cadáver de su hija fue arrojado al río, como han declarado algunos de los detenidos. Y es que las declaraciones de éstos han incurrido en tantas contradicciones, que todo lo dicho hay que ponerlo en cuarentena.

El menor detenido (junto al presunto asesino, Miguel Carcaño, ex novio de Marta, el hermano de Miguel, Javier Delgado, y Samuel Benítez, el supuesto cómplice) ha dicho en su última declaración ante el juez que se lo inventó todo. Que construyó una historia implicando a varias personas, a partir de lo que había escuchado en la televisión, desde donde, por ejemplo, Samuel, cínico y frío, hizo un llamamiento a Marta para que regresara a su casa... desde donde estuviera. Por cierto, que este menor responde al curioso apodo de 'El Cuco', que según la RAE, significa «taimado y astuto, que ante todo mira por su medro o comodidad».

Y la otra menor, aparte de la chica fallecida, que ha aparecido sobre el tablero de este macabro juego, que juraba y perjuraba el 14 de febrero, cuando se supo de la detención de Miguel y su amigo Samuel, que enterarse de que el joven con el que convivía pese a su corta edad había matado a Marta le había supuesto un enorme shock, ahora declara ante el juez que ella, su madre y su abuela lo sabían todo, porque se lo había dicho el propio Miguel a las pocas horas de haber acabado con la vida de Marta.

Ésa es otra de las incógnitas de este crimen: la facilidad con la que el supuesto autor del mismo ha ido dando pelos y señales de su hazaña y la cantidad de gente que estaba al tanto de su fechoría. El celoso silencio que todos han guardado sólo se comprendería si todos hubieran participado de un modo u otro en el crimen o como parte de esa hipotética estrategia para implicar a todos, hasta el punto de que si todos son culpables, todos serían también inocentes. O quizá por puro exhibicionismo.

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