- Arantza Quiroga • Vicesecretaria general del PP vasco: "Yo nunca utilizaría el preservativo"
- El País, 2009-03-29 # Joseba Elola
Han pasado once años desde aquel episodio y, a sus 35 años, Arantza es la número 3 de su partido en Euskadi e inicia ahora una nueva etapa en el Parlamento Vasco. "Está muy lejos de haber tocado techo", dice Leopoldo Barreda, el portavoz del grupo parlamentario en la Cámara vasca. "Le gusta la política, no se va a cansar. Le han puesto algunas zancadillas y las ha superado. Tiene mucho potencial".
Arantza es una mujer en permanente sonrojo. Los que la rodean hablan de su timidez y no hay más que sentarse a comer con ella para ver que se pone roja cada dos por tres. En su conversación, desliza el término "la pera" con profusión. Cuando algo es importante, es "la pera". Eso sí, su timidez la flanquea con unas firmísimas convicciones. "Soy del ala conservadora del PP y me encuentro cómoda en el partido. Si algún día me sintiera incómoda, espero tener la lucidez de irme sin hacer daño al partido".
Su padre, vallisoletano, llegó a Irún con 14 años; trabajaba en carpintería metálica. Su madre sí es euskaldún y en su infancia en aquel caserío de Andoain su abuela Maria Luisa siempre le hablaba a ella y a sus primos en euskera. Por eso ella entiende el idioma, aunque lo habla poco.
La primera vez que tuvo que ir a votar, su madre le entregó una papeleta del PNV y la joven Arantza dijo no. Ella quería votar al PP. "A mí lo de España me gustaba", recuerda. Había visto películas norteamericanas con grandes convenciones de demócratas y republicanos, ya sabía a qué quería dedicarse. "Tengo vocación de servicio, tenía que hacer algo".
Se afilió a las Nuevas Generaciones del PP y fue entonces cuando, en 1995, le plantearon, a sus 21 años, que se presentara a las municipales en Irún. José Eugenio Azpiroz, el hombre que le hizo la propuesta, recuerda que en aquellos días, humanamente, era difícil reclutar candidatos: "Sabes que hay una situación de riesgo. Pero los jóvenes son más generosos. Ella fue valiente y dio el paso", recuerda.
Al poco de entrar en política, en diciembre de 1997, un acontecimiento sellaba su compromiso político: el concejal popular de Rentería José Luis Caso caía asesinado a escasas manzanas de la casa de Arantza. Había estado con él dos horas antes. "Me entró tal pánico que me metí en la cama con mi madre. Fue una sacudida brutal, la sacudida del 'podrías haber sido tú". A la mañana siguiente, sus padres le dijeron que le daban todo lo que necesitara para que se pudiera ir al extranjero, para dejar atrás el mundo en el que se adentraba. Pero ella dijo que quería seguir. "Allí nació el compromiso real".
Su ascensión ha sido vertiginosa, sobre todo en el último año. Tras diez años en la Cámara vasca, se convirtió en vicesecretaria general del PP en esta comunidad y en cabeza de lista por Guipúzcoa. "Saber estar callado y quieto es importante en política", dice Quiroga. Las dos últimas semanas se las ha pasado en las quinielas para la Presidencia del nuevo Parlamento Vasco. "Ha sido la revelación de la campaña", manifiesta Basagoiti. "No está donde está por ser guapa, sino por su discurso".
Arantza lucha contra su timidez, y en cierto modo, contra su belleza. Casi todo el mundo, al hablar de ella, menciona que es guapa. Aintzane Ezenarro, parlamentaria de Aralar, la califica de "buena política".
Los que la rodean la retratan como una mujer con buen humor, serena y sensata. Su primo Íñigo Manrique sostiene que es "la corrección hecha persona", que no tiene defectos, pero ella lo niega. "Soy impuntual, soy inconstante", dice. Un miembro de su partido manifiesta que es una mujer que, cuando es preciso, tiene esa "mala leche tan necesaria en política", pero que es una persona sin aristas, buena gente.
Su primo Íñigo Manrique destaca su "tranquilidad". Una serenidad que en ocasiones se rompe. Fue el caso en la larga noche electoral del pasado 1 de marzo: Arantza se la pasó andando como una loca de una esquina a la otra de una habitación del hotel María Cristina. Allí siguió el escrutinio acompañada de los números dos y tres de su lista, Borja Sémper y Ramón Gómez, y de Rodrigo Rato. El escaño número trece, el tercero de Guipúzcoa, sólo se confirmó al 98% del recuento y mientras tanto, no paró de dar vueltas y más vueltas al grito de: "¡Yo no sirvo para esto!". Tuvo que guardar las formas porque estaba Rato. "Prefiero tres partos seguidos a una noche electoral", asegura.
Arantza tiene cuatro hijos: Andrés, Pablo, Álvaro y Pedro. Una amiga de su hermana los llama los cuatro apóstoles. Los nombres se los puso su marido. Todo, fruto de un pacto: si eran niños, los bautizaba él; si eran niñas, ella. "Los dos tenemos mucho carácter y todo lo tenemos que negociar. Yo mando y me encanta mandar, y tengo un marido al que también le gusta mandar".
Los cuatro chicos acuden a un colegio del Opus Dei al igual que lo hizo su madre en sus años mozos: estudió en el colegio Eskibel de San Sebastián. "No soy miembro jurídico del Opus Dei. Pero me gusta cómo forman a las personas. Defienden que hay que santificar la vida a través del trabajo".
Ferviente católica y defensora de la familia, le parece que la nueva ley del aborto es una "insensatez" y se muestra de acuerdo con el Papa en el asunto de los condones. "Estoy de acuerdo con el Papa, el preservativo no es la solución. Falta formación, yo a mis hijos les explicaré qué es el acto sexual y qué significado tiene". Preguntada sobre si le parece mal que lo usen otras personas, responde: "Yo nunca usaría el preservativo". Asegura que ella respeta las ideas de los demás pero que otros no respetan las suyas. "Desde que el PSOE está en el Gobierno, es difícil decir lo que piensas sin que parezca que eres un freaky. Parece que mi opción de vida es algo a extinguir, a veces me siento agredida".
Arantza se aleja caminando sobre sus tacones. Antes usaba calzado bajo. Algunos compañeros suyos sostienen que desde que lleva tacones, se la ve aún más segura.
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